lunes, junio 25, 2007

QUE HAY DETRAS DEL PLAN PUEBLA PANAMA

PARA ENTENDER MEJOR QUE ES EL PROYECTO PLAN PUEBLA PANAMA
PLAN PUEBLA – PANAMÁ: Un proyecto de “desarrollo”.... ¿para quién?
Diciembre de 2001
CONTEXTO POLÍTICO.

Para entender lo que significa este “nuevo” proyecto de “desarrollo” regional, no podemos ignorar que el gobierno encabezado por el Sr. Vicente Fox está conformado básicamente por empresari@s. Casi tod@s l@s funcionari@s que nombró para su gabinete vienen de dirigir importantes empresas nacionales y trasnacionales, cuando no es que han sido alt@s ejecutiv@s de organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial.
Además, es pertinente agregar que prácticamente tod@s ell@s han cursado sus estudios en prestigiadas universidades privadas de México y de países económicamente poderosos, en donde se han formado en una serie de “valores” muy despegados de la realidad mexicana. Y no se trata de estar contra quienes estudian en universidades privadas, sino que en el caso del nuevo gobierno en cuestión, éste de ninguna manera es representativo del amplio mosaico socio-cultural de México. No se bien-gobierna sólo mediante conocimientos universitarios de punta, sino con la sensibilidad de conocer amplia, profunda y directamente la problemática del pueblo al que se pretende gobernar.
Esta particularidad de quienes conforman el nuevo gobierno empresarial, sólo puede evidenciar que se trata de personas que prácticamente han tenido nulo contacto con la pobreza en que vive la mayoría de la población mexicana; y por lo mismo, que la manera en que visualizan la situación del país es muy distinta de la manera en que la sufre el pueblo. En resumen se puede afirmar, porque así lo están demostrando en los hechos, que los intereses que representan no guardan ninguna coincidencia con las necesidades sociales que requerimos la inmensa mayoría de l@s mexican@s; en tanto que sí reflejan los de la clase empresarial y financiera, nacional y trasnacional.
No es casual que la elite empresarial mexicana, altamente favorecida por el neoliberalismo, haya sido pilar fundamental en la campaña electoral que llevó a Vicente Fox a la presidencia de la República; y que el mismo Fox, además de ser propietario de empresas, cuenta en su curriculum con haber sido presidente de la trasnacional Coca-Cola en Latinoamérica.
Por otro lado sabemos que el neoliberalismo y sus privatizaciones han sido los instrumentos con que las grandes empresas nacionales y trasnacionales, han despojado salvajemente al pueblo de México de casi todo el patrimonio forjado durante generaciones; empobreciendo rápidamente al grueso de la población. Y por último, que esas políticas neoliberales, llamadas de ajuste estructural, nos han sido impuestas a través de los organismos multilateales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Foro Económico Mundial, la Organización Mundial del Comercio, o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Podemos resumir que la coyuntura actual para el país es de una dependencia absoluta de las políticas que se dictan desde los EE.UU.; lo cual no es nada nuevo, salvo por el hecho de que en los últimos tiempos esa dependencia se ha ido acentuando cada vez más.
Dentro de este marco nace el Plan Puebla-Panamá: un proyecto netamente neoliberal que, bajo la retórica desgastada del “desarrollo” y la eliminación de la pobreza, no es otra cosa más que abrirle los últimos reductos de las riquezas nacionales de nuestros países, a la voracidad del gran capital mexicano y extranjero, principalmente estadounidense.
De hecho es solamente una pieza más del gran rompecabezas continental para la consolidación del poderoso imperio yankee, donde agenciarse una inmensa reserva de recursos estratégicos y un ejército de mano de obra barata o neo-esclava, junto con el control militar de todo el continente, es el objetivo final. En este mismo sentido apuntan otros planes y proyectos regionales en Latinoamérica: el Proyecto Nuevos Horizontes, el Plan Colombia, la Iniciativa Regional Andina, el Plan Dignidad y el Mercosur, que junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) conforman el cuerpo del proyecto definitivo: el Acuerdo de Libre Comercio de Las Américas (ALCA), y la propuesta ya hecha por los EE.UU. de una fuerza armada única para toda América y bajo su mando.
Así, el Plan Puebla-Panamá es un proyecto trasnacional que piensan imponernos en la región más subdesarrollada de México: Puebla, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas; y que además incluirá a los países hermanos, y aún más pobres, de Centroamérica: Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
LOS MOTIVOS.
Unos son los motivos reales, y otros los pretextos bajo los cuales el gobierno de Fox pretende vendernos hoy el Plan Puebla-Panamá. Así que examinaremos ambos para encontrar las evidentes contradicciones del discurso gubernamental.
Son muchas las razones verdaderas (o riquezas) por las que el capital mundial enfoca sus intereses económicos en esta región del mundo. Principalmente son las siguientes:
Es la región más cercana a los Estados Unidos, que cuenta con una población de 65 millones de habitantes (28 en la parte mexicana y 36 en la centroamericana) mayoritariamente catalogados en altos grados de pobreza, bajo nivel educativo y fuerte desempleo. Esto le asegura a su imperio, para sus proyectos de plantas maquiladoras, una gran reserva de mano de obra barata: pues donde hay mucha pobreza, poca educación y falta de trabajo, la gente se acaba conformando con bajos salarios, abultadas jornadas de trabajo y condiciones que le son lesivas, sin tener la preparación necesaria para defender sus derechos laborales. Eso, justamente, es a lo que el Plan Puebla-Panamá le llama: "nuestras ventajas competitivas". Y es que en México, luego del petróleo, nuestro principal producto de exportación es la mano de obra barata; baste con saber que el 80% de "nuestras" exportaciones no petroleras, corresponden a las plantas maquiladoras trasnacionales.
Por su variada topografia y diversidad climática (destacando el tropical cálido de abundantes lluvias), es una región que cuenta con excelentes tierras para el cultivo de plantaciones extensivas y una enorme riqueza en recursos naturales como bosques, selvas y suficiente agua. Estas características la convierten en la segunda región del mundo con mayor riqueza biogenética (mayoritariamente endémica), después de la Amazonía sudamericana. Es decir, una región con gran variedad flora y fauna de todo tipo, cuya información genética será la materia prima estratégica más importante del futuro y de donde se podrán obtener medicinas, alimentos, abonos y plaguicidas orgánicos, además de una serie de insumos para la ingeniería de nuevos materiales (cerámicas con dureza de acero, plásticos conductores de electricidad, etc.) y para la microelectrónica (genes en lugar de microcircuitos). Para darnos una idea del potencial que tiene la zona en este rubro, basta con decir que la región sur-sureste de México alberga el 70% de toda la biodiversidad nacional.
Es por ello que el Banco Mundial ha creado el proyecto llamado Corredor Biológico Mesoamericano, que no casualmente coincide con la misma región del Plan Puebla-Panamá, que a su vez es impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Y también es por ello que el ejército de los Estados Unidos se ha ido introduciendo directamente en Centroamérica, mediante el programa conocido como Operación Nuevos Horizontes que ya opera en El Salvador y Guatemala, para así resguardar estos recursos; pero no preservarlos con un fin meramente ecológico o de patrimonio de las poblaciones locales, sino para garantizar que sus empresas puedan explotarlos sin que los pueblos puedan defenderlos. De igual modo presiona al gobierno mexicano para que “nuestro” ejército le sirva para el resguardo de la riqueza biogenética que poseemos. Aquí cabe señalar el papel que está jugando el consorcio empresarial mexicano llamado Grupo Pulsar (propiedad de Alfonso Romo: uno de los pilares de la organización electoral llamada Amigos de Fox, y principal impulsor del Plan Puebla-Panamá), que es la mayor trasnacional del mundo en materia de semillas transgénicas de hortalizas. Pues resulta que Grupo Pulsar, junto con la "ONG" norteamericana llamada Conservation International (que tiene bajo su "custodia" unas 60 Areas Naturales Protegidas en Latinoamérica), tienen a su cargo tres "Estaciones Biológicas" en la Selva Lacandona de Chiapas; y que no son otra cosa más que laboratorios de bioprospección para llevar a cabo lo que hoy se denomina biopiratería. Al mismo tiempo, se ha denunciado y documentado ampliamente por organizaciones sociales de Chiapas (el Consejo de Organizaciones de Médicos y Parteras Indígenas Tradicionales de Chiapas - COMPITCH, y la Organización de Médicos Indígenas del Estado de Chiapas - OMIECH), que el instituto gubernamental de "investigaciones" llamado Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), junto con la Universidad de Athenas en Georgia, EE.UU., están llevando a cabo un ambicioso proyecto llamado ICBG-Maya, para robar los conocimientos que en medicina tradicional poseen los pueblos indígenas del estado; el propósito es patentar plantas medicinales endémicas a través de una empresa inglesa de nombre Molecular Nature Limited. Cabe aclarar que esa universidad norteamericana tiene unas decenas de proyectos ICBG (International Colaborative Biodiversity Group) en varios países de América Latina.
Pero además hay muchas otras grandes riquezas en la región. En el caso de México, por ejemplo, sólo en 5 de los estados del sureste se produce el 90% del petróleo nacional, y las reservas probadas garantizan un abasto de miles de millones de barriles; mientras de Chiapas sale el 90% de la producción de gas natural. Y los Estados Unidos es el país que más petróleo y gas consume en el mundo. Otro ejemplo son los ríos chiapanecos, que producen el 55% de la energía hidroeléctrica de todo el país (11% de la generación eléctrica total) y en los que se proyecta construir, con capital privado, 24 nuevas presas que multiplicarían por cinco su capacidad generadora. Estas 24 presas son parte de las 72 que contempla en Plan Puebla-Panamá, sólo en la parte que respecta al territorio mexicano. Y Estados Unidos también es el país que más electricidad consume. El 80% del agua dulce de todo México se encuentra en las cuencas de los ríos Grijalva, Usumacinta, Coatzacoalcos y Papaloapan (entre los estados de Chiapas con el 30%, Tabasco, Veracruz y Campeche con el resto); y son bien conocidos los planes del capital global para promover la privatización de las cuencas hidrológicas en el mundo. Y así, estos 9 estados del sur-sureste del país poseen muchos otros recursos naturales y potencialidades de producción alimenticia. Chiapas en particular, además de ser el tercer productor nacional de alimentos, cuenta con importantes reservas de petróleo, gas, uranio, hierro, aluminio, cobre y ámbar. En tanto que Guerrero y Oaxaca son inmensos reservorios minerales, mientras Tabasco y Campeche contienen las mayores reservas petrolíferas.
Es una región geoestratégica, tanto desde el punto de vista militar como para el comercio mundial. Ser la región más angosta del continente, la convierte en el puente de conexión idóneo entre los océanos Pacífico y Atlántico. Como sabemos, la manera más barata de transportar grandes volúmenes de mercancía es por barco; y el Canal de Panamá ya resulta insuficiente para el tráfico marítimo actual (se deben esperar de 5 a 8 días de turno para poder atravesarlo), además de que en sus dimensiones no caben los modernos buques de gran calado. El grueso de la industria estadounidense tiene su salida natural hacia el Océano Atlántico, pues ese fue históricamente el centro del comercio mundial. Pero en los últimos 20 años ese polo se ha corrido hacia el Pacífico, dónde los países de Asia albergan a la mitad de la población mundial (tan sólo China cuenta con 1,400 millones de habitantes y la India con 1000), conformando el mercado más grande del planeta. Por eso mediante el Plan Puebla-Panamá, Estados Unidos le ha encomendado a Fox que haga lo que Zedillo no pudo: hacer un canal seco (o sea, a base de ferrocarriles y carreteras) en el istmo de Tehuantepec, que comunique a los puertos de Coatzacoalcos en Veracruz, con Salinacruz en Oaxaca. Esto, independientemente de los otros canales similares que contempla el Plan Puebla-Panamá en varios países centroamericanos. Pero también el Plan Puebla-Panamá (bajo el disfraz de otro proyecto paralelo llamado Marcha Hacia el Sur) le abre camino a las empresas trasnacionales para que instalen en toda la región sus fábricas maquiladoras, que además de explotar la mano de obra barata de la empobrecida población local, podrán enviar fácilmente sus mercancías por vía marítima hacia cualquier lugar del mundo.
Analizando lo anterior es fácil darnos cuenta de que el Plan Puebla-Panamá está hecho de acuerdo a los intereses económicos de los países poderosos y sus empresas trasnacionales, principalmente de Estados Unidos. Visto esto en el contexto de las políticas privatizadoras, nos da una idea clara del porqué la voracidad que despierta en el gran capital mundial, el enorme potencial que tiene toda esta región.
Pero ahora pasaremos a analizar algunos de los pretextos mediante los cuales Fox busca imponernos el Plan Puebla-Panamá:
Nos dicen que la región sur-sureste de México es la más atrasada del país debido a que se encuentra aislada del mercado mundial. Con ello pretenden hacernos olvidar que la región ha sido saqueada salvajemente por éste desde hace siglos: mediante el azúcar, el chicle, el plátano, el café, el cacao, el algodón, el camarón, el oro, la plata, y más recientemente el petróleo y la energía eléctrica.
Igualmente argumentan que el rezago regional se debe también a la ausencia de industrias. Y del mismo modo parecen ignorar que, en la región sureste de México se concentra la principal industria petrolera y eléctrica del país; las cuales lejos de haber beneficiado a la población local (pues los trabajadores ejecutivos y técnicos preparados vienen de fuera), han sido un foco de contaminación ambiental que ha llegado a grados extremos.
También señalan que la falta de servicios (escuelas, clínicas, caminos, electrificación, agua potable, etc.) de la que padece la población del sur-sureste de México, se debe a que se encuentra dispersa en pequeñas comunidades indígenas y campesinas a dónde es imposible llevarlos. Para lo cual el Plan Puebla-Panamá planea la reubicación de la gente en lo que llaman "nodos de población"; entiéndase: abandono de SUS tierras campesinas para situarse en los polos maquiladores para su explotación laboral.
Del mismo modo argumentan como causa del subdesarrollo regional la falta de vías de comunicación. Y nuevamente ocultan el hecho de que las carreteras construidas durante los últimos años no han obedecido a las necesidades de las comunidades, sino a tres factores totalmente ajenos a ello: la estrategia contrainsurgente del ejército mexicano para aniquilar a los grupos guerrilleros que han surgido de la inconformidad social en el sur del país; a los proyectos de saqueo de recursos naturales; y para dotar de esa infraestructura a los corredores maquiladores que plantea el Plan Puebla-Panamá a través del proyecto paralelo denominado Marcha Hacia el Sur.
Una vez analizados los verdaderos motivos, y las falacias en que se sustenta el Plan Puebla-Panamá, podemos tener una mejor visión de los objetivos reales trazados por éste.
EL DESPOJO.
Todo este proyecto forma parte del que inició Carlos Salinas de Gortari y que profundizó Ernesto Zedillo. Ahora viene el turno de Vicente Fox, quien pretende concluir la obra vendiéndole al gran capital mundial lo poco que aún nos queda: las industrias eléctrica y petrolera, las tierras ejidales y comunales, y los recursos naturales, minerales y biogenéticos de la región.
Tan nulo es el respeto que tiene el moderno capital por la soberanía de nuestras naciones, que le ordena a Fox que opere ya no sólo sobre el territorio de México, sino también sobre los países de Centroamérica. El nombre mismo del proyecto, Plan Puebla-Panamá, nos da una idea del menosprecio que muestran hacia dichos países hermanos, al colocar en igual nivel de representatividad a un estado de la federación mexicana (Puebla) con una nación (Panamá); si tuviesen siquiera el mínimo de respeto, el nombre de su proyecto debiera ser Plan Puebla-Darien (nombre, éste último, de la provincia más sureña de Panamá).
Así, para el neoliberalismo la soberanía de nuestras naciones no tiene importancia. Menos aún l@s indígenas, negr@s y campesin@s (que prácticamente son l@s DUEÑ@S de toda la región), que sólo son vist@s como la mano de obra barata que será explotada en sus fábricas maquiladoras. No le sirven como dueñ@s de estas ricas tierras, por eso la clara pretensión de desplazarl@s para de adueñarse del territorio y explotar todos sus recursos y potencialidades.
Esto último viene a dar razón clara del porqué Salinas, como condición impuesta por EE.UU. al firmar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), reformó el Artículo 27 Constitucional y luego Zedillo introdujo el programa PROCEDE, que es la antesala para la privatización de las tierras colectivas campesinas e indígenas (ejidales y comunales); volviendo así a cometer el histórico error de legalizar los latifundios: razón que dio origen a la Revolución de 1910 y que costó la vida a un millón de mexican@s; de manera análoga a lo sucedido en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Es claro entonces, porqué el gobierno foxista y sus nuevos aliados en el Congreso de la Unión, cometieron el igualmente histórico error de NO aprobar la Ley de Derechos y Cultura Indígena conforme a la iniciativa de la COCOPA (que reflejaba lo estipulado en los Acuerdos de San Andrés, firmados como parte del proceso de paz entre el EZLN y el gobierno federal). Haberlo hecho, para Fox y el gran capital, hubiese sido atarse las manos sin poder acceder a la rapiña. Así, dejan a los Pueblos Indios imposibilitados, “legalmente”, para defender SU territorio y SU autonomía.
Así vemos que Fox y el capital trasnacional han contemplado, dentro del hoy llamado Plan Puebla-Panamá, la táctica que instrumente los mecanismos para uno de despojos más viles de nuestra historia moderna: que l@s indígenas y campesin@s se vean obligad@s a vender o abandonar sus tierras; o bien, que sean expulsad@s de manera “legal” y/o violenta. Y dentro de dichos mecanismos encontramos los siguientes:
La introducción de plantaciones de nuevos cultivos de tecnología moderna, que por fuerza necesiten consumir semillas transgénicas (en un principio baratas o regaladas), fertilizantes y pesticidas químicos especiales, producidos todos, precisamente, por las mismas trasnacionales. De este modo el campesinado se volvería dependiente de esos productos que cada vez serán más caros, hasta que llegue el día en que no pueda comprarlos. Bastarán unos cuantos años de usar semillas transgénicas, para que las semillas criollas (seleccionadas de modo tradicional durante siglos) desaparezcan por siempre. Estamos hablando de la EXTINCIÓN deliberada de millares de variedades agrícolas que evolucionaron junto con la humanidad a través de miles de años, fruto de una profunda sabiduría campesina y de una cultura que nos ha sido legada a todas y todos los habitantes de la tierra. En síntesis se trata de un crimen sin precedentes, con que el gran capital nos somete mediante la arrogancia y soberbia de una agrotecnología que asesina a la milenaria agricultura. Y luego, tan sólo bastará un mal año para darle la estocada final al campesinado: un ciclo agrícola de esos en que la lluvia sea escasa o no llegue a tiempo; o en que llueva demasiado; o en que llegue una plaga arrasadora (probablemente propiciada de modo evolutivo por el uso mismo de cultivos transgénicos, o inducida directamente por las grandes empresas que pretendan apoderarse de las tierras); o que las grandes trasnacionales, que acaparan y controlan el mercado, provoquen la caída en los precios de esos cultivos. Cualquiera de estas situaciones serán suficientes para provocar la quiebra del campesinado, que no podrá seguir comprándole a la trasnacional las semillas transgénicas y los agroquímicos, para ese entonces ya muy caros.
La promoción de zonas enteras para la producción de monocultivos destinados a satisfacer la demanda del mercado mundial, dejando deliberadamente de lado la autosuficiencia alimentaria regional. Esto ya sucede en muchas partes del sur de México. Un claro ejemplo lo tenemos a la vista en la región de Marqués de Comillas en Chiapas (que se asienta precisamente sobre extensos yacimientos petrolíferos y encima de un importante banco biogenético), con la palma africana, el chile jalapeño, la vainilla, el hule eubea (latex), el cedro y la caoba. Quizá el mejor ejemplo en la actualidad sea la promoción a gran escala que se está haciendo, con el respaldo del Banco Mundial, para crear grandes plantaciones de palma africana (la reina de las oleaginosas) en tierras campesinas de los países del trópico latinoaméricano. Esto se da justo en un momento en que el mercado global de este producto se encuentra en una grave crisis debido a la abrupta caída en sus precios; ocasionando ya severos problemas económicos en Malasia e Indonesia, sus principales productores. La estrategia es maquiavélica y sencilla: la gran empresa firma un contrato con el campesinado; éste destina su tierra al monocultivo, dejando de producir los alimentos necesarios para su autoconsumo; como la palma tarda en producir unos 5 años, durante ese periodo la empresa va adelantando dinero al campesinado a manera de préstamo; una vez iniciada la cosecha, los precios mundiales estarán a la baja y el campesinado no obtendrá ni siquiera lo suficiente para cubrir! el adeudo con la empresa; el resultado final, será la inevitable quiebra del campesinado y por lo tanto la perdida o abandono de su tierra. Se trata de una táctica que ya ha probado más que suficientemente su efectividad para quebrar las economías campesinas. Revisemos la historia de los últimos 500 años en nuestra América Latina, en donde el imperio destinó regiones enteras como monoproductoras de materias primas (agrícolas y minerales) para la metrópoli, y que invariablemente terminaron en una ruina fatal ante los virajes insensibles del mercado mundial: caña de azúcar, algodón, café, cacao, caucho, chicle, plátano, maderas, etc., así como oro, plata, esmeraldas y otros minerales. ¿Dónde quedó tanta riqueza extraída? En nuestros países no, salvo las huellas de lo que fueron resplandecientes y efímeros centros urbanos: Manaos, La Habana, Mérida, Ceará, Potosí, Minas Gerais, Zacatecas, etc.
La introducción, con el pretexto de reforestar, de plantaciones forestales a la conocida manera de los monocultivos, que lejos de repoblar la zona con árboles nativos del ecosistema, serán destinadas a satisfacer la demanda de materia prima que requiere el mercado mundial; con el consecuente agotamiento productivo de la tierra, y el inminente riesgo de las fluctuaciones de precios que derivarán invariablemente en pérdidas para el campesinado. No es casual que el Plan Nacional de Reforestación del gobierno de Fox, haya sido elaborado por la trasnacional finlandesa Porgy, líder mundial en la explotación maderera.
Promover entre el campesinado plantaciones peligrosas, como el árbol de eucalipto, que luego de 7 años les da grandes ganancias a las trasnacionales papeleras, dejando las tierras del campesinado totalmente estériles. O cultivos que necesitan gran cantidad de agroquímicos que degradan la tierra y contaminan los ríos; provocando el posterior abandono de esas zonas.
Abandonar, como se ha venido haciendo desde los últimos años, políticas gubernamentales de apoyos, subsidios y créditos al campesinado; y/o seguir manteniendo en el olvido, la obligación del Estado de otorgarle a la población campesina los servicios sociales básicos, como salud y educación. Igualmente, seguir permitiendo la existencia de esa red de intermediarios (coyotes) y acaparadores locales, que absorben todas las ganancias mientras empobrecen al productor.
Continuar sin regular la libre entrada al país de productos agrícolas baratos del extranjero, como sucede con el NAFTA, provocando que el campesinado se vea obligado a bajar sus precios por debajo de los costos de producción, para así poder "competir" en el mercado. Basta con observar unas cifras: mientras de 1982 a 1998, el precio que se pagó al campesino por el maíz producido cayó un 50% en términos reales, la tortilla de maíz industrializada subió el 400%; y un incremento similar tuvieron los insumos requeridos por el campesino para producir.
Seguir, como lo hicieron los gobiernos de Ernesto Zedillo y Roberto Albores, provocando conflictos y enfrentamientos violentos entre las comunidades, para lograr así que se desplacen. En ese sentido, la táctica a base de grupos paramilitares y guardias blancas es generalizada al menos en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
Expulsar directamente a las comunidades campesinas bajo argumentos “legales” o de interés nacional (como lo pueden ser la construcción de presas o aeropuertos, y la supuesta preservación ecológica de zonas naturales). Para ello, cuando los ilegítimos instrumentos "legales" no funcionan, se viene usando a la fuerza militar y/o policiaca.
Continuar permitiendo que empresas camaroneras dedicadas a la exportación, sigan creando sus granjas camaronícolas en los manglares de las costas de Chiapas y Campeche; provocando que el ecosistema se deteriore grado tal, que aniquile la economía de las poblaciones pescadoras.
Y para cerrar la pinza, Fox y el gran capital con su Plan Puebla-Panamá, le ofrecerán al campesinado una salida (más bien trampa) “bondadosa” para que se “libre” de todos los problemas antes enlistados: las plantas maquiladoras que piensan instalar en la región. La consigna es simple: deja tu tierra para que sea acaparada por los modernos terratenientes trasnacionales, y ve a buscarte la vida en las maquiladoras.
EL DESTINO MAQUILADOR DE LA REGIÓN.
Como si se tratara de otro asunto, pero que en realidad forma parte integral del Plan Puebla-Panamá, el gobierno de Fox ha creado un proyecto denominado Marcha Hacia el Sur, que pretende crear todas las condiciones (laborales y de infraestructura) para instalar en el sur-sureste de México varios corredores para la industria maquiladora trasnacional. ¿Serán éstos los "nodos de población" a los que se refiere el Plan Puebla-Panmá, y dónde piensan reubicar a l@s indígenas y campesin@s desplazad@s por las causas antes detalladas? Sí.
La instalación de plantas maquiladoras tiene al menos tres objetivos visibles: ser el anzuelo para que el campesinado encuentre una opción que le invite a abandonar sus tierras; la explotación de una abundante mano de obra barata; y por otro lado, la solución que encontrarán los EE. UU. para resolver en parte el problema que tienen con el sobrante de trabajador@s indocumentad@s que migran a ese país desde México y Centroamérica. El Plan Puebla-Panamá, también como un regulador de los flujos migratorios.
Pero el asunto de las maquiladoras tiene muchas otras aristas filosas. Fox y la clase empresarial usan la demagogia para profetizar que con éstas solucionarán la falta de empleos en la región. Mientras que la verdadera razón, la de fondo, es que serán parte de un proyecto de explotación masiva de seres humanos; profundamente antidemocrático y que atenta contra las soberanías de todos los países afectados.
Mientras mayor sea el número de campesin@s que lleguen a las maquiladoras, y habrá más que suficientes, más ardua será la competencia entre ell@s mism@s para conseguir el ansiado empleo, ocasionando una presión a la baja en los salarios y a la alta en las horas de jornada laboral. Ello brindará a las trasncionales enormes dividendos; mientras que a los gobiernos de nuestros países les permitirá crear una cortina de humo a base de cifras macroeconómicas, con la cual ocultar el empobrecimiento masivo y acelerado de toda la población que habita la región. El resultado, al medir la economía nacional como un todo, sin particularizar la situación de las clases más desprotejidas, será pues el disfraz perfecto para justificar el “éxito” del Plan Puebla-Panamá.
Así ha venido sucediendo en la frontera norte de México, dónde se han instalado miles de plantas maquiladoras trasnacionales que tienen a su cargo el 80% de las exportaciones mexicanas no petroleras. De este modo la macroeconomía ha venido arrojando números globales más que engañosos, pues las utilidades no bajan al bolsillo de la clase trabajadora, sino a las jugosas cuentas bancarias de las trasnacionales.
Revisando los modos de operar de esas maquiladoras, encontramos que se dan el lujo de despedir a cuanta persona intente organizarse y/o luchar por mejores condiciones laborales: boletinándolas además de inmediato en una “lista negra” que rola entre las maquiladoras, a fin de que no vuelvan a ser contratadas por ninguna de éstas. Mantener una planta de trabajadores/as dóciles, es su objetivo.
No olvidemos que para dejarles el camino fácil a las maquiladoras, y también por exigencia del NAFTA, Zedillo reformó la Ley Federal del Trabajo quitándole a l@s trabajadores/as muchas de las armas legales que tenían para defenderse. Así, hoy vemos que las maquiladoras son reacias a aceptar que sus trabajadoras/es formen sindicatos, negándoles entre otras prestaciones sociales, los servicios de salud, la indemnización por despido, el reconocimiento de antigüedad laboral (pues los contratos son por un máximo de tres meses, y la prorroga de tiempo es mediante otros contratos iguales), y en el caso de mujeres que se embarazan, el despido es inmediato.
Pero en torno a las maquiladoras, como se observa en la frontera norte, se suceden una serie de fenómenos sociales adversos que por supuesto están ocultando quienes pretenden imponernos el Plan Puebla-Panamá. Esta problemática, que se detallará a continuación, será aún más grave en esta región donde el contexto socio-cultural es predominantemente indígena y campesino:
En muchas maquiladoras se manejan productos tóxicos o venenosos, cuyo uso está prohibido en los países llamados primermundistas. Ello se refleja en un elevado índice de casos de cáncer, malformaciones en recién nacid@s, sangre contaminada y otros graves daños a la salud de l@s obrer@s.
Es frecuente ver que en las maquiladoras la mayoría de quienes trabajan son mujeres, e incluso menores de edad; pues en esta sociedad capitalista y patriarcal, es más barata su mano de obra que la de los hombres. Así, en mujeres y niñ@s se dan los mayores índices de explotación.
El fenómeno de las maquiladoras provoca inevitablemente migración de las comunidades y pueblos pequeños a los centros maquileros. Y frecuentemente llegan mujeres y hombres sol@s, habiendo dejado atrás a sus familias, con el consiguiente rompimiento de la estructura familiar y del tejido comunitario; lo cual genera una serie de problemas sociales en su lugar de origen.
Las mujeres que llegan solas a los centros maquileros, además de ser víctimas permanentes de hostigamiento sexual, se ven acosadas por la sombra de la prostitución. Usualmente tienen baja escolaridad, cuando no son analfabetas, y llevan consigo muy poco dinero; al buscar trabajo se encuentran con que no lo hay suficiente y además les piden cartas de recomendación que no portan; al prolongarse esta situación, se ven en la disyuntiva de morirse de hambre o engrosar las filas de la prostitución, tan común en estos centros maquileros.
Por otro lado, el modo de producción en las maquiladoras, a base de trabajo superespecializado, simple y monótono, genera tal hartazgo en l@s obrer@s que frecuentemente recurren a un distractivo: alcohol o drogas. Para ello proliferan los bares y prostíbulos donde dejan gran parte de lo poco que ganan. Y ya podremos entonces imaginarnos las secuelas que conlleva en esos lugares el tráfico de drogas.
Ante este ambiente de descomposición social, el SIDA, la delincuencia y la violencia, son componentes que se proyectan en cifras muy elevadas.
Y por si fuera poco, existe algo más que debemos saber sobre las maquiladoras. Primero, que no son fábricas en las que se elaboran productos industriales completos, sino instalaciones simples donde se desarrollan sólo ciertos procesos de la fabricación. Esto abarata los costos de producción, maximizando las ganancias de las grandes empresas. Así, dividen su gran fábrica instalando varias maquiladoras especializadas en la elaboración de ciertos componentes del producto final, y en otras que sólo ensamblan. Las ubican en diferentes sitios, en los que encuentran las respectivas materias primas más cercanas y baratas, así como condiciones laborales que les sean ventajosas (leyes flexibles, y por lo tanto mano de obra dócil y barata). Y guardan la gran ventaja de que, por su poca infraestructura, pueden en cualquier momento mudarlas fácilmente a otros lugares que vayan siéndoles más atractivos.
Bajo este esquema de producción, de división del trabajo superespecializado, l@s obreros nunca ven el proceso completo de fabricación de un producto terminado. Por lo tanto su actividad no les genera un aprendizaje digno, sino tan sólo el llegar a conocer una parte aislada del proceso total. Ello conlleva dos cosas graves para el/la obrer@: ¿cómo argumentar mejoría salarial si el trabajo que desempeña es tan simple y cualquiera puede hacerlo (y hay miles esperando una vacante)?; y por otro lado, ¿cómo va a percatarse de todo el proceso de acumulación de capital, que es factor indispensable para que reflexione sobre su condición de clase?
Ambos aspectos, inherentes al modo de producción maquilador, le limitan severamente al/la obrer@ el horizonte indispensable para su emancipación. Históricamente, el trabajo hacia las veces de una escuela en la que se aprendían cosas sustantivas que podían traducirse en beneficios futuros. Con el modelo maquilador le nulifican a la clase obrera su capacidad de desarrollo creativo y el aprendizaje de una actividad completa, inhibiendo así el desarrollo intelectual que le permita conocer una herramienta básica para analizar el papel que juega, como trabajador/a, dentro del proceso de acumulación del capital.
Por último, es claro que con el Plan Puebla-Panamá llegarían a las maquiladoras no sólo indígenas y campesin@s mexican@s, sino también de los países hermanos de Centroamérica donde la pobreza es aún mayor que en México. Ello provocaría una feroz competencia por los puestos laborales, que se traduciría en una presión hacia la baja en los salarios. Lo que inevitablemente generaría actitudes hostiles y xenófobas hacia “l@s migrantes extranjer@s que vendrán a robarnos nuestros puestos de trabajo”; factor que impedirá su unión como clase trabajadora igualmente explotada.
CONCLUSIONES.
Bajo los criterios descritos a lo largo de este documento, vemos que el llamado “nuevo gobierno” de Fox le sigue apostando a repetir los mismos errores históricos que cometieron los diferentes regímenes priístas a los que tanto criticó: sometimiento a los dictados que vienen desde Washington; y “proyectos” diseñados desde el escritorio e impuestos verticalmente desde una visión centralista, sin consultar a la gente que vive en donde se aplicarán y sin tomar en cuenta su cultura, idiosincrasia, necesidades y vocación natural (que en el caso de la región que nos ocupa es eminentemente comunitaria y agrícola).
Paralelamente, el Plan Puebla-Panamá no dejará de ser también un proyecto que disfrace el verdadero rostro de injusticia en la economía nacional. Amparado bajo las tesis neoliberales, reflejará hacia la opinión pública sólo una cara de la moneda: la del aumento en las exportaciones, la de un superávit en la balanza comercial, y en general la de una macroeconomía sana. Mientras tanto, en la cara de abajo se ocultará el hecho de que esa bonanza económica estará sustentada en la sobre-explotación de la clase trabajadora y de los recursos estratégicos de la nación. Y esto NO ES DESARROLLO (al menos NO para el pueblo).
Coincidentemente, las formas en que Fox pretende imponernos el Plan Puebla-Panamá también son repetición de los modos empleados por el PRI. Sólo basta mirar cómo está llevando a cabo sus “Foros” de “Consulta” a las poblaciones locales: que ni son foros, ni son de consulta. Se trata de auténticos montajes, con ponencias amañadas por parte de acarreados y neo-paleros que se prestan a legitimar el acto. Al menos así consta que fueron los celebrados en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y en Tlapa, Guerrero.
Así, el Plan Puebla-Panamá pasará a ser uno más de los “proyectos” inviables que se agregará a la colección de fracasos (al menos en lo que se refiere a la situación de miseria en el grueso de la población) y que, como siempre, acabará cargando los costos sobre las espaldas de las clases más empobrecida. En este sentido, el presidencialismo en México sigue vigente y la falta de democracia es evidente: el sistema sigue repitiéndose a si mismo.
Y ya que hablamos de la repetición de errores, también es oportuno hablar de la repetición de traiciones. Así como Zedillo hizo de lado su "responsabilidad" para con l@s más necesitad@s, destinando multimillonarios recursos públicos para el rescate de los grandes empresarios nacionales (muchos de ellos sumergidos en la corrupción), como fueron los casos del Rescate Carretero o del Rescate Bancario mediante el FOBAPROA-IPAB (ambos aprobados por legisladores/as panistas de la mano de l@s priístas), ahora Fox repite una traición similar al pueblo de México: con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo piensa construir una costosa infraestructura en vías de comunicación, que no tienen por finalidad servirle al pueblo, sino satisfacer los requerimientos del mercado mundial y sus grandes transnacionales, al mismo tiempo que cubrir necesidades logísticas de sus fuerzas armadas.
Y esto último va de la mano, además, de otro grave efecto negativo para el país: al aceptar los recursos del BID (que no beneficiarán al pueblo) se estará incrementando la deuda externa (que sí la paga el pueblo), engrosando así las cadenas de dominación a través de las cuales esos organismos financieros multilaterales nos han sometido históricamente: imponiéndonos políticas antinacionales que, como las medidas de ajuste estructural, sólo han servido para consolidar el neoliberalismo y proteger los intereses políticos y económicos del imperialismo yankee.
Y ya que hablamos del imperialismo (que más que yankee ha pasado a ser ya de las trasnacionales del todo el mundo) y ubicándonos en la importancia estratégica que jugarán en un futuro los recursos biogenéticos (de los que es inmensamente rica la región entre Panamá y el sur de México) para el control global de alimentos y medicinas, no podemos dejar de reflexionar en lo siguiente:
Las trasnacionales han trabajado sistemáticamente en minar la soberanía alimentaria de las naciones pobres, haciéndolas monoproductoras de materias primas para el mercado mundial.
Hoy, con la consolidación del neoliberalismo, estamos asistiendo a la era de las grandes megafusiones empresariales: así como vemos que las grandes corporaciones transportistas (navieras, aéreas y ferrocarrileras) se van integrando para crear lo que se llama la el sistema de transportación multimodal, igualmente lo están haciendo las farmaceuticas con las químicas y con las alimentarias (Du-Pont, Monsanto, Novartis-Syngenta, Aventis, Dow Chemical, etc.), para consolidarse en el monopolio de los alimentos y las medicinas.
Así vemos que en 1980 existían en el mundo 7000 empresas semilleras que cubrían el 1% del mercado mundial. En 1990, su número se había reducido a 400. Y en el año 2000, ya mediante estas modernas megafusiones alimentario-químico-farmaceuticas, 10 trasnacionales controlan el 35% de todas las semillas del planeta (gran parte transgénicas), al tiempo que controlan el 84% de los agroquímicos y el 47% de los medicamentos. De éstas, las cinco principales (Du-Pont, Monsanto, Novartis, Aventis y Pulsar) tienen el 74% de las semillas patentadas en todo el mundo.
Lo anterior nos puede dar una idea del poder escandaloso que han logrado consolidar un puñado de trasnacionales, cuyos colmillos se dirigen a toda marcha sobre las regiones del mundo ricas en biodiversidad. Y si a ello sumamos la conocida voracidad de las trasnacionales petroleras, eléctricas, e industriales, podremos entonces sentir la vulnerabilidad en que nos encontramos quienes vivimos, y somos l@s legítim@s dueñ@s, de la región comprendida entre el Darién panameño y el sur-sureste mexicano.
Visto así el panorama que nos presenta la globalización y la hegemonía del gran capital, se nos sitúa como en el conocido juego de turista: ell@s ya se han adueñado de todo, mientras nosotr@s percibimos un ingreso mínimo (de supervivencia); y donde quiera que pisemos tendremos que pagarles..... hasta que no tengamos con qué, y lo perdamos todo. Nos ofrecen un panorama en donde “yo trabajo, tú trabajas, él trabaja, ella trabaja, nosotr@s trabajamos, ustedes trabajan...... y ell@s siempre ganan.
No hay solución. ¿Nos morimos..... o les tiramos todo su pinche jueguito y lo rehacemos nosotr@s a nuestra manera?.
Elaborado por:
COORDINADORA REGIONAL DE LOS ALTOS DE CHIAPAS DE LA SOCIEDAD CIVIL EN RESISTENCIA

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