Dice Juan José Lavaniegos cuya hermosa canción hoy les comparto en forma de video:
"¡No quiero un escalón al 'primer mundo'! ¡No quiero una cultura dominante! ¡No quiero 'competir' sólo por darme un futuro de dinero y bienestar! ¡Porque me muero!... ¡No quiero tus desechos como nuevos, haciendo la ilusión a tanta gente! ¡Ya he visto a tu Malinche con placebos, vendiendo mugre como quien hace un favor! ¡Y yo reviento!"
"¡Yo apuesto a la visión de mi Quijote contra la vista de tu Supermán! ¡No creo que los dos busquen lo mismo en honor a la verdad! ¡Aunque la verdad depende del cristal con que se mira... Y por mi cristal, que no está bien pulido todavía, yo miro flores blancas donde no hay jardín! ¡Tú miras frutos ciertos donde no hay amor! ¡Cada quien con su miopía! ¡Cada quien con su miopía tiene que vivir!"
"Yo veo en la ventana un mundo nuevo... Que no será 'tercero' ni 'segundo'... Tal vez la comunión de las humildes estoicas flores blancas sin jardín y sin remedio... Tendiéndose la palma de la mano, para resucitarse a mano vuelta, haciendo la justicia con la misma que comparte un poco de agua, tierra y sol, ¡para la vida!"
(Flores blancas, de Juan José Lavaniegos)
Y yo también hoy digo, aprovechando el vuelo de este canto... Digo a mis adversarios... aunque no les envíe yo este correo... A mis adversarios... aunque nunca lo lean... A mis adversarios, los de los dos tipos: los indiferentes –que son mis verdaderos enemigos- y los que están guerreando contra mí y contra todos, desde la otra trinchera:
Yo miro la IV República aquí y allá y en todas partes, incluso donde todavía no existe... No sé tú qué mires cuando miras, ni si miras... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo veo las conciencias que despiertan en el alma de aquel niño, y en millones, y en la mía... No sé cuándo la tuya dejará de estar adormecida... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo siento a la esperanza abrirse paso, incluso en medio del dolor y de la náusea y del llanto... No sé tú cómo soportas tu vacío y tus mentiras... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo admiro el combate decidido de tantos compañeros que antes que no ser libres se prefieren presos e incluso muertos... No sé tú por qué te eliges, así, puesto de rodillas... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo admito que la sangre se me salga, si hace falta, de remedio; que no se canse, que no haga pausas, que mane en serio... No sé si tú puedas percatarte que ya no sangras, que estás ya seco, que estás sin vida... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo tengo un sueño que me brota como fuego y que me quema y que me empuja y que me hace nuevo... No sé tú si ya te viste con la mente y con el alma hechas cenizas... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo anhelo que la verdad sea de a de veras, generosa, comprometida... No sé si a ti te gusta así, de a poco, o de a ratos, con hedor a hipocresía... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo encuentro al universo que se tuerce y se expande y busca aire y me lleva como a hijo, como madre... No sé si a ti te place ser gusano y arrastrarte y meter el ser entero en la mierda y en el fango a cada día... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo construyo un país fuerte, desde abajo, desde adentro, con mi vida... No sé tú si algo construyes o si gozas desgarrando la utopía... ¡Cada quien con su miopía!... ¡Cada quien con su miopía tiene que vivir!
Álvaro, ciudadano de la IV República
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"¡No quiero un escalón al 'primer mundo'! ¡No quiero una cultura dominante! ¡No quiero 'competir' sólo por darme un futuro de dinero y bienestar! ¡Porque me muero!... ¡No quiero tus desechos como nuevos, haciendo la ilusión a tanta gente! ¡Ya he visto a tu Malinche con placebos, vendiendo mugre como quien hace un favor! ¡Y yo reviento!"
"¡Yo apuesto a la visión de mi Quijote contra la vista de tu Supermán! ¡No creo que los dos busquen lo mismo en honor a la verdad! ¡Aunque la verdad depende del cristal con que se mira... Y por mi cristal, que no está bien pulido todavía, yo miro flores blancas donde no hay jardín! ¡Tú miras frutos ciertos donde no hay amor! ¡Cada quien con su miopía! ¡Cada quien con su miopía tiene que vivir!"
"Yo veo en la ventana un mundo nuevo... Que no será 'tercero' ni 'segundo'... Tal vez la comunión de las humildes estoicas flores blancas sin jardín y sin remedio... Tendiéndose la palma de la mano, para resucitarse a mano vuelta, haciendo la justicia con la misma que comparte un poco de agua, tierra y sol, ¡para la vida!"
(Flores blancas, de Juan José Lavaniegos)
Y yo también hoy digo, aprovechando el vuelo de este canto... Digo a mis adversarios... aunque no les envíe yo este correo... A mis adversarios... aunque nunca lo lean... A mis adversarios, los de los dos tipos: los indiferentes –que son mis verdaderos enemigos- y los que están guerreando contra mí y contra todos, desde la otra trinchera:
Yo miro la IV República aquí y allá y en todas partes, incluso donde todavía no existe... No sé tú qué mires cuando miras, ni si miras... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo veo las conciencias que despiertan en el alma de aquel niño, y en millones, y en la mía... No sé cuándo la tuya dejará de estar adormecida... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo siento a la esperanza abrirse paso, incluso en medio del dolor y de la náusea y del llanto... No sé tú cómo soportas tu vacío y tus mentiras... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo admiro el combate decidido de tantos compañeros que antes que no ser libres se prefieren presos e incluso muertos... No sé tú por qué te eliges, así, puesto de rodillas... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo admito que la sangre se me salga, si hace falta, de remedio; que no se canse, que no haga pausas, que mane en serio... No sé si tú puedas percatarte que ya no sangras, que estás ya seco, que estás sin vida... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo tengo un sueño que me brota como fuego y que me quema y que me empuja y que me hace nuevo... No sé tú si ya te viste con la mente y con el alma hechas cenizas... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo anhelo que la verdad sea de a de veras, generosa, comprometida... No sé si a ti te gusta así, de a poco, o de a ratos, con hedor a hipocresía... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo encuentro al universo que se tuerce y se expande y busca aire y me lleva como a hijo, como madre... No sé si a ti te place ser gusano y arrastrarte y meter el ser entero en la mierda y en el fango a cada día... ¡Cada quien con su miopía!...
Yo construyo un país fuerte, desde abajo, desde adentro, con mi vida... No sé tú si algo construyes o si gozas desgarrando la utopía... ¡Cada quien con su miopía!... ¡Cada quien con su miopía tiene que vivir!
Álvaro, ciudadano de la IV República
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