Del Machetearte
Por Enrique Cisneros
En 1968 se dio una explosión ante el autoritarismo que había cerrado los canales de expresión, manifestación y organización. En el 68 el pueblo se rebeló ante el autoritarismo, la sinrazón, el cinismo. En el 68 todo empezó con un incidente que se generalizó. En el 68, había en las montañas y las ciudades movimientos armados que eran catalogados de comunistas y subversivos, pero que cada día crecían más y más.
En el 68 había un descrédito del PRI (partido casi único) y de sus satélites. Poco a poco las instituciones perdían credibilidad ante los trabajadores y cada vez menos gente se creía el cuento de que los gobiernos mexicanos eran revolucionarios, herederos de las gestas heroicas que encabezaron Villa, Zapata y Flores Magón.
A nivel mundial, en 1968, había luchas nacionales e internacionales triunfantes. En México estaba fresco (y muy cercano) el triunfo de los revolucionarios cubanos. En África se sucedían los triunfos en contra del colonialismo y en Vietnam el pueblo resistía la invasión norteamericana. Las contradicciones también se daban en el llamado campo socialista y las imágenes de los tanques rusos entrando a reprimir jóvenes en Checoslovaquia le rompieron el esquema político a más de uno.
En el 68 los Estados Unidos no estaban exentos de todas estas contradicciones: con un gobierno débil se obstinaban en seguir la matanza en Vietnam, entre otros pueblos a quienes les hacían la guerra. Los “existencialistas” cuestionaban la sociedad de consumo con todos sus valores superfluos y los hippies enfrentaban la represión con el símbolo de “amor y paz”
En 1968 los pueblos se refugiaban en sus culturas, en su música, en sus vestidos, en sus costumbres, en sus comidas, en sus filosofías. En 1968 las culturas asiáticas se movían por Europa al igual que los ponchos sudamericanos o las canciones de protesta. En 1968 lo yanqui era símbolo de muerte y explotación.
En 1968, a la alta jerarquía eclesiástica católica se oponían los humildes curas de la teología de la liberación; algunos de ellos se sumaron a las guerrillas, como el cura Camilo Torres en Colombia.
Después de una cadena de innumerable de triunfos populares, vinieron los golpes militares, las masacres, los desaparecidos, las matanzas, las plazas de las tres culturas, las guerras sucias, con bayonetas, grupos paramilitares, con los Pinochet, los Videla, los Díaz Ordaz, los Echeverría.
Inició así una larga lucha de resistencia. Conforme fueron derrotando a los contingentes populares, atrás de los soldados vinieron los inversionistas, la Coca Cola , los gobiernos neoliberales, el saqueo despiadado de los recursos naturales, el desgaste ecológico en aras de la ganancia monetaria. La filosofía que sustituyó a la solidaridad y el comunitarismo fue el individualismo, la sociedad de consumo.
A la par de la represión se dio la mediatización: irónicamente los espacios que abrieron los pueblos con movilizaciones, con luchas armadas, con acciones de masas, fueron ocupados por los antiguos incendiarios que se fueron trocando en bomberos. En nombre de la democracia, el Estado de Derecho, muchos fueron haciéndose cómplices de la libertad de mercado a la que alguna vez combatieron. A cambio les dieron migajas que se repartieron entre grupos “selectos” y hienas.
En 1992, cuando los poderosos quisieron conmemorar el inicio del proceso de acumulación de capital, que pomposamente llamaron “500 años del descubrimiento”, los pueblos, todavía sin coordinarse le impusieron una tremenda derrota a los capitalistas, que quisieron disimularla, cambiando lo de descubrimiento por “encuentro de dos mundos”. Muchos trabajadores tomaron conciencia de que eran 500 años de colonialismo y sometimiento, pero también de dignidad y resistencia.
En el 2 de octubre de 2007 se huelen nuevas explosiones en contra de la imposición, de la explotación, del fraude. Nuevos contingentes, que muchos de ellos tienen su raíz en el 68, se están juntando para rebelarse ante el autoritarismo, la sinrazón y el cinismo. En 2007 la rebelión ya no empezará con un incidente sino que en todos los sectores hay enojo, pero también hay complot y propuestas de organización. En 2007, en las montañas y las ciudades se están consolidando movimientos armados que ahora ya no les dicen comunistas sino terroristas.
En 2007 las instituciones están hechas polvo, cada vez menos trabajadores creen en ellas.
A nivel latinoamericano, en 2007, Cuba resiste y es faro, es ejemplo, Venezuela se rebela, los indígenas bolivianos hacen llegar a uno de los suyos a la presidencia. Algo semejante acontece en Ecuador y en muchas otras partes del mundo se visualizan gestas populares. Ahora en Asia, con su silencio, hablan los monjes buditas que inundan las calles con sus túnicas y sus cantos pacifistas para enfrentar al dictador.
En 2007, a los Estados Unidos lo gobierna un presidente espurio y débil que invadió Irak y Afganistán, invadiendo con relativa facilidad pero sin perspectiva de salir triunfante; sin embargo como Nixon, Bush se obstina en continuar la guerra.
En Oaxaca los pueblos rescataron, por lo menos en 2006 su Guelaguetza y la despojaron del sentido “turístico” para realizar a cambio la auténtica, la popular, la ancestral.
Nuevamente resurgen los cantos de protesta, las obras de teatro político, los gritos rimados en las calles, las bardas que hablan panfletariamente de explotación, lucha y revolución.
1968-2007, casi 40 años después se va saliendo de las catacumbas para pasar de la defensiva a la ofensiva…la lucha continúa.
Por Enrique Cisneros
En 1968 se dio una explosión ante el autoritarismo que había cerrado los canales de expresión, manifestación y organización. En el 68 el pueblo se rebeló ante el autoritarismo, la sinrazón, el cinismo. En el 68 todo empezó con un incidente que se generalizó. En el 68, había en las montañas y las ciudades movimientos armados que eran catalogados de comunistas y subversivos, pero que cada día crecían más y más.
En el 68 había un descrédito del PRI (partido casi único) y de sus satélites. Poco a poco las instituciones perdían credibilidad ante los trabajadores y cada vez menos gente se creía el cuento de que los gobiernos mexicanos eran revolucionarios, herederos de las gestas heroicas que encabezaron Villa, Zapata y Flores Magón.
A nivel mundial, en 1968, había luchas nacionales e internacionales triunfantes. En México estaba fresco (y muy cercano) el triunfo de los revolucionarios cubanos. En África se sucedían los triunfos en contra del colonialismo y en Vietnam el pueblo resistía la invasión norteamericana. Las contradicciones también se daban en el llamado campo socialista y las imágenes de los tanques rusos entrando a reprimir jóvenes en Checoslovaquia le rompieron el esquema político a más de uno.
En el 68 los Estados Unidos no estaban exentos de todas estas contradicciones: con un gobierno débil se obstinaban en seguir la matanza en Vietnam, entre otros pueblos a quienes les hacían la guerra. Los “existencialistas” cuestionaban la sociedad de consumo con todos sus valores superfluos y los hippies enfrentaban la represión con el símbolo de “amor y paz”
En 1968 los pueblos se refugiaban en sus culturas, en su música, en sus vestidos, en sus costumbres, en sus comidas, en sus filosofías. En 1968 las culturas asiáticas se movían por Europa al igual que los ponchos sudamericanos o las canciones de protesta. En 1968 lo yanqui era símbolo de muerte y explotación.
En 1968, a la alta jerarquía eclesiástica católica se oponían los humildes curas de la teología de la liberación; algunos de ellos se sumaron a las guerrillas, como el cura Camilo Torres en Colombia.
Después de una cadena de innumerable de triunfos populares, vinieron los golpes militares, las masacres, los desaparecidos, las matanzas, las plazas de las tres culturas, las guerras sucias, con bayonetas, grupos paramilitares, con los Pinochet, los Videla, los Díaz Ordaz, los Echeverría.
Inició así una larga lucha de resistencia. Conforme fueron derrotando a los contingentes populares, atrás de los soldados vinieron los inversionistas, la Coca Cola , los gobiernos neoliberales, el saqueo despiadado de los recursos naturales, el desgaste ecológico en aras de la ganancia monetaria. La filosofía que sustituyó a la solidaridad y el comunitarismo fue el individualismo, la sociedad de consumo.
A la par de la represión se dio la mediatización: irónicamente los espacios que abrieron los pueblos con movilizaciones, con luchas armadas, con acciones de masas, fueron ocupados por los antiguos incendiarios que se fueron trocando en bomberos. En nombre de la democracia, el Estado de Derecho, muchos fueron haciéndose cómplices de la libertad de mercado a la que alguna vez combatieron. A cambio les dieron migajas que se repartieron entre grupos “selectos” y hienas.
En 1992, cuando los poderosos quisieron conmemorar el inicio del proceso de acumulación de capital, que pomposamente llamaron “500 años del descubrimiento”, los pueblos, todavía sin coordinarse le impusieron una tremenda derrota a los capitalistas, que quisieron disimularla, cambiando lo de descubrimiento por “encuentro de dos mundos”. Muchos trabajadores tomaron conciencia de que eran 500 años de colonialismo y sometimiento, pero también de dignidad y resistencia.
En el 2 de octubre de 2007 se huelen nuevas explosiones en contra de la imposición, de la explotación, del fraude. Nuevos contingentes, que muchos de ellos tienen su raíz en el 68, se están juntando para rebelarse ante el autoritarismo, la sinrazón y el cinismo. En 2007 la rebelión ya no empezará con un incidente sino que en todos los sectores hay enojo, pero también hay complot y propuestas de organización. En 2007, en las montañas y las ciudades se están consolidando movimientos armados que ahora ya no les dicen comunistas sino terroristas.
En 2007 las instituciones están hechas polvo, cada vez menos trabajadores creen en ellas.
A nivel latinoamericano, en 2007, Cuba resiste y es faro, es ejemplo, Venezuela se rebela, los indígenas bolivianos hacen llegar a uno de los suyos a la presidencia. Algo semejante acontece en Ecuador y en muchas otras partes del mundo se visualizan gestas populares. Ahora en Asia, con su silencio, hablan los monjes buditas que inundan las calles con sus túnicas y sus cantos pacifistas para enfrentar al dictador.
En 2007, a los Estados Unidos lo gobierna un presidente espurio y débil que invadió Irak y Afganistán, invadiendo con relativa facilidad pero sin perspectiva de salir triunfante; sin embargo como Nixon, Bush se obstina en continuar la guerra.
En Oaxaca los pueblos rescataron, por lo menos en 2006 su Guelaguetza y la despojaron del sentido “turístico” para realizar a cambio la auténtica, la popular, la ancestral.
Nuevamente resurgen los cantos de protesta, las obras de teatro político, los gritos rimados en las calles, las bardas que hablan panfletariamente de explotación, lucha y revolución.
1968-2007, casi 40 años después se va saliendo de las catacumbas para pasar de la defensiva a la ofensiva…la lucha continúa.
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