Enviado por Eduardo Ibarra:
Hilda Ledesma vs Marcela Gómez
por Ciro Gómez Leyva
Entiendo que la conciencia suele elegir caminos tortuosos para expresarse. Aun así, me impresiona el comportamiento de la señora Hilda Ledesma Mayoral de Muñoz. No la conozco, acaso la he saludado en un par de eventos. Conozco, en cambio, a su esposo Raúl Muñoz Leos, ex director de Pemex: un tipo fino, estoy seguro que un hombre de bien.
Me entero, sin embargo, que mi compañera Marcela Gómez Zalce acaba de denunciar a la señora Hilda por agravio, por haberla amenazado en su integridad física.
En 2004, Marcela escribió varias columnas sobre la desventura de Hilda. Dice en la demanda que fueron textos sobre “las diversas intervenciones quirúrgicas, estéticas” a que se sometió la señora, “así como en relación a otras irregularidades, al parecer ocurridas durante la gestión del señor Raúl Muñoz Leos”.
Y asegura que los Muñoz Leos jamás le pidieron aclaraciones, precisiones, derecho de réplica.
Pues bien, el viernes ocurrió lo siguiente; cito textual la declaración de Marcela: “Con fecha de 9 de febrero del año en curso, la suscrita se encontraba en el lobby del Hotel Intercontinental, ubicado en la zona hotelera de Polanco, cuando súbitamente me abordó la señora Hilda Ledesma Mayoral de Muñoz, y a gritos, con una actitud amenazante, me dijo: ‘Te vamos a romper toda tu madre… yo no te tengo miedo, perfecta cabrona… te voy a romper toda tu madre… ándate con mucho cuidado hija de la chingada, porque te vamos a romper toda la madre’”.
Marcela pide que se ejercite acción penal contra su presunta agresora. Un beso para mi compañera y mi sorpresa por la reacción de la señora de Muñoz. No debe ser fácil superar un episodio como el de 2004. Y, sí, la conciencia suele elegir caminos tortuosos para expresarse.
Amenazas
por Marcela Gómez Salce
El rol de la prensa fue (y es) imprescindible en develar todos los excesos incurridos por funcionarios federales... donde la ausencia de consecuencias y la aplicación irrestricta de la ley fueron, en los casos más escandalosos, rara vez ejecutadas.
¿Por qué le cuento esto? Ahí le va.
El pasado viernes 9, después de comer en un conocido restaurante en la zona de Polanco, esta columnista fue abordada en un lugar público de manera ruda y grosera por la esposa de Raúl Muñoz Leos, ex director de Petróleos Mexicanos, Hilda Ledesma. Enarbolando las viejas prácticas y ominosos procedimientos, a gritos la señora espetó, en un lenguaje que haría palidecer a un carretonero, que, básicamente, me anduviera con cuidado porque me iban a romper toda la madre, entre otras linduras.
¿Ajá?
En el sur del país los caciques, con actitudes como las de ella, siguen reprimiendo no sólo a periodistas, sino a mexicanos en general. Desde el norte estamos siendo testigos mudos de cómo las amenazas de los narcotraficantes van acallando a la prensa, inclusive a los más valientes, porque el Estado no ha sido capaz de garantizar la seguridad de sus periodistas.
El sexenio de Vicente Fox no sólo fue uno de los peores en la historia de los periodistas en México, sino que nos llevó a los casilleros más bajos en el mundo, aún entre aquellas naciones que viven en guerra civil.
Las historias de periodistas amenazados —ayer La Jornada daba cuenta de los actos de intimidación a su reportero (con quien nos solidarizamos) Alfredo Méndez Ortiz, quien previamente recibiera amenazas telefónicas de muerte—, obliga a que desde el Estado se detenga la peligrosa percepción de que lo que impera es la ley de la selva.
Sin duda, nuestras leyes necesitan ser mejoradas y el Congreso deberá poner mucho más atención en ello, pero eso no significa que debemos hacer caso omiso y aquél que tenga la pistola más rápida, despacharse a gusto.
Por lo pronto, my dear friend, he presentado una denuncia ante la PGJDF, con folio FACI/50/T1/149/07-02, en la cual doy constancia de los condenables hechos. La amenaza sobre la integridad física de las personas se responde con la ley. Es el camino a seguir. En estos días la misma será presentada ante la Fiscalía contra los derechos de los periodistas. Bienvenida, pues... la ley.
Columnas publicadas en Milenio del 14 de febrero 07.
Hilda Ledesma vs Marcela Gómez
por Ciro Gómez Leyva
Entiendo que la conciencia suele elegir caminos tortuosos para expresarse. Aun así, me impresiona el comportamiento de la señora Hilda Ledesma Mayoral de Muñoz. No la conozco, acaso la he saludado en un par de eventos. Conozco, en cambio, a su esposo Raúl Muñoz Leos, ex director de Pemex: un tipo fino, estoy seguro que un hombre de bien.
Me entero, sin embargo, que mi compañera Marcela Gómez Zalce acaba de denunciar a la señora Hilda por agravio, por haberla amenazado en su integridad física.
En 2004, Marcela escribió varias columnas sobre la desventura de Hilda. Dice en la demanda que fueron textos sobre “las diversas intervenciones quirúrgicas, estéticas” a que se sometió la señora, “así como en relación a otras irregularidades, al parecer ocurridas durante la gestión del señor Raúl Muñoz Leos”.
Y asegura que los Muñoz Leos jamás le pidieron aclaraciones, precisiones, derecho de réplica.
Pues bien, el viernes ocurrió lo siguiente; cito textual la declaración de Marcela: “Con fecha de 9 de febrero del año en curso, la suscrita se encontraba en el lobby del Hotel Intercontinental, ubicado en la zona hotelera de Polanco, cuando súbitamente me abordó la señora Hilda Ledesma Mayoral de Muñoz, y a gritos, con una actitud amenazante, me dijo: ‘Te vamos a romper toda tu madre… yo no te tengo miedo, perfecta cabrona… te voy a romper toda tu madre… ándate con mucho cuidado hija de la chingada, porque te vamos a romper toda la madre’”.
Marcela pide que se ejercite acción penal contra su presunta agresora. Un beso para mi compañera y mi sorpresa por la reacción de la señora de Muñoz. No debe ser fácil superar un episodio como el de 2004. Y, sí, la conciencia suele elegir caminos tortuosos para expresarse.
Amenazas
por Marcela Gómez Salce
El rol de la prensa fue (y es) imprescindible en develar todos los excesos incurridos por funcionarios federales... donde la ausencia de consecuencias y la aplicación irrestricta de la ley fueron, en los casos más escandalosos, rara vez ejecutadas.
¿Por qué le cuento esto? Ahí le va.
El pasado viernes 9, después de comer en un conocido restaurante en la zona de Polanco, esta columnista fue abordada en un lugar público de manera ruda y grosera por la esposa de Raúl Muñoz Leos, ex director de Petróleos Mexicanos, Hilda Ledesma. Enarbolando las viejas prácticas y ominosos procedimientos, a gritos la señora espetó, en un lenguaje que haría palidecer a un carretonero, que, básicamente, me anduviera con cuidado porque me iban a romper toda la madre, entre otras linduras.
¿Ajá?
En el sur del país los caciques, con actitudes como las de ella, siguen reprimiendo no sólo a periodistas, sino a mexicanos en general. Desde el norte estamos siendo testigos mudos de cómo las amenazas de los narcotraficantes van acallando a la prensa, inclusive a los más valientes, porque el Estado no ha sido capaz de garantizar la seguridad de sus periodistas.
El sexenio de Vicente Fox no sólo fue uno de los peores en la historia de los periodistas en México, sino que nos llevó a los casilleros más bajos en el mundo, aún entre aquellas naciones que viven en guerra civil.
Las historias de periodistas amenazados —ayer La Jornada daba cuenta de los actos de intimidación a su reportero (con quien nos solidarizamos) Alfredo Méndez Ortiz, quien previamente recibiera amenazas telefónicas de muerte—, obliga a que desde el Estado se detenga la peligrosa percepción de que lo que impera es la ley de la selva.
Sin duda, nuestras leyes necesitan ser mejoradas y el Congreso deberá poner mucho más atención en ello, pero eso no significa que debemos hacer caso omiso y aquél que tenga la pistola más rápida, despacharse a gusto.
Por lo pronto, my dear friend, he presentado una denuncia ante la PGJDF, con folio FACI/50/T1/149/07-02, en la cual doy constancia de los condenables hechos. La amenaza sobre la integridad física de las personas se responde con la ley. Es el camino a seguir. En estos días la misma será presentada ante la Fiscalía contra los derechos de los periodistas. Bienvenida, pues... la ley.
Columnas publicadas en Milenio del 14 de febrero 07.
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