Enviado por Muriel Urbina
Calderón: burla y encubrimiento
por Miguel Ángel Granados Chapa
El lunes fue un día ajetreado para Felipe Calderón. Antes de viajar a Mérida para encontrarse al día siguiente con su invitado, el presidente George W. Bush, recibió en Los Pinos a su antecesor –y uno de los artífices de su ascenso al poder– Vicente Fox, con quien comió. Y concedió entrevistas a por lo menos dos diarios, Excélsior (es decir, al grupo Imagen, poseedor de ese periódico, varias emisoras radiofónicas y un canal de televisión) y La Jornada. Era su modo de festejar los cien días de su gobierno.
A Elena Gallegos, coordinadora de información general del segundo de esos diarios le habló de la intervención del Ejército en asuntos de seguridad y “a manera de despedida”, se refirió a la señora Ernestina Ascensio Rosario. Ofreció una visión sorprendente del caso, ignoro si producto de la desinformación o elaborada para exonerar desde su altura a miembros de las fuerzas armadas que probablemente participaron en el ultraje bárbaro a esa anciana de 73 años de edad atacada sexualmente, y muerta en Tetlaltzingo, municipio de Soledad Atzompa, en la sierra de Zongolica en Veracruz. Dijo Calderón a la reportera, sin pregunta previa:
“He estado pendiente del caso de la señora que se dice asesinaron en Zongolica....La CNDH intervino y lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida. No hay rastros de que haya sido violada. Ojalá ustedes puedan tener, por sus medios, acceso a esa información”.
Quién sabe, por los suyos, de dónde obtuvo datos para esa patraña el Presidente. Cada palabra, cada una de esas líneas revela ignorancia de la situación. No “se dice” que asesinaron a esa señora. No es chisme, un rumor banal. Es un hecho, que ha suscitado averiguaciones de la Procuraduría militar, que a través de la Secretaría de la Defensa Nacional, depende del Ejecutivo; y de la Procuraduría estatal veracruzana. Efectivamente la CNDH intervino, pero no ha producido informes sobre la presencia y actuación de los visitadores enviados a la comarca. No, al menos, los ha hecho públicos, por lo que habría que preguntarse si comunicó privadamente al Ejecutivo los avances de su investigación. En un caso tan delicado se comprendería que lo hiciera, pero sería útil saber si lo hizo.
La oficina del ombudsman nacional solicitó exhumar el cadáver, para la práctica de una segunda autopsia. En términos ambiguos, y escandalosos, Calderón informa que “lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida”. ¿A cuál necropasia se refirió quien horas después sería el anfitrión de Bush? ¿A la primera, declarada insuficiente por lo cual se dispuso la práctica de una segunda? ¿A esa, realizada 48 horas antes de que hablara de ella el Ejecutivo federal? Y, ¿de cuál de ellas obtuvo la información que le permite afirmar rotundamente que “no hay rastros de que haya sido violada”?
Los hay, para información del Presidente, en abundancia. Y también de la golpiza que le provocó fracturas. Y de la brutalidad con que la ultrajaron. Quizá la negligencia médica que ahora se investiga respecto de quienes presuntamente la desatendieron en el hospital de Río Blanco contribuyó a su muerte. Pero las causas fueron otras. Y desde luego no la gastritis crónica no atendida.
Miguel Mina Rodríguez, subprocurador de justicia de Veracruz, encargado de la zona centro informó: “El dictamen médico pericial revela que tenía fractura de cráneo y fractura de costillas, así como lesiones en diversas partes del cuerpo”.
El funcionario, igualmente “confirma que la violación fue por la vía anal y por la vía vaginal”. Y explica: “Se encontraron laceraciones y desgarres en la vía anal, lo mismo que en la vía vaginal...” Agregó que la muerte fue causada “por la fractura de cráneo y por la anemia que le produjo una hemorragia en la vía anal”. Y, en fin, a la pregunta de si han llamado a declarar a militares, el subprocurador Mina Rodríguez aceptó, el viernes 9: “Sí, sí. Hemos requerido a cuatro. Pero hasta el momento no han venido a comparecer. Me informan que ellos allá están practicando sus propias diligencias” (Proceso, 11 de marzo).
Efectivamente están haciéndolo. Y han emitido boletines al respecto, que su comandante supremo desconoce. De lo contrario, sabría que en su comunicado número 19 (el segundo de ese número, sustituto de otro que fue súbitamente retirado de la circulación) la Secretaría de la Defensa Nacional informó que “peritos especialistas llevan a cabo el dictamen pericial en materia forense consistente en comparar el líquido seminal recogido del cuerpo de la hoy occisa, con muestras de sangre que se tomen del personal militar”. La sola presencia de ese líquido muestra el ajetreo sexual a que fue brutalmente sometida la víctima. De modo que se hace urgente que la Sedena corrija a su jefe informándole que sí “hay rastros de que haya sido violada”.
También debe ser informado el mando supremo, para que no haga aseveraciones sin sentido, que anteayer lunes, el mismo día en que Calderón expresó sus despropósitos, el alcalde de Soedad Atzompa tuvo “información dada a conocer por el Ejército mexicano” de que un soldado ha sido detenido y dos más están arraigados, como consecuencia del avance de las investigaciones.
Calderón ha sacado de sus cuarteles a las tropas, sus jefes y oficiales y no pierde ocasión de congraciarse con ellos, amén de aumentar sus haberes en montos diez veces mayores al incremento de los salarios generales. ¿Pretende también encubrirlos?
www.refroma.com
el_sur@infosel.com.mx
Calderón: burla y encubrimiento
por Miguel Ángel Granados Chapa
El lunes fue un día ajetreado para Felipe Calderón. Antes de viajar a Mérida para encontrarse al día siguiente con su invitado, el presidente George W. Bush, recibió en Los Pinos a su antecesor –y uno de los artífices de su ascenso al poder– Vicente Fox, con quien comió. Y concedió entrevistas a por lo menos dos diarios, Excélsior (es decir, al grupo Imagen, poseedor de ese periódico, varias emisoras radiofónicas y un canal de televisión) y La Jornada. Era su modo de festejar los cien días de su gobierno.
A Elena Gallegos, coordinadora de información general del segundo de esos diarios le habló de la intervención del Ejército en asuntos de seguridad y “a manera de despedida”, se refirió a la señora Ernestina Ascensio Rosario. Ofreció una visión sorprendente del caso, ignoro si producto de la desinformación o elaborada para exonerar desde su altura a miembros de las fuerzas armadas que probablemente participaron en el ultraje bárbaro a esa anciana de 73 años de edad atacada sexualmente, y muerta en Tetlaltzingo, municipio de Soledad Atzompa, en la sierra de Zongolica en Veracruz. Dijo Calderón a la reportera, sin pregunta previa:
“He estado pendiente del caso de la señora que se dice asesinaron en Zongolica....La CNDH intervino y lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida. No hay rastros de que haya sido violada. Ojalá ustedes puedan tener, por sus medios, acceso a esa información”.
Quién sabe, por los suyos, de dónde obtuvo datos para esa patraña el Presidente. Cada palabra, cada una de esas líneas revela ignorancia de la situación. No “se dice” que asesinaron a esa señora. No es chisme, un rumor banal. Es un hecho, que ha suscitado averiguaciones de la Procuraduría militar, que a través de la Secretaría de la Defensa Nacional, depende del Ejecutivo; y de la Procuraduría estatal veracruzana. Efectivamente la CNDH intervino, pero no ha producido informes sobre la presencia y actuación de los visitadores enviados a la comarca. No, al menos, los ha hecho públicos, por lo que habría que preguntarse si comunicó privadamente al Ejecutivo los avances de su investigación. En un caso tan delicado se comprendería que lo hiciera, pero sería útil saber si lo hizo.
La oficina del ombudsman nacional solicitó exhumar el cadáver, para la práctica de una segunda autopsia. En términos ambiguos, y escandalosos, Calderón informa que “lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida”. ¿A cuál necropasia se refirió quien horas después sería el anfitrión de Bush? ¿A la primera, declarada insuficiente por lo cual se dispuso la práctica de una segunda? ¿A esa, realizada 48 horas antes de que hablara de ella el Ejecutivo federal? Y, ¿de cuál de ellas obtuvo la información que le permite afirmar rotundamente que “no hay rastros de que haya sido violada”?
Los hay, para información del Presidente, en abundancia. Y también de la golpiza que le provocó fracturas. Y de la brutalidad con que la ultrajaron. Quizá la negligencia médica que ahora se investiga respecto de quienes presuntamente la desatendieron en el hospital de Río Blanco contribuyó a su muerte. Pero las causas fueron otras. Y desde luego no la gastritis crónica no atendida.
Miguel Mina Rodríguez, subprocurador de justicia de Veracruz, encargado de la zona centro informó: “El dictamen médico pericial revela que tenía fractura de cráneo y fractura de costillas, así como lesiones en diversas partes del cuerpo”.
El funcionario, igualmente “confirma que la violación fue por la vía anal y por la vía vaginal”. Y explica: “Se encontraron laceraciones y desgarres en la vía anal, lo mismo que en la vía vaginal...” Agregó que la muerte fue causada “por la fractura de cráneo y por la anemia que le produjo una hemorragia en la vía anal”. Y, en fin, a la pregunta de si han llamado a declarar a militares, el subprocurador Mina Rodríguez aceptó, el viernes 9: “Sí, sí. Hemos requerido a cuatro. Pero hasta el momento no han venido a comparecer. Me informan que ellos allá están practicando sus propias diligencias” (Proceso, 11 de marzo).
Efectivamente están haciéndolo. Y han emitido boletines al respecto, que su comandante supremo desconoce. De lo contrario, sabría que en su comunicado número 19 (el segundo de ese número, sustituto de otro que fue súbitamente retirado de la circulación) la Secretaría de la Defensa Nacional informó que “peritos especialistas llevan a cabo el dictamen pericial en materia forense consistente en comparar el líquido seminal recogido del cuerpo de la hoy occisa, con muestras de sangre que se tomen del personal militar”. La sola presencia de ese líquido muestra el ajetreo sexual a que fue brutalmente sometida la víctima. De modo que se hace urgente que la Sedena corrija a su jefe informándole que sí “hay rastros de que haya sido violada”.
También debe ser informado el mando supremo, para que no haga aseveraciones sin sentido, que anteayer lunes, el mismo día en que Calderón expresó sus despropósitos, el alcalde de Soedad Atzompa tuvo “información dada a conocer por el Ejército mexicano” de que un soldado ha sido detenido y dos más están arraigados, como consecuencia del avance de las investigaciones.
Calderón ha sacado de sus cuarteles a las tropas, sus jefes y oficiales y no pierde ocasión de congraciarse con ellos, amén de aumentar sus haberes en montos diez veces mayores al incremento de los salarios generales. ¿Pretende también encubrirlos?
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