Tres muros: mexicano, estadounidense y el neoliberal

Alvaro Cepeda Neri

Prólogo Político

I.- El imperialismo estadounidense, con el alcohólico de Bush, parece no saciar su gula expansionista, militar y comercial arrasando, a su paso guerrero, a la ONU, las soberanías de los países que erige en enemigos, los que tienen reservas petroleras y a los que surte de sus productos vía los tratados de libre comercio y a los que le envían mano de obra barata y materias primas. Mientras suelta por el mundo la "nueva buena" de que el neoliberalismo económico y el capitalismo salvaje son los medios para que el resto del mundo subdesarrollado y empobrecido del Sur hemisférico accedan al libre mercado y libre comercio que únicamente favorecen a los estadounidenses.II.- Los mexicanos hemos sido más desafortunados que agraciados con tener una frontera común con el imperio, cuando no para agredirnos, después de la expansión geográfica para robarnos la mitad de lo que fue nuestro territorio, para mantenernos a raya con su racismo, mientras ha permitido la entrada de mexicanos indocumentados para ser utilizados como esclavos en actividades despiadadas del campo y humillantes en los servicios, víctimas siempre de la discriminación racial y cultural. Y contratando a una minoría para simular que tiene trabajadores con todas las de la ley.III.- Y cuando ya no necesitan ni esclavos ni trabajadores mexicanos, la patrulla fronteriza yanqui los persigue, golpea y mata, mientras deja que se mueran al atravesar, por el Bravo o por tierra y el desierto quienes, expulsados por el desempleo en nuestro país, agudizado por el sexenio ultraderechista del foxismo, emigran en busca, ingenuamente, del "sueño americano" que en realidad es una pesadilla imperialista. La de Bush es una presidencia imperial (en los términos analizados por Arthur M. Schlesinger: La Presidencia imperial, editorial Dopesa). Un monarca feudal, dispuesto a resguardar el territorio con muros contra la "barbarie" latinoamericana, en general y contra la penetración de mexicanos.IV.- Entre legalmente instalados y los "sin papeles" o indocumentados, los mexicanos al otro lado del Bravo suman más de 15 millones, dispersos en las Entidades sureñas estadounidenses. Despreciados y marginados, se refugian en mantener vivas las tradiciones y el nacionalismo mexicano y que el actual gobernador de California (austriaco con tendencias nazifascistas), mediocre actorcillo de filmes donde se muestra la "superioridad" gringa popularizado como "Terminator" (Arnold Schwarzeneger), acaba de reprobar que esos mexicanos se aferren a su mexicanidad, resistan incorporarse al "made in USA" e insistan en conservar el idioma español a pesar de verse forzados al aprendizaje del inglés.V.- Esos millones de mexicanos son ya un muro dentro del castillo feudal de los republicanos (sin conexión con la teoría y prácticas republicanas) de Bush. Por cuanto que los estadounidenses sólo quieren esclavos y trabajadores para utilizarlos, como dijo el hocicón de Fox: en labores "que ni los negros quieren hacer" (un Fox como Bush: racista, puesto que el ultraderechista guanajuatense es hijo de española y estadounidense). Y, por eso, tienen, en su doble nacionalidad, preferencia por la legítima y legal, que es la mexicana, pese a que muchos de ellos se han naturalizado, mientras en sus casas y marchas ondean la bandera mexicana y hacen peregrinaciones a los santuarios guadalupanos.VI.- El otro muro real que están construyendo a lo largo de casi 2 mil kilómetros, para aislarse de los mexicanos, con el pretexto del terrorismo, busca la feudalización estadounidense para controlar la emigración y el libre tránsito o libre circulación de los individuos que, por la otra cara del libre comercio predican nuestros vecinos del Norte demagógicamente. Buscando seleccionar al turismo y a los trabajadores mexicanos y centroamericanos, manteniéndolos bajo estricta vigilancia policiaca y de sus capataces en las labores que desempeñen. Un muro de concreto y acero, como el que dividió a los alemanes y como el que actualmente levantaron los israelitas contra los libaneses.VII.- El muro de los mexicanos, resistiendo la culturalización estadounidense es, pues, un muro humano contra el alto precio que les exigen sus patrones y esclavistas si aceptaran, no solamente como ciudadanos e inmigrantes, su conversión a estadounidenses repudiando sus orígenes. La queja del "Therminator" muestra que esos millones de mexicanos no confían, residentes con sus papeles e indocumentados, en la oferta de los republicanos de nombre pero que, en realidad, son antirrepublicanos con pensamiento de los sureños esclavistas, ahora comandados por el texano que controla su alcoholismo con tratamiento médico y le tienen asignado a un vigilante para que no se acerque ni al bar de la Casa Blanca.VIII.- El otro muro, el de Bush, construyéndose hasta con el visto bueno de los proestadounidenses Fox y Derbez, tanto como el silencio del Congreso General mexicano, es el resultado de la concepción feudal yanqui que quiere inaugurar otra Edad Media. Muchos estadounidenses odian a los mexicanos y nos toman por una raza a la que quisieran expulsar no solamente de su territorio, sino del propiamente mexicano, para recorrer su frontera hasta Guatemala. Pero el muro humano de los nuestros que están al otro lado vuelve vulnerable el muro de Bush, pues desde dentro y desde fuera está amenazado con ser derrumbado.IX.- Y como el desempleo masivo mexicano seguirá con el ascenso del derechista Calde-ron, con todo y que hizo girar su campaña de ofertas con las divisas del candidato de "las manos limpias" y el candidato "del empleo", la emigración continuará fundamentada en que el imperio, de la Roma de nuestros días con sus césares-emperadores de Reagan a Bush, necesita mano de obra, incluso calificada, para hacer funcionar su economía capitalista y de guerra para mantener su hegemonía mundial. Una hegemonía con sus cómplices, desafíos internacionales y sus enemigos-amigos: europeos, ruso, japonés, chino y de plano quienes tantean el terreno para medir fuerzas: Irán, Corea del Norte, Irak, etc.X.- Dos muros: el de los mexicanos que resisten dentro de las fronteras estadounidenses y el muro que levanta Bush para mantener a raya a los mexicanos al Sur del Bravo, víctimas del neoliberalismo económico, del TLC y del capitalismo salvaje que, con la ausencia de políticas públicas nacionales, se ha comprobado que hay un tercer muro: "el lento crecimiento de México a lo largo de los últimos 15 años, no podemos repetir la antigua cantinela de que la vía neoliberal del TLC y las reformas conexas sean clara y evidentemente las correctas". Esto lo acaba de escribir un neoliberal: el profesor J. Bradfod Delong, de la Facultad de Economía de la Universidad de Berkeley, en California (ver su ensayo: ¿Ha fallado a México el Neoliberalismo? (Reforma: 10/X/06).
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