Nota enviada por Hilda Venegas:
A María ya no le alcanza para las tortillas. Ella no sabe de bio-combustibles, de Etanol, del mercado de futuros, de cupos de importación, de especulación. Ignora qué sea Cargill o Maseca. No tiene ni idea de la dependencia alimenticia ni de los transgénicos. María sólo sabe que la tortilla está muy cara y que sus familiares tendrán que “apretarse el cinturón” ya que el precio del producto con el que “terminaban de llenar la panza” –como ella lo confiesa- está donde se encuentran los suspiros que lanza cada que se da cuenta de lo bajo de su salario: por las nubes.
LOS HOMBRES DE MAÍZ
La impotencia de María puede multiplicarse por millones, ya que el 97 por ciento de los mexicanos comen este producto. En México se estima un consumo diario de 300 millones de tortillas. Y el que el aumento pegue directamente en el estómago duele mucho y a muchos.
Las familias de menores ingresos destinan 35 por ciento de su presupuesto al consumo de alimentos, mientras que las más ricas gastan sólo 10.5 por ciento, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne, de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres...” versa un fragmento del Popol Vuh, libro ancestral maya que no dista de la realidad. Se calcula que la población promedio consume 250 gramos de maíz por día. Esta ingesta llega a elevarse a 400 gramos o más por persona en los grupos sociales más pobres, entre ellos los indígenas.
La tortilla proporciona a los niños indígenas 80 por ciento de la energía que despliegan por día y para la población más pobre representa casi la mitad del aporte de sus calorías para ese mismo lapso, indican estudios del Instituto Nacional de Nutrición.
Poco más de 3.1 millones de campesinos mexicanos se dedican a la siembra del maíz y las personas vinculadas con su producción superan los 12.5 millones. De esta forma el aumento e incertidumbre de su precio se convierte en un tema de grandes dimensiones, que no sólo afecta a María y su parentela, sino a millones de mexicanos.
¿POR QUÉ?
Este aumento histórico en el precio del maíz se debe en buena parte al encarecimiento del grano en los mercados internacionales, cuya tonelada escaló de 73 dólares en 2005 a 150 dólares durante los primeros días de enero.
Expertos afirman que los precios subieron por el creciente uso que se está dando al maíz en la producción de Etanol y el Biodiesel en el mundo. Tal hecho incrementó la demanda sin que la oferta se haya elevado. Y para nuestra mala fortuna nuestro país no es autosuficiente en su producción y debe importar el grano principalmente desde Estados Unidos, país que ha decidido restringir su exportación para satisfacer la demanda interna que han generado los biocombustibles.
“LOS HIJOS DEL MAIS”
La “crisis del maíz” se acentúa ante el acaparamiento del grano y su restricción en el mercado esperando que se siga encareciendo para beneficiarse de esta alza. De tal suerte que México se ha visto obligado a comprar maíz a cualquier parte del mundo obligando al Presidente Felipe Calderón a tomar decisiones que quizá sean contraproducentes.
"He instruido a la Secretaría de Agricultura para que de inmediato revise el que se aumenten los cupos de importación de maíz para que si en este momento, por escasez o por el aumento que ha registrado el precio del maíz en el mundo, puedan traerse el maíz más barato que encuentren en cualquier parte del mundo, no me importa que lo traigan desde miles de kilómetros, lo importante es que ese no sea el argumento para elevar los precios”, afirmó el jefe del Ejecutivo federal.
LOS RIESGOS
El director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, Víctor Suárez Carrera advirtió que no es con subsidios, ni con importaciones, ni con el control de precios como se resolverá el problema del alza de precios de la tortilla ante la escasez de maíz. “Es necesario poner en marcha un programa emergente de producción del grano, porque los precios internacionales elevados llegaron para quedarse”, señaló. Por su parte, Ricardo Celma Álvarez, director del Consejo Estadounidense de Granos para la región de México y Centroamérica coincide con Suárez Carrera ya que estima que “el uso de maíz como principal materia prima para producir etanol se mantendrá vigente en los próximos años en la Unión Americana y, por tanto, continuará una presión de demanda del grano”.
Y ante la urgencia de conseguir el producto de donde sea y como sea, empresarios que impulsan la biotecnología pidieron al Gobierno eliminar los impedimentos legales a la siembra de maíz transgénico, con el argumento de que sólo así aumentará la productividad.
Sin embargo, grupos ambientalistas como Greenpeace afirmaron que la prohibición debe mantenerse, ya que las variedades transgénicas impactarían la gran biodiversidad del país y someterían a los agricultores a un tipo de "esclavismo" frente a las transnacionales que son dueñas de esas tecnologías.
Por su parte, Cruz López Aguilar, presidente de la Confederación Nacional Campesina, declaró que la importación de grano para frenar la carestía en varios productos básicos es un error porque ese acto alentará la especulación del producto y exhortó a las autoridades a dar prioridad a los asuntos del campo, generar una política de Estado para ese sector y volver a las instituciones de apoyo como la Conasupo, Fertilizantes Mexicanos, las Bodegas Rurales y la Productora Nacional de Semillas.
Mientras el debate continúa, María sigue suspirando y los campesinos mexicanos reafirman su dicho: “quien no siembra, cosecha calamidades”.
A María ya no le alcanza para las tortillas. Ella no sabe de bio-combustibles, de Etanol, del mercado de futuros, de cupos de importación, de especulación. Ignora qué sea Cargill o Maseca. No tiene ni idea de la dependencia alimenticia ni de los transgénicos. María sólo sabe que la tortilla está muy cara y que sus familiares tendrán que “apretarse el cinturón” ya que el precio del producto con el que “terminaban de llenar la panza” –como ella lo confiesa- está donde se encuentran los suspiros que lanza cada que se da cuenta de lo bajo de su salario: por las nubes.
LOS HOMBRES DE MAÍZ
La impotencia de María puede multiplicarse por millones, ya que el 97 por ciento de los mexicanos comen este producto. En México se estima un consumo diario de 300 millones de tortillas. Y el que el aumento pegue directamente en el estómago duele mucho y a muchos.
Las familias de menores ingresos destinan 35 por ciento de su presupuesto al consumo de alimentos, mientras que las más ricas gastan sólo 10.5 por ciento, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne, de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres...” versa un fragmento del Popol Vuh, libro ancestral maya que no dista de la realidad. Se calcula que la población promedio consume 250 gramos de maíz por día. Esta ingesta llega a elevarse a 400 gramos o más por persona en los grupos sociales más pobres, entre ellos los indígenas.
La tortilla proporciona a los niños indígenas 80 por ciento de la energía que despliegan por día y para la población más pobre representa casi la mitad del aporte de sus calorías para ese mismo lapso, indican estudios del Instituto Nacional de Nutrición.
Poco más de 3.1 millones de campesinos mexicanos se dedican a la siembra del maíz y las personas vinculadas con su producción superan los 12.5 millones. De esta forma el aumento e incertidumbre de su precio se convierte en un tema de grandes dimensiones, que no sólo afecta a María y su parentela, sino a millones de mexicanos.
¿POR QUÉ?
Este aumento histórico en el precio del maíz se debe en buena parte al encarecimiento del grano en los mercados internacionales, cuya tonelada escaló de 73 dólares en 2005 a 150 dólares durante los primeros días de enero.
Expertos afirman que los precios subieron por el creciente uso que se está dando al maíz en la producción de Etanol y el Biodiesel en el mundo. Tal hecho incrementó la demanda sin que la oferta se haya elevado. Y para nuestra mala fortuna nuestro país no es autosuficiente en su producción y debe importar el grano principalmente desde Estados Unidos, país que ha decidido restringir su exportación para satisfacer la demanda interna que han generado los biocombustibles.
“LOS HIJOS DEL MAIS”
La “crisis del maíz” se acentúa ante el acaparamiento del grano y su restricción en el mercado esperando que se siga encareciendo para beneficiarse de esta alza. De tal suerte que México se ha visto obligado a comprar maíz a cualquier parte del mundo obligando al Presidente Felipe Calderón a tomar decisiones que quizá sean contraproducentes.
"He instruido a la Secretaría de Agricultura para que de inmediato revise el que se aumenten los cupos de importación de maíz para que si en este momento, por escasez o por el aumento que ha registrado el precio del maíz en el mundo, puedan traerse el maíz más barato que encuentren en cualquier parte del mundo, no me importa que lo traigan desde miles de kilómetros, lo importante es que ese no sea el argumento para elevar los precios”, afirmó el jefe del Ejecutivo federal.
LOS RIESGOS
El director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, Víctor Suárez Carrera advirtió que no es con subsidios, ni con importaciones, ni con el control de precios como se resolverá el problema del alza de precios de la tortilla ante la escasez de maíz. “Es necesario poner en marcha un programa emergente de producción del grano, porque los precios internacionales elevados llegaron para quedarse”, señaló. Por su parte, Ricardo Celma Álvarez, director del Consejo Estadounidense de Granos para la región de México y Centroamérica coincide con Suárez Carrera ya que estima que “el uso de maíz como principal materia prima para producir etanol se mantendrá vigente en los próximos años en la Unión Americana y, por tanto, continuará una presión de demanda del grano”.
Y ante la urgencia de conseguir el producto de donde sea y como sea, empresarios que impulsan la biotecnología pidieron al Gobierno eliminar los impedimentos legales a la siembra de maíz transgénico, con el argumento de que sólo así aumentará la productividad.
Sin embargo, grupos ambientalistas como Greenpeace afirmaron que la prohibición debe mantenerse, ya que las variedades transgénicas impactarían la gran biodiversidad del país y someterían a los agricultores a un tipo de "esclavismo" frente a las transnacionales que son dueñas de esas tecnologías.
Por su parte, Cruz López Aguilar, presidente de la Confederación Nacional Campesina, declaró que la importación de grano para frenar la carestía en varios productos básicos es un error porque ese acto alentará la especulación del producto y exhortó a las autoridades a dar prioridad a los asuntos del campo, generar una política de Estado para ese sector y volver a las instituciones de apoyo como la Conasupo, Fertilizantes Mexicanos, las Bodegas Rurales y la Productora Nacional de Semillas.
Mientras el debate continúa, María sigue suspirando y los campesinos mexicanos reafirman su dicho: “quien no siembra, cosecha calamidades”.
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