Oaxaca, Oax., 15 de noviembre. Nadie sabe cómo funciona el plantón de Radio Universidad, guardián de la emisora que mantiene vivo el movimiento popular con sus transmisiones cotidianas. Nadie ha podido explicarse de dónde salió la multitud que se sumó al caudal de las movilizaciones. No hay analista que pueda describir cómo se estructuró esta masa que mueve hoy a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). "Pero de que funciona, funciona. Como las leyes del universo", dice la doctora Berta Muñoz.
Su eterno cigarrillo y un vasito con refresco de cola a modo de café la acompañan en un pequeño descanso, frente a una mesa que alguien puso en la sombrita, tan tranquila como si estuviera en una cafetería y no sentada sobre un barril de pólvora. "Ahora vivo aquí, estoy atrincherada, ya no me permiten salir", comenta.
Desde hace semanas, por conducto de la pro gubernamental Radio Ciudadana, las amenazas de muerte incluso contra quien llaman la "doctora escopeta" son constantes. Lo mismo los mensajes de odio que recibe en su teléfono celular, que le cuelga del cuello envuelto en un pequeño calcetín de niño.
¿Sabe usted si su nombre figura en la lista de órdenes de aprehensión que se están tramitando?
¿Cómo saberlo? Si es o no es, a mí no me preocupa. ¿Qué puedo hacer? Yo no me voy a ir a esconder, no voy a salir al extranjero ni me voy a meter a una iglesia.
Del anonimato en el que vivía antes del surgimiento del conflicto, dedicada a la cátedra y la práctica médica, con su figura delgadísima y su cabello gris, hoy es casi un icono del movimiento. En un extremo la amenazan; en el otro la identifican como "la voz del pueblo".
Ella prefiere situarse fuera de la polémica, restar protagonismo a su persona y dejar todo en manos del colectivo al que se sumó, como una más, hace seis meses. "Acá el encargado somos todos", asegura.
Un pequeño fortín
El espacio que ocupa Radio Universidad, centro del campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y próximo a la puerta de acceso a la Facultad de Derecho, se ha ido transformando con los días en un pequeño fortín. Las calles y avenidas aledañas están bloqueadas por barricadas. Colchones y un techo de plástico forman la confortable caseta de vigilancia.
Todo el día desfilan cientos de personas por esa puerta: una maestra jubilada que lleva una gran bolsa con bolillos, una enfermera con medicinas, un campesino que lleva una carta para la doctora Berta, un vecino con un enorme frasco de mayonesa y queso, una señora que dejó muy lejos su automóvil y hace malabares con las cajas que trae desde la colonia clasemediera El Rosario, estudiantes que vienen al relevo, periodistas que pasan sólo para checar, músicos que vienen a echar un palomazo en las ondas hertzianas, jóvenes que llegan a saludar a la doc.
"La gente no nos ha dejado de apoyar un solo momento. Vienen profes, clase media, gente humilde, familias. Todo menos la high society", dice la doctora. "El 2 de noviembre fue cosa de minutos. Estábamos medio solos esa noche. Apenas dijimos por la radio 'nos van a atacar', y quién sabe de dónde salió tanta gente. Este fenómeno de participación popular en Oaxaca, en un momento de tanto peligro, lo van a tener que estudiar sociólogos y politólogos durante mucho tiempo."
¿Usted cómo se lo explica?
Creo que es el cansancio de años. La gente ha tenido que aguantar durante mucho tiempo gobiernos abusivos, autoridades que mienten, además de la miseria, el olvido y el despojo. El gobierno calculó mal. Pensó que una vez que obligaran a la dirigencia del sindicato de maestros a forzar el retorno a clases esto se iba a caer, nos íbamos ir para abajo. Y no fue así.
Hay otra novedad en la puerta de acceso. La unidad de "artillería de la APPO", un trascavo que fue trasladado a Ciudad Universitaria desde una construcción cercana, es la trinchera más sólida.
"Parece exagerado, pero no lo es. Tenemos que protegernos. Cada noche nos disparan desde algún flanco". Esta es una de las razones por las que, pese a un acuerdo inicial entre estudiantes, la APPO y rectoría, el pasado lunes no pudo normalizarse la vida académica de la UABJO.
Berta Muñoz empezó cooperando con el movimiento estudiantil instalando un puesto de salud y poniendo una ambulancia al servicio de la gente. Participó en la caravana que marchó a la ciudad de México a principios de octubre.
Después empezó a echarle la mano a los estudiantes que no lograban cubrir todos los turnos frente al micrófono en transmisiones de hasta 20 horas al día. Radio Universidad fue la primera radioemisora, después de Radio Pacheco, en integrar la inédita experiencia de radios populares que tuvo Oaxaca durante varias semanas.
Cuando las radioemisoras comerciales tomadas por el magisterio y la APPO salieron del aire y fueron entregadas, Radio Universidad quedó como única voz de denuncia y comunicación para contrarrestar las distorsiones de los medios electrónicos.
Siete horas en la cabina
Del 2 de noviembre, la doctora recuerda haber pasado siete horas seguidas dentro de la sofocante cabina a la que se infiltraba el olor del gas lacrimógeno, frente al micrófono, su inconfundible voz de fumadora empedernida llamando a la cordura, a la defensa, al uso correcto del vinagre para contrarrestar los efectos del gas, a la unidad y la movilización.
"¡Y lo peor, sin café! Yo quería salir y ver. No vi nada."
Pero lo narró todo...
Sí, y te juro que en ese momento aprendí muchas cosas.
¿Doctora Berta? preguntan dos maestras recién llegadas.
Son María del Carmen Altamirano y Clara Sánchez, de la huelga de hambre que se instaló en el Hemiciclo a Juárez.
Para servirles.
¡La comandante de los micrófonos!
La abrazan efusivamente. Le cuentan sobre las horas de angustia que vivieron los huelguistas del plantón en la capital el día del combate callejero, de cómo sintonizaron Radio Universidad a las bocinas y cómo la gente que paseaba por avenida Juárez y por la Alameda empezó a reunirse, siguiendo minuto a minuto la hazaña de la población que obligó a la Policía Federal Preventiva a replegarse. "¡Gracias, gracias! Tu voz nos dio tanta paz".
Quién sabe cuándo, pero la UABJO volverá a la normalidad en algún momento. ¿Cómo ve a Radio Universidad en ese futuro?
Con una programación más acorde al pueblo que la escucha. Tienen que aprovechar esta gran experiencia. Quizá una hora en la mañana y otra en la tarde habría que abrir los micrófonos para las denuncias de la ciudadanía. Y un cambio de visión. No sólo en la radio sino en toda la UABJO. Los universitarios tenemos que asumir un papel al lado del pueblo. Antes tenemos que dar una batalla muy fuerte, porque hay porros incrustados en la universidad desde lo que vivimos en 1976. Pero no creo que Radio Universidad vuelva a ser jamás la de antes.
¿Y su historia, doctora? ¿De dónde viene?
Soy hija del 68. Siempre tuve maestros que me enseñaron a ser crítica. Soy de Morelos, pero oaxaqueña por elección y conozco a fondo el estado. Yo suelo llevar a mis estudiantes a prácticas a zonas de alta marginación. Ahí creo que podemos encontrar la explicación de todo lo que está pasando.
Su eterno cigarrillo y un vasito con refresco de cola a modo de café la acompañan en un pequeño descanso, frente a una mesa que alguien puso en la sombrita, tan tranquila como si estuviera en una cafetería y no sentada sobre un barril de pólvora. "Ahora vivo aquí, estoy atrincherada, ya no me permiten salir", comenta.
Desde hace semanas, por conducto de la pro gubernamental Radio Ciudadana, las amenazas de muerte incluso contra quien llaman la "doctora escopeta" son constantes. Lo mismo los mensajes de odio que recibe en su teléfono celular, que le cuelga del cuello envuelto en un pequeño calcetín de niño.
¿Sabe usted si su nombre figura en la lista de órdenes de aprehensión que se están tramitando?
¿Cómo saberlo? Si es o no es, a mí no me preocupa. ¿Qué puedo hacer? Yo no me voy a ir a esconder, no voy a salir al extranjero ni me voy a meter a una iglesia.
Del anonimato en el que vivía antes del surgimiento del conflicto, dedicada a la cátedra y la práctica médica, con su figura delgadísima y su cabello gris, hoy es casi un icono del movimiento. En un extremo la amenazan; en el otro la identifican como "la voz del pueblo".
Ella prefiere situarse fuera de la polémica, restar protagonismo a su persona y dejar todo en manos del colectivo al que se sumó, como una más, hace seis meses. "Acá el encargado somos todos", asegura.
Un pequeño fortín
El espacio que ocupa Radio Universidad, centro del campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y próximo a la puerta de acceso a la Facultad de Derecho, se ha ido transformando con los días en un pequeño fortín. Las calles y avenidas aledañas están bloqueadas por barricadas. Colchones y un techo de plástico forman la confortable caseta de vigilancia.
Todo el día desfilan cientos de personas por esa puerta: una maestra jubilada que lleva una gran bolsa con bolillos, una enfermera con medicinas, un campesino que lleva una carta para la doctora Berta, un vecino con un enorme frasco de mayonesa y queso, una señora que dejó muy lejos su automóvil y hace malabares con las cajas que trae desde la colonia clasemediera El Rosario, estudiantes que vienen al relevo, periodistas que pasan sólo para checar, músicos que vienen a echar un palomazo en las ondas hertzianas, jóvenes que llegan a saludar a la doc.
"La gente no nos ha dejado de apoyar un solo momento. Vienen profes, clase media, gente humilde, familias. Todo menos la high society", dice la doctora. "El 2 de noviembre fue cosa de minutos. Estábamos medio solos esa noche. Apenas dijimos por la radio 'nos van a atacar', y quién sabe de dónde salió tanta gente. Este fenómeno de participación popular en Oaxaca, en un momento de tanto peligro, lo van a tener que estudiar sociólogos y politólogos durante mucho tiempo."
¿Usted cómo se lo explica?
Creo que es el cansancio de años. La gente ha tenido que aguantar durante mucho tiempo gobiernos abusivos, autoridades que mienten, además de la miseria, el olvido y el despojo. El gobierno calculó mal. Pensó que una vez que obligaran a la dirigencia del sindicato de maestros a forzar el retorno a clases esto se iba a caer, nos íbamos ir para abajo. Y no fue así.
Hay otra novedad en la puerta de acceso. La unidad de "artillería de la APPO", un trascavo que fue trasladado a Ciudad Universitaria desde una construcción cercana, es la trinchera más sólida.
"Parece exagerado, pero no lo es. Tenemos que protegernos. Cada noche nos disparan desde algún flanco". Esta es una de las razones por las que, pese a un acuerdo inicial entre estudiantes, la APPO y rectoría, el pasado lunes no pudo normalizarse la vida académica de la UABJO.
Berta Muñoz empezó cooperando con el movimiento estudiantil instalando un puesto de salud y poniendo una ambulancia al servicio de la gente. Participó en la caravana que marchó a la ciudad de México a principios de octubre.
Después empezó a echarle la mano a los estudiantes que no lograban cubrir todos los turnos frente al micrófono en transmisiones de hasta 20 horas al día. Radio Universidad fue la primera radioemisora, después de Radio Pacheco, en integrar la inédita experiencia de radios populares que tuvo Oaxaca durante varias semanas.
Cuando las radioemisoras comerciales tomadas por el magisterio y la APPO salieron del aire y fueron entregadas, Radio Universidad quedó como única voz de denuncia y comunicación para contrarrestar las distorsiones de los medios electrónicos.
Siete horas en la cabina
Del 2 de noviembre, la doctora recuerda haber pasado siete horas seguidas dentro de la sofocante cabina a la que se infiltraba el olor del gas lacrimógeno, frente al micrófono, su inconfundible voz de fumadora empedernida llamando a la cordura, a la defensa, al uso correcto del vinagre para contrarrestar los efectos del gas, a la unidad y la movilización.
"¡Y lo peor, sin café! Yo quería salir y ver. No vi nada."
Pero lo narró todo...
Sí, y te juro que en ese momento aprendí muchas cosas.
¿Doctora Berta? preguntan dos maestras recién llegadas.
Son María del Carmen Altamirano y Clara Sánchez, de la huelga de hambre que se instaló en el Hemiciclo a Juárez.
Para servirles.
¡La comandante de los micrófonos!
La abrazan efusivamente. Le cuentan sobre las horas de angustia que vivieron los huelguistas del plantón en la capital el día del combate callejero, de cómo sintonizaron Radio Universidad a las bocinas y cómo la gente que paseaba por avenida Juárez y por la Alameda empezó a reunirse, siguiendo minuto a minuto la hazaña de la población que obligó a la Policía Federal Preventiva a replegarse. "¡Gracias, gracias! Tu voz nos dio tanta paz".
Quién sabe cuándo, pero la UABJO volverá a la normalidad en algún momento. ¿Cómo ve a Radio Universidad en ese futuro?
Con una programación más acorde al pueblo que la escucha. Tienen que aprovechar esta gran experiencia. Quizá una hora en la mañana y otra en la tarde habría que abrir los micrófonos para las denuncias de la ciudadanía. Y un cambio de visión. No sólo en la radio sino en toda la UABJO. Los universitarios tenemos que asumir un papel al lado del pueblo. Antes tenemos que dar una batalla muy fuerte, porque hay porros incrustados en la universidad desde lo que vivimos en 1976. Pero no creo que Radio Universidad vuelva a ser jamás la de antes.
¿Y su historia, doctora? ¿De dónde viene?
Soy hija del 68. Siempre tuve maestros que me enseñaron a ser crítica. Soy de Morelos, pero oaxaqueña por elección y conozco a fondo el estado. Yo suelo llevar a mis estudiantes a prácticas a zonas de alta marginación. Ahí creo que podemos encontrar la explicación de todo lo que está pasando.
!!Fuera URO y PFP de Oaxaca!!
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