lunes, octubre 23, 2006

visión política

Una pequeña muestra de como llegaría atado de manos cal de ron, esto desde luego si lo dejamos

Po jorge zepeda patterson

El sábado el periódico español El País publicó una nota brutal por claridosa. México sigue siendo el maná para los bancos españoles, afirma el diario. “De hecho, los analistas consideran que es el país más rentable del mundo para hacer Banca”, apunta textual, y añade que aquí los bancos operan con márgenes cuatro veces superiores a los de España, gracias a que en México tenemos comisiones mayores.Al final, el directivo de uno de estos bancos señala: “Lo que aporta México sirve, entre otras cosas, para financiar parte del fuerte ritmo de crecimiento de España sin que el grupo tenga que ampliar capital”. No se trata de satanizar a la Banca, sino a un modelo que ha permitido márgenes desproporcionados en actividades como la telefonía, la televisión o la construcción de carreteras, por decir algunas.Quien apuntó el riesgo que corre Felipe Calderón de ser rebasado por la izquierda y por la derecha, hizo una buena analogía por partida doble. Ser rebasado por la izquierda se refiere al peligro de explosiones sociales y rupturas graves por la inconformidad de grupos empobrecidos, ante la incapacidad del Gobierno de atender sus demandas. Significa que, en efecto, Calderón “no pueda gobernar”, como llegó a decir López Obrador en alguno de sus discursos del Zócalo.Sin embargo, con todo el potencial de inestabilidad que representa ese riesgo para Calderón, a mí me parece que el reto que representa la derecha es más inmediato y apremiante. Entre otras muchas razones, porque si no resuelve su relación con los poderes económicos, el gobierno de Calderón no tendrá nada que ofrecer a los pobres más allá de obras de caridad con una mano y mano dura con la otra.Para que Calderón consiga disminuir la pobreza no basta con un alto crecimiento económico, requiere, además, de una mejor distribución. Los poderes de facto están de acuerdo con Felipe en lo primero (crecer más), pero nadie les ha metido en la cabeza lo segundo (distribuir mejor). ¿Cómo va a convencer a los banqueros de que reduzcan sus márgenes de comisión para promover un financiamiento más barato de la actividad económica? ¿Cuándo va a negociar con Slim para que su poderoso grupo reduzca tarifas o desmonte el monopolio que avasalla la economía mexicana? ¿De veras cree que la Coparmex accederá a modificar los privilegios del gran capital, para que se enriquezcan un poco menos y distribuyan un poco más?Convencer al rico de que modere su apetito no sólo es complicado por aquello del camello y de la aguja, sino también porque buena parte de la dinámica económica está sujeta a mercados globales en los que no cabe invocar la buena voluntad. Quizá un pacto con los 100 empresarios más poderosos de México, ayudaría a generar consensos para un ajuste al modelo, pero es un hecho que sin medidas legales y restricciones las fuerzas del mercado operan con su propia inercia.Lo cual reduce las opciones al terreno de lo político. ¿Puede Felipe Calderón con una visión de Estado obligar a las elites económicas a introducir medidas para paliar la desproporción social? No lo creo. Nunca como ahora los poderes económicos han sido tan activos en materia política. Participaron en el triunfo del propio Calderón financiando hasta el último momento la campaña, incluso con el riesgo de ser llamados al orden por el IFE. Pero sobre todo, porque han tomado posiciones clave dentro del propio aparato de Estado.Los principales grupos de poder económico tienen cuadros en el Poder Legislativo, están presentes en comisiones decisivas para la economía y ocupan posiciones claves de la administración pública. Luego de los excesos de Echeverría y la nacionalización de la Banca con López Portillo, el sector privado decidió que la clase política no era confiable para decidir los asuntos que les afectan y actuó en consecuencia.Personajes como Diego Fernández de Cevallos o Emilio Gamboa, incluso, operan mucho más como agentes de intereses de grupos económicos que como funcionarios de Estado.El tema no es cómo rebasar a estos grupos, sino simplemente cómo impedir que sigan avanzando. La manera en que se resolvió la llamada Ley Televisa, sin ninguna concesión al interés público y con todos los privilegios para los monopolios, confirma que el gran capital no se limita a influir en los funcionarios para sacar adelante sus intereses; ahora los opera directamente en los espacios del poder político.La transición política generó en México vacíos de poder que han sido aprovechados activamente por los poderes reales (incluyendo al narcotráfico). Para restablecer un mínimo de eficacia por parte del Estado mexicano, Calderón necesita sacrificios de parte de los grupos de poder, pero todo indica que éstos no están dispuestos a cederlo.Ha llegado el momento en que Calderón vuelva la vista hacia los sectores sociales que buscan el cambio. Una alianza con ese enorme impulso desde abajo podría darle mejores argumentos de negociación frente a los sectores poderosos.Antes de deshacerse de Josefina Vázquez, Florencio Salazar y operadores que tiendan puentes con los sectores populares, o de llenarse de diplomados procedentes de la Iniciativa Privada, Felipe tendría que evaluar la posibilidad de pactar seriamente con los que buscan rebasarlo por la izquierda.De no ser así, sólo le quedará confiar en lo “que sea su voluntad” de los grupos de poder y en rezar para que los dioses le concedan, como a Fox, un escenario económico benigno en Estados Unidos y la ayuda azarosa que representan las remesas de migrantes, precios de petróleo favorables, turismo y narcotráfico.Calderón requiere espacio de maniobra. Antes de pensar en rebasar, tendrá que asegurarse de que tiene el mando del volante. No es precisamente “El Peje” su mayor obstáculo, sino los que ayudaron a subirlo al auto para que se quedase en el asiento del pasajero.
Jorge Zepeda Patterson es economista y sociólogo/director de la revista Día Siete.

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