No sólo sería deseable sino muy sano para la vida política de la capital de la República que la propuesta de Marcelo Ebrard Casaubon para crear un seguro de desempleo para los trabajadores del Distrito Federal, no corriera la misma suerte que tuvo con el priísta Jorge Schiaffino Isunza, quien se ocupó en la Asamblea Legislativa en denunciar, con la precisión del especialista consumado, la invasión de 180 mil millones de cucarachas y 45 millones de ratas que, se entiende, nada tienen que ver con su partido y menos consigo mismo.
Durante la lectura del I Informe de Gobierno, Ebrard informó que el próximo lunes enviará a la ALDF la propuesta para que apruebe iniciar en diciembre próximo el seguro de desempleo.
La iniciativa del gobernante capitalino consiste en brindar un apoyo mensual de mil 500 pesos, durante seis meses, a quienes perdieron su empleo a partir de diciembre del año pasado a la fecha --independientemente de su edad y sería verificable con el Instituto Mexicano del Seguro Social o en su caso se demostraría con el último recibo de cobro-- en tanto toman cursos de capacitación y desarrollo de nuevas habilidades y son incorporados a una bolsa de trabajo.
De acuerdo a las previsiones del jefe de Gobierno del Distrito Federal entrarían al programa alrededor de 70 mil personas. En tanto que Benito Mirón Lince, secretario capitalino del Trabajo, informó que tienen contabilizados 224 mil habitantes sin ninguna posibilidad de insertarse en el mercado laboral.
Como es evidente, se trata de un programa social importante que si bien no resuelve el problema estructural del desempleo que lacera a los capitalinos y millones de mexicanos más, sí contribuiría a su abatimiento temporal y también a la creación de nuevas aptitudes laborales que podrían diversificar las posibilidades de conseguir empleo.
Con todo, el autodenominado gobierno del empleo y su partido, Acción Nacional, sin mediar la menor consideración reflexiva, rechazaron de inmediato la propuesta. Tal y como Vicente Fox Quesada vociferó en contra de la pensión para los adultos mayores, después convertida en derecho universal, sin reparar en que él y su sucesor, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, así como diversos gobernadores de origen priísta como el de Enrique Peña Nieto, la aplicaron después del éxito que cosechó Andrés Manuel López Obrador.
La temporalidad del seguro de desempleo para el DF, es decir: su carácter limitado respecto a la tradición europea y estadunidense, no obstó para que Javier Lozano Alarcón –el que solito se puso el saco con el coopelas o cuello--reaccionara con el protagonismo que lo singulariza. Por ello, el gobernante de la capital recordó al secretario del Trabajo y al michoacano de Morelia --quien da cifras sobre nuevos empleos creados (618 mil) que no coinciden ni remotamente con las del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, lo siguiente: el seguro de desempleo es una recomendación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que el presidente del empleo archivó en el cajón de su escritorio.
Las recomendaciones o directrices de la OCDE son acatadas por el gobierno mexicano sólo cuando considera que embonan puntualmente con los rumbos que se imponen al país desde hace un cuarto de siglo. Por ejemplo: la relativa a privatizar la educación media y superior, de inmediato Josefina Vázquez Mota –Dios mío, hazme viuda por favor-- expresó sus “coincidencias” porque ofrece “importantes directrices”. Pero se archivan cuando en Los Pinos estiman que es en detrimento del mercado convertido en dogma y políticas gubernamentales.
Acuse de recibo
En Soldaditos de plomo (19-IX-07) incurrí en un error que oportunamente me señala el doctor Octavio Rodríguez Araujo: “Me permito hacerte una pequeña observación: una estrella es para mayor del Ejército (no dos) y dos estrellas para teniente coronel”... Juan Amael Vizzuett Olvera, caricaturista y pintor hace el mismo gentil señalamiento y agrega: “Hay cierto anhelo monárquico en el atuendo militar de los hijos del licenciado Calderón Hinojosa”... Por el contrario, el columnista Eduardo Miguel Valle Espinosa refuta: “No sé quién sea más insoportable a la hora de su ‘corrección política’: Agallón Sandoval Mafafas y su pareja Juan Garrison Sánchez, o tú. A unos niños les vistieron de recios ‘oficiales’. Les colocaron unas estrellas en las gorras y unos cuadros de plástico, simulando su entrenamiento en la Escuela Superior de Guerra. Y Agallón Sandoval, Juan Garrison Sánchez, el respetable Miguel Ángel Granados Chapa y tú, salen con esto de ‘las monarquías’, ‘las insignias’, ‘desplantes de militarización’ y demás zarandajas. Te propongo una apuesta: si pruebas que se usó una sola, sólo una, insignia oficial (y ni modo que las estrellas por sí solas sean eso) te cedo un día mi columna sindicada. Foto por foto, insignia por insignia. Pero si tú no puedes probar nada, entonces un día me toca escribir a mí en la tuya. ¿Apuestas?...”
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