Video de HXPEJE
De nuevo estamos aquí reunidos en esta gran asamblea democrática. Este hecho, por sí mismo, muestra la vitalidad de nuestro movimiento. Han transcurrido ocho meses después del fraude electoral y aquí estamos, seguimos. A pesar de los pesares, no han podido destruirnos.
En esta ocasión nos congregamos para hacer un balance de nuestras decisiones políticas y, desde luego, para evaluar nuestras acciones en el marco de nuestro objetivo general de transformar a México, proteger al pueblo y defender el patrimonio de la nación. Comienzo con una interrogante: ¿fue correcto o no que, después del fraude electoral, se haya constituido esta Convención Nacional Democrática y el gobierno legítimo de México?
Aunque cada uno debe tener ya su propia valoración, mi respuesta es que fue acertado tomar este camino, el haber optado por esta estrategia. Si hubiéramos tomado el camino trillado de siempre, nos hubiéramos debilitado políticamente y, sobre todo, no tendríamos autoridad moral. Imaginemos qué hubiera pasado y qué sería de nosotros si aceptamos las llamadas reglas del juego de la política tradicional. Si después del fraude, en aras de una supuesta unidad nacional, negociamos o llegamos a acuerdos políticos con quienes pisotearon la voluntad popular, violaron la Constitución y usurparon el gobierno.
Si hubiésemos actuado de esa manera, habríamos convalidado el golpe a la democracia y cancelado la posibilidad de una sociedad mejor para millones de mexicanos. En otras palabras, si hubiésemos actuado bajo la máxima, según la cual el que no transa no avanza, no tendríamos cara para ver de frente a nadie sin avergonzarnos, ni siquiera a nuestros hijos. Sencillamente no estaríamos aquí.
Asimismo, si en las protestas contra el fraude no conducimos con responsabilidad el movimiento y caemos en la trampa de la violencia, tampoco eso hubiese sido una salida. Al contrario, habríamos dado el pretexto que querían nuestros adversarios para reprimir, intimidar y desatar el miedo. Nuestro movimiento no tendría hoy el apoyo de millones de mexicanos que quieren un cambio verdadero, pero sin violencia. Estaríamos en todo ese vía crucis que significa la pérdida de vidas, las desapariciones, las cárceles, el ultraje a mujeres, la tortura y la violación a los derechos humanos. Y posiblemente tampoco estaríamos aquí.
Pero también habría sido un error garrafal el sólo limitarnos a no aceptar el fraude y protestar pacíficamente, como lo hicimos, pero retirarnos a nuestras casas y dejar tirado el movimiento. Es decir, si hubiésemos caído en el inmovilismo al no dar continuidad a nuestra lucha, y quedarnos a esperar hasta que llegaran las nuevas elecciones. En vez de esto, ¿qué fue lo que hicimos? Asumimos nuestra responsabilidad histórica. Rechazamos el fraude, desconocimos al gobierno usurpador, declaramos abolido el régimen de corrupción y privilegios, mandamos al diablo a sus instituciones, protestamos y lo seguiremos haciendo, con responsabilidad y con apego a los principios de la resistencia civil pacífica.
Pero lo más importante de todo es que tomamos la decisión de crear este espacio de la Convención Nacional Democrática, de constituir el gobierno legítimo y de seguir luchando hasta lograr la verdadera transformación de México. ¿Por qué sostenemos que debe haber una transformación en México? En primer lugar, porque nada se logrará si continúa operando este régimen autoritario de corrupción y privilegios. Por el contrario, entre más dure esta pesadilla, más deterioro habrá en todos los órdenes de la vida nacional.
De nuevo estamos aquí reunidos en esta gran asamblea democrática. Este hecho, por sí mismo, muestra la vitalidad de nuestro movimiento. Han transcurrido ocho meses después del fraude electoral y aquí estamos, seguimos. A pesar de los pesares, no han podido destruirnos.
En esta ocasión nos congregamos para hacer un balance de nuestras decisiones políticas y, desde luego, para evaluar nuestras acciones en el marco de nuestro objetivo general de transformar a México, proteger al pueblo y defender el patrimonio de la nación. Comienzo con una interrogante: ¿fue correcto o no que, después del fraude electoral, se haya constituido esta Convención Nacional Democrática y el gobierno legítimo de México?
Aunque cada uno debe tener ya su propia valoración, mi respuesta es que fue acertado tomar este camino, el haber optado por esta estrategia. Si hubiéramos tomado el camino trillado de siempre, nos hubiéramos debilitado políticamente y, sobre todo, no tendríamos autoridad moral. Imaginemos qué hubiera pasado y qué sería de nosotros si aceptamos las llamadas reglas del juego de la política tradicional. Si después del fraude, en aras de una supuesta unidad nacional, negociamos o llegamos a acuerdos políticos con quienes pisotearon la voluntad popular, violaron la Constitución y usurparon el gobierno.
Si hubiésemos actuado de esa manera, habríamos convalidado el golpe a la democracia y cancelado la posibilidad de una sociedad mejor para millones de mexicanos. En otras palabras, si hubiésemos actuado bajo la máxima, según la cual el que no transa no avanza, no tendríamos cara para ver de frente a nadie sin avergonzarnos, ni siquiera a nuestros hijos. Sencillamente no estaríamos aquí.
Asimismo, si en las protestas contra el fraude no conducimos con responsabilidad el movimiento y caemos en la trampa de la violencia, tampoco eso hubiese sido una salida. Al contrario, habríamos dado el pretexto que querían nuestros adversarios para reprimir, intimidar y desatar el miedo. Nuestro movimiento no tendría hoy el apoyo de millones de mexicanos que quieren un cambio verdadero, pero sin violencia. Estaríamos en todo ese vía crucis que significa la pérdida de vidas, las desapariciones, las cárceles, el ultraje a mujeres, la tortura y la violación a los derechos humanos. Y posiblemente tampoco estaríamos aquí.
Pero también habría sido un error garrafal el sólo limitarnos a no aceptar el fraude y protestar pacíficamente, como lo hicimos, pero retirarnos a nuestras casas y dejar tirado el movimiento. Es decir, si hubiésemos caído en el inmovilismo al no dar continuidad a nuestra lucha, y quedarnos a esperar hasta que llegaran las nuevas elecciones. En vez de esto, ¿qué fue lo que hicimos? Asumimos nuestra responsabilidad histórica. Rechazamos el fraude, desconocimos al gobierno usurpador, declaramos abolido el régimen de corrupción y privilegios, mandamos al diablo a sus instituciones, protestamos y lo seguiremos haciendo, con responsabilidad y con apego a los principios de la resistencia civil pacífica.
Pero lo más importante de todo es que tomamos la decisión de crear este espacio de la Convención Nacional Democrática, de constituir el gobierno legítimo y de seguir luchando hasta lograr la verdadera transformación de México. ¿Por qué sostenemos que debe haber una transformación en México? En primer lugar, porque nada se logrará si continúa operando este régimen autoritario de corrupción y privilegios. Por el contrario, entre más dure esta pesadilla, más deterioro habrá en todos los órdenes de la vida nacional.
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