Las plumas protegen a los polluelos del frío, adornan los cuellos y los cuerpos, travestis u trasformistas cuando hacen parte de su vestuario. También nos permiten disfrutar de confortables cobijas y lucen bien como elementos decorativos.
Sin embargo, las plumas son sinónimo de discriminación, aterran a muchos homosexuales, sobre todo cuando se refieren a comportamientos delicados, calificados como femeninos.
Las plumas son tan odiadas, que su ausencia se convierte en requisito número uno para muchos a la hora de buscar amigos o pareja.
Basta con revisar las conversaciones entre amigos para descubrir que en esta época, la aberración a esas plumas es bandera de discriminación que nos ha conducido al rechazo y a la división, pues nos destrozamos sin piedad, criticamos el comportamiento de los compañeros principalmente de los homosexuales, ya sea por sus plumas o porque su comportamiento sean mas acentuados o por colorido.
Olvidando que nuestro lider AMLO, nos fomenta la unidad sin distingo porque en México todos somos iguales.
El listado de expresiones sería tan largo e insufrible que los amaneramientos no sean parte de nuestro actuar, claro, hay que reconocer que los insultos modernos como la metrosexualidad, parecen mejorar las cosas; hoy al menos cruzar la pierna y llorar, ya no son considerados mariconadas.
Sin embargo, es importante evitar que a medida que los homosexuales ganamos espacios en público, no esclavizamos en pro de demostrarles a todos que somos “normales” –maldita palabra- ¡PUES NO! Me rehúso a avergonzarme de mis preferencias.
Me niego a pretender ser calificado como “NORMAL”.
Estoy absolutamente seguro de que soy un hombre, pero no quiero jugar a ser mero mero macho, ni mucho menos a ser desquiciadamente varonil.
Además, me niego a perder el tiempo tratando de explicar por que a veces se me salen actitudes que no vienen en el paquete etiquetado con el titulo de “MASCULINO”.
¿Acaso hay una ley en la constitución que nos impida mover las manos de cierta forma?
¿Existe un párrafo que castigue a quienes toman café empinando el dedo meñique, como lo hacen muchos de mis amigos? Solo esta en el disco duro de quienes únicamente se permiten lo que en siglos se ha permitido.
Soy felizmente siendo diferente siendo gay, homosexual, loca, maricón o como el coeficiente intelectual y sus capacidades, desarrollo y habilidades sociales les permitan llamarme.
¿Qué hay de los “derechos invisibles” que nos arrebatan quienes -por que no tener nada que hacer- se dedican a pescar plumas ajenas?
Yo en nombre de los homosexuales que de vez en cuando sueltan una pluma, me niego a ser juzgado por ello.
No más lavado de cerebro previo a las reuniones familiares, políticas y sociales. No temo quedar en evidencia. Evidencia es lo que necesitamos para abandonar esclavitudes absurdas del Yunque, o la iglesia y la ultraderecha de Pele como empezar a comportarnos realmente como somos aquí o allá.
Cruzo la pierna y taloneo si me dan ganas, hablo sin libreto, adulo la belleza masculina en cualquier espacio, respeto a la mujer por ser fuente de la vida, respeto pero exijo que nos respetemos.
No ensayo reacciones y saludo a mis amigos de beso ¡AH! Y por supuesto que no me avergüenza s uno de ellos contonea un poco la cadera, es su cadera ¡A MI QUE ME IMPORTA!
Me pongo camisetas coloridas, ajustadas porque me gustan y camino sin miedo, pero a la vez lucho por AMLO y por un México más igualitario junto a todos, con todos y por todos.
Y en fin, procuro ser uno solo en todas partes, con esto no quiero decir que las plumas, las lentejuelas, los canutillos sean el camino.
Si tú no las tienes, que bien; pero a quienes nos han aplicado alguna vez “LA CENSURA DE LAS PLUMAS”, los invito a no dividir y mucho menos a discriminar, recuerden, es parte de mi naturaleza, y apelando a los designios milenarios, “LA NATURALEZA ES SABIA”.
No te avergüences de mis plumas, muchas de veces guardan en mi cabeza ideas mas llenas y estructuradas que la de los meros machos alfa que caminan cascorvos, y que dañan las cosas cuando las toman, y se burlan de la delicadeza de mis actos.
No nos ataquemos entre nosotros, estamos en el mismo bando; y recordemos que el enemigo en común que tenemos es el Pele, caminemos juntos, unidos, fortalecidos contra los rateros y fascistas que lo hacemos por México.
Si no te gustan mis plumas, no me discrimines, no te metas en la dinámica de no aceptar que soy diferente y recuerda que también puedo ser tu amigo y sobre todo, que en la resistencia somos del mismo equipo, luchemos pues juntos, sin hablar mal de esta familia.
Si tu aceptas a todos, femeninos, masculinos, feministas, no te avergüences de ello, se libre, pero se tu mismo, no importa si eres o no diferente, no permitas que la presión nos lleve a agachar la cabeza y sobre todo a rendirnos.
Y que el paso de los años no nos atormente en demasía, mas bien, ocupémonos de que a medida que aumentan nuestras primaveras, nos acerquemos más y más a la libertad y que podamos caminar todos juntos sin olvidar que es por México.
Nunca más un México sin nosotros
Por México con México y con México
Sin embargo, las plumas son sinónimo de discriminación, aterran a muchos homosexuales, sobre todo cuando se refieren a comportamientos delicados, calificados como femeninos.
Las plumas son tan odiadas, que su ausencia se convierte en requisito número uno para muchos a la hora de buscar amigos o pareja.
Basta con revisar las conversaciones entre amigos para descubrir que en esta época, la aberración a esas plumas es bandera de discriminación que nos ha conducido al rechazo y a la división, pues nos destrozamos sin piedad, criticamos el comportamiento de los compañeros principalmente de los homosexuales, ya sea por sus plumas o porque su comportamiento sean mas acentuados o por colorido.
Olvidando que nuestro lider AMLO, nos fomenta la unidad sin distingo porque en México todos somos iguales.
El listado de expresiones sería tan largo e insufrible que los amaneramientos no sean parte de nuestro actuar, claro, hay que reconocer que los insultos modernos como la metrosexualidad, parecen mejorar las cosas; hoy al menos cruzar la pierna y llorar, ya no son considerados mariconadas.
Sin embargo, es importante evitar que a medida que los homosexuales ganamos espacios en público, no esclavizamos en pro de demostrarles a todos que somos “normales” –maldita palabra- ¡PUES NO! Me rehúso a avergonzarme de mis preferencias.
Me niego a pretender ser calificado como “NORMAL”.
Estoy absolutamente seguro de que soy un hombre, pero no quiero jugar a ser mero mero macho, ni mucho menos a ser desquiciadamente varonil.
Además, me niego a perder el tiempo tratando de explicar por que a veces se me salen actitudes que no vienen en el paquete etiquetado con el titulo de “MASCULINO”.
¿Acaso hay una ley en la constitución que nos impida mover las manos de cierta forma?
¿Existe un párrafo que castigue a quienes toman café empinando el dedo meñique, como lo hacen muchos de mis amigos? Solo esta en el disco duro de quienes únicamente se permiten lo que en siglos se ha permitido.
Soy felizmente siendo diferente siendo gay, homosexual, loca, maricón o como el coeficiente intelectual y sus capacidades, desarrollo y habilidades sociales les permitan llamarme.
¿Qué hay de los “derechos invisibles” que nos arrebatan quienes -por que no tener nada que hacer- se dedican a pescar plumas ajenas?
Yo en nombre de los homosexuales que de vez en cuando sueltan una pluma, me niego a ser juzgado por ello.
No más lavado de cerebro previo a las reuniones familiares, políticas y sociales. No temo quedar en evidencia. Evidencia es lo que necesitamos para abandonar esclavitudes absurdas del Yunque, o la iglesia y la ultraderecha de Pele como empezar a comportarnos realmente como somos aquí o allá.
Cruzo la pierna y taloneo si me dan ganas, hablo sin libreto, adulo la belleza masculina en cualquier espacio, respeto a la mujer por ser fuente de la vida, respeto pero exijo que nos respetemos.
No ensayo reacciones y saludo a mis amigos de beso ¡AH! Y por supuesto que no me avergüenza s uno de ellos contonea un poco la cadera, es su cadera ¡A MI QUE ME IMPORTA!
Me pongo camisetas coloridas, ajustadas porque me gustan y camino sin miedo, pero a la vez lucho por AMLO y por un México más igualitario junto a todos, con todos y por todos.
Y en fin, procuro ser uno solo en todas partes, con esto no quiero decir que las plumas, las lentejuelas, los canutillos sean el camino.
Si tú no las tienes, que bien; pero a quienes nos han aplicado alguna vez “LA CENSURA DE LAS PLUMAS”, los invito a no dividir y mucho menos a discriminar, recuerden, es parte de mi naturaleza, y apelando a los designios milenarios, “LA NATURALEZA ES SABIA”.
No te avergüences de mis plumas, muchas de veces guardan en mi cabeza ideas mas llenas y estructuradas que la de los meros machos alfa que caminan cascorvos, y que dañan las cosas cuando las toman, y se burlan de la delicadeza de mis actos.
No nos ataquemos entre nosotros, estamos en el mismo bando; y recordemos que el enemigo en común que tenemos es el Pele, caminemos juntos, unidos, fortalecidos contra los rateros y fascistas que lo hacemos por México.
Si no te gustan mis plumas, no me discrimines, no te metas en la dinámica de no aceptar que soy diferente y recuerda que también puedo ser tu amigo y sobre todo, que en la resistencia somos del mismo equipo, luchemos pues juntos, sin hablar mal de esta familia.
Si tu aceptas a todos, femeninos, masculinos, feministas, no te avergüences de ello, se libre, pero se tu mismo, no importa si eres o no diferente, no permitas que la presión nos lleve a agachar la cabeza y sobre todo a rendirnos.
Y que el paso de los años no nos atormente en demasía, mas bien, ocupémonos de que a medida que aumentan nuestras primaveras, nos acerquemos más y más a la libertad y que podamos caminar todos juntos sin olvidar que es por México.
Nunca más un México sin nosotros
Por México con México y con México
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