La generación Timbiriche ha llegado al poder. Y no sólo lo digo por Max Cortázar, aquel joven que hace una década se desempeñaba como baterista del viejo Timbiriche y que ahora, junto a Juan Camilo Mouriño (el Benny del gabinete), se ha convertido en uno de los ex Timbiriches más influyentes de la actual administración.La timbirichización de México es un asunto mucho más complejo, pero no por eso uno deja de preguntarse: ¿qué llevó al joven Max a renunciar al aplauso de las multitudes juveniles por el aplauso íntimo que emerge de las manecitas de Felipe Calderón? ¿Cómo pasa uno de ser baterista de Timbiriche a encargado de Comunicación de la Presidencia? ¿Acaso debemos interpretar que la relación de Calderón con los medios es algo así como golpear platillos y tambores? Bueno, esas son unas muy buenas preguntas que habrá que responder… en otra ocasión.El estilo Timbiriche de gobernar se percibe por todos lados, es algo así como el soundtrack del sexenio (y espero de corazón que no sigamos cantando la misma canción dentro de 25 años). Por eso cada que escuchamos ese tema de “Tú y yo somos uno mismo” como que aparece la imagen inmaculada de Elba Esther Gordillo y la de Felipe Calderón cantando a dueto cual si fueran Pimpinela.Y cuando suena “Soy un desastre” sabes que es la voz de Manuel Espino (“El gato rocanrolero”) la que canta y no la de Diego Schoening, y cuando oyes “Me estoy volviendo loca”, no es Thalía ni Paulina, sino Josefina Vázquez Mota que también le canta a Felipillo aquella de “él me plantó, de mí se burló, yo no se lo perdonaré”.Mientras Kamel Nacif le dice a Mario El Gober Precioso Marín eso de “Hoy tengo que decirte papá” o “¿qué pasó papá?”, Echeverría y el Seguro Social se echan la de “Muriendo lento” y el Ejército Nacional se avienta a coro la de “Me pongo mal”, mientras dispara sobre unos civiles al tiempo que el narco corre, vuela y se acelera cortando cabezas y desmembrando cuerpos. ¿Pasarán “cosas peores” en “eme-é-acento-equis-i-ce-y-o? Bueno, “Si no es ahora, será mañana”, aunque lo más probable es que sea “Cuestión de tiempo” y la “Paranoia” no puede más que “Acelerar”.Pese a todo Germán Martínez y César Nava caminan de la mano cantando “Iremos juntos”. Ramírez Acuña, con el ceño fruncido como siempre declama en voz baja a su jefe esa de “Con todos menos conmigo” y a Vicente Fox nunca falta quién le dedique la de “Vuelve a la escuela”. Así es damas y caballeros, la timbirichización de México es una realidad de la que no será fácil librarnos: hemos transformado la cursilería sangrona de estas estrellas postadolescentes en la cursilería sangrienta de un gobierno que le canta a la sociedad “No seas tan cruel conmigo”, pero que ha llenado las calles de militares armados “hasta con los dientes”.La síntesis de todo esto se encuentra en ese himno calderonista conocido antiguamente como “El baile del sapo” que explica con absoluta claridad la extraña trayectoria que ha seguido nuestra nación desde el inicio de este gobierno: “Un salto das para atrás, y un paso a la derecha”. Ni hablar, mujer: la generación Timbiriche ha llegado al poder.
viernes, junio 22, 2007
PAKETE RIAS....EL FIN DE SEMANA
La generación Timbiriche ha llegado al poder. Y no sólo lo digo por Max Cortázar, aquel joven que hace una década se desempeñaba como baterista del viejo Timbiriche y que ahora, junto a Juan Camilo Mouriño (el Benny del gabinete), se ha convertido en uno de los ex Timbiriches más influyentes de la actual administración.La timbirichización de México es un asunto mucho más complejo, pero no por eso uno deja de preguntarse: ¿qué llevó al joven Max a renunciar al aplauso de las multitudes juveniles por el aplauso íntimo que emerge de las manecitas de Felipe Calderón? ¿Cómo pasa uno de ser baterista de Timbiriche a encargado de Comunicación de la Presidencia? ¿Acaso debemos interpretar que la relación de Calderón con los medios es algo así como golpear platillos y tambores? Bueno, esas son unas muy buenas preguntas que habrá que responder… en otra ocasión.El estilo Timbiriche de gobernar se percibe por todos lados, es algo así como el soundtrack del sexenio (y espero de corazón que no sigamos cantando la misma canción dentro de 25 años). Por eso cada que escuchamos ese tema de “Tú y yo somos uno mismo” como que aparece la imagen inmaculada de Elba Esther Gordillo y la de Felipe Calderón cantando a dueto cual si fueran Pimpinela.Y cuando suena “Soy un desastre” sabes que es la voz de Manuel Espino (“El gato rocanrolero”) la que canta y no la de Diego Schoening, y cuando oyes “Me estoy volviendo loca”, no es Thalía ni Paulina, sino Josefina Vázquez Mota que también le canta a Felipillo aquella de “él me plantó, de mí se burló, yo no se lo perdonaré”.Mientras Kamel Nacif le dice a Mario El Gober Precioso Marín eso de “Hoy tengo que decirte papá” o “¿qué pasó papá?”, Echeverría y el Seguro Social se echan la de “Muriendo lento” y el Ejército Nacional se avienta a coro la de “Me pongo mal”, mientras dispara sobre unos civiles al tiempo que el narco corre, vuela y se acelera cortando cabezas y desmembrando cuerpos. ¿Pasarán “cosas peores” en “eme-é-acento-equis-i-ce-y-o? Bueno, “Si no es ahora, será mañana”, aunque lo más probable es que sea “Cuestión de tiempo” y la “Paranoia” no puede más que “Acelerar”.Pese a todo Germán Martínez y César Nava caminan de la mano cantando “Iremos juntos”. Ramírez Acuña, con el ceño fruncido como siempre declama en voz baja a su jefe esa de “Con todos menos conmigo” y a Vicente Fox nunca falta quién le dedique la de “Vuelve a la escuela”. Así es damas y caballeros, la timbirichización de México es una realidad de la que no será fácil librarnos: hemos transformado la cursilería sangrona de estas estrellas postadolescentes en la cursilería sangrienta de un gobierno que le canta a la sociedad “No seas tan cruel conmigo”, pero que ha llenado las calles de militares armados “hasta con los dientes”.La síntesis de todo esto se encuentra en ese himno calderonista conocido antiguamente como “El baile del sapo” que explica con absoluta claridad la extraña trayectoria que ha seguido nuestra nación desde el inicio de este gobierno: “Un salto das para atrás, y un paso a la derecha”. Ni hablar, mujer: la generación Timbiriche ha llegado al poder.
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