Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Una baja calidad democrática de las jornadas eleccionarias del domingo 5 en Aguascalientes, Baja California y Oaxaca reconfirman la tendencia que se abre paso en el país desde el 2 de julio de 2006.
En tierras hidrocálidas, por ejemplo, Luis Armando Reynoso Femat se desenvolvió como gran elector y con recursos públicos hizo lo necesario para que la corriente hegemónica en su partido, Acción Nacional, perdiera la capital del estado y Convergencia por la Democracia emergiera como tercera fuerza. Es decir, la llamada elección constitucional fue un ajuste de cuentas entre familias blanquiazules.
El electorado bajacaliforniano dio muestras claras de que no se dejó seducir por el derroche de dinero de un candidato rico también en hijos, excentricidades, ejemplares de especies en extinción, vínculos empresariales tan oscuros que frecuentemente son señalados como ilícitos.
Enhorabuena el político rico fue reducido a un pobre político, por un electorado que hizo retroceder seriamente al tricolor, exactamente en la misma proporción en que Acción Nacional conquistó la gubernatura, cuatro de los cinco municipios y 14 de 16 diputaciones. La mapache más costosa y exhibicionista del país aportó su granito de arena.
No crea usted que José Guadalupe Osuna Millán fuera un extraordinario candidato. No. Pero con él Baja California arribará a los 24 años consecutivos gobernados por el panismo, porque la grisura de los abanderados del bipartidismo fue desaprovechada por el marginal Partido de la Revolución Democrática para avanzar en la construcción de una fuerza propia. Y en Aguascalientes, donde predomina la familia Ortega Martínez, el sol azteca fue desplazado a la cuarta posición.
Pero donde la lógica política dejó de funcionar fue en Oaxaca, como lo advierten analistas tan equilibrados como Leonardo Curzio.
En la tierra gobernada por el mapache más experimentado de un partido poblado de ellos, sólo acudió a las urnas 36.42 por ciento del electorado, y con ello se llevó carro completo en el Congreso. Porcentaje que para Jorge Fernández Menéndez se corresponde con el historial de participación en comicios locales. Curiosamente esa misma lógica no la aplica al redimensionar la derrota del PRD, que pasó de 600 mil votos en la elección presidencial a 200 mil en la congresual. De diciembre 1980 data mi primera explicación sobre la naturaleza distinta de las elecciones locales y federales.
Un gobernador que con políticas de aliento a la corrupción institucionalizada y promotoras del autoritarismo extremo provocó el movimiento popular socialmente más extendido y duradero, se convierte de pronto en el gran triunfador de una elección que no fue plebiscitaria, al decir de Gabino Cué Monteaguado, pero el resultado es el mismo.
Después de la cuota en vidas humanas, los hombres y mujeres que han pasado por las cárceles y a los que aún mantienen en ellas --lo que ha llevado a las organizaciones gubernamentales o no, de defensa de los derechos humanos, nacionales e internacionales, a denunciarlas-- resulta contra natura que la mayoría de los votantes respalde al sátrapa.
Por supuesto que era un asunto principalmente de los candidatos de Ulises Ruiz Ortiz, con todo el apoyo económico de su gobierno, frente a los de la oposición.
Sería pertinente que la partidocracia tomara nota de que el electorado oaxaqueño votó mayoritariamente con los pies al no acudir a las urnas. Acaso también por cansancio con un prolongado movimiento de resistencia popular que no ha sido tolerante con los que apoyan --por convicción o comisión-- al gobernador, por la pérdida de clases escolares, y hasta por la inhibición que pudo significar la acción del Ejército Popular Revolucionario en la tienda de Carlos Slim Helú, el magnate más rico de la aldea global.
Acuse de recibo
Denuncia el periodista Ramsés Ancira: "¡No tiene nada que ver. No tiene nada que ver!", exclama el procurador general de la República, cuando le indican que lo único en común que tenían los agentes de la AFI asesinados era su participación en el decomiso de cargamentos de seudoefedrina. Hace tiempo a los perros finos se les colocan microchips para, en el caso de que se escapen de sus casas, puedan ser localizados por satélite. ¿Cómo es posible que dos agentes federales de excelencia puedan ser secuestrados y asesinados por el crimen organizado sin reconstruir su trayecto minuto a minuto? Sólo los criminales y Eduardo Medina-Mora pueden saber con precisión bajo las órdenes de quien actuaron. ¿Estarán en el mismo equipo? Para Medina-Mora, los agentes de élite valen menos que los perros finos. Por eso ya cerró de entrada su línea de investigación más sólida”... William Rodríguez Blanco dice sobre Calderón ante el narco (6-VIII-07): “Para que tanta palabrería, todo esto no es suyo, si usted tiene alguna iniciativa diferente cómo hacer frente al narco, hágalo ver. Mire, se lo agradeceríamos, se convertiría en el mejor ciudadano del país, no el periodista, pero eso nunca sucedería porque el miedo no anda en...”
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Eduardo Ibarra Aguirre
Una baja calidad democrática de las jornadas eleccionarias del domingo 5 en Aguascalientes, Baja California y Oaxaca reconfirman la tendencia que se abre paso en el país desde el 2 de julio de 2006.
En tierras hidrocálidas, por ejemplo, Luis Armando Reynoso Femat se desenvolvió como gran elector y con recursos públicos hizo lo necesario para que la corriente hegemónica en su partido, Acción Nacional, perdiera la capital del estado y Convergencia por la Democracia emergiera como tercera fuerza. Es decir, la llamada elección constitucional fue un ajuste de cuentas entre familias blanquiazules.
El electorado bajacaliforniano dio muestras claras de que no se dejó seducir por el derroche de dinero de un candidato rico también en hijos, excentricidades, ejemplares de especies en extinción, vínculos empresariales tan oscuros que frecuentemente son señalados como ilícitos.
Enhorabuena el político rico fue reducido a un pobre político, por un electorado que hizo retroceder seriamente al tricolor, exactamente en la misma proporción en que Acción Nacional conquistó la gubernatura, cuatro de los cinco municipios y 14 de 16 diputaciones. La mapache más costosa y exhibicionista del país aportó su granito de arena.
No crea usted que José Guadalupe Osuna Millán fuera un extraordinario candidato. No. Pero con él Baja California arribará a los 24 años consecutivos gobernados por el panismo, porque la grisura de los abanderados del bipartidismo fue desaprovechada por el marginal Partido de la Revolución Democrática para avanzar en la construcción de una fuerza propia. Y en Aguascalientes, donde predomina la familia Ortega Martínez, el sol azteca fue desplazado a la cuarta posición.
Pero donde la lógica política dejó de funcionar fue en Oaxaca, como lo advierten analistas tan equilibrados como Leonardo Curzio.
En la tierra gobernada por el mapache más experimentado de un partido poblado de ellos, sólo acudió a las urnas 36.42 por ciento del electorado, y con ello se llevó carro completo en el Congreso. Porcentaje que para Jorge Fernández Menéndez se corresponde con el historial de participación en comicios locales. Curiosamente esa misma lógica no la aplica al redimensionar la derrota del PRD, que pasó de 600 mil votos en la elección presidencial a 200 mil en la congresual. De diciembre 1980 data mi primera explicación sobre la naturaleza distinta de las elecciones locales y federales.
Un gobernador que con políticas de aliento a la corrupción institucionalizada y promotoras del autoritarismo extremo provocó el movimiento popular socialmente más extendido y duradero, se convierte de pronto en el gran triunfador de una elección que no fue plebiscitaria, al decir de Gabino Cué Monteaguado, pero el resultado es el mismo.
Después de la cuota en vidas humanas, los hombres y mujeres que han pasado por las cárceles y a los que aún mantienen en ellas --lo que ha llevado a las organizaciones gubernamentales o no, de defensa de los derechos humanos, nacionales e internacionales, a denunciarlas-- resulta contra natura que la mayoría de los votantes respalde al sátrapa.
Por supuesto que era un asunto principalmente de los candidatos de Ulises Ruiz Ortiz, con todo el apoyo económico de su gobierno, frente a los de la oposición.
Sería pertinente que la partidocracia tomara nota de que el electorado oaxaqueño votó mayoritariamente con los pies al no acudir a las urnas. Acaso también por cansancio con un prolongado movimiento de resistencia popular que no ha sido tolerante con los que apoyan --por convicción o comisión-- al gobernador, por la pérdida de clases escolares, y hasta por la inhibición que pudo significar la acción del Ejército Popular Revolucionario en la tienda de Carlos Slim Helú, el magnate más rico de la aldea global.
Acuse de recibo
Denuncia el periodista Ramsés Ancira: "¡No tiene nada que ver. No tiene nada que ver!", exclama el procurador general de la República, cuando le indican que lo único en común que tenían los agentes de la AFI asesinados era su participación en el decomiso de cargamentos de seudoefedrina. Hace tiempo a los perros finos se les colocan microchips para, en el caso de que se escapen de sus casas, puedan ser localizados por satélite. ¿Cómo es posible que dos agentes federales de excelencia puedan ser secuestrados y asesinados por el crimen organizado sin reconstruir su trayecto minuto a minuto? Sólo los criminales y Eduardo Medina-Mora pueden saber con precisión bajo las órdenes de quien actuaron. ¿Estarán en el mismo equipo? Para Medina-Mora, los agentes de élite valen menos que los perros finos. Por eso ya cerró de entrada su línea de investigación más sólida”... William Rodríguez Blanco dice sobre Calderón ante el narco (6-VIII-07): “Para que tanta palabrería, todo esto no es suyo, si usted tiene alguna iniciativa diferente cómo hacer frente al narco, hágalo ver. Mire, se lo agradeceríamos, se convertiría en el mejor ciudadano del país, no el periodista, pero eso nunca sucedería porque el miedo no anda en...”
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