Por Maria Teresa Jardi
A Renán Castro Madera, nuevamente amenazado por el sistema
Creo que se puede decir que el paso del tiempo, casi siempre, es generoso. Si de nuestros muertos personales se trata es el que nos ayuda a elaborar el duelo. Hace caer a los dictadores y hasta los pueblos más dejados se hartan de que sean siempre los pobres, por los ricos que mandan, los explotados.
El tiempo ha acabado de poner a Bush en el lugar que merece como sanguinario asesino, mentiroso y ya pende sobre la cabeza de Rumsfeld, como penderá, más temprano que tarde, sobre la de Bush, una amenaza de castigo, que de todas maneras siempre será poco para los crímenes imperdonables cometidos por ambos y por otros, como Rice y como Blair, que también acabarán por ser juzgados. Basta que se empiece con uno para que en cadena sigan el resto. Y así lo ha ido demostrado la brutal represión de los gobiernos militares apoyados por la CIA en el Sur de nuestro continente desde hace dos décadas.
A veces tardan más los horrores en documentarse o aún estando documentados tarda años en conocerse, masivamente, lo que muy pocos no callan mientras sucede.
Es el caso de Pinochet y de la post guerra civil española que se va recuperando en novelas cuya trama principal suele ser un amor contundente.
Pero a veces de manera más o menos temprana se van escribiendo, para todo el público, las verdaderas historias.
Y esto es un aporte, sin duda, de la prensa de investigación, que es lo que ha substituido al convenientemente inexistente aparato procurador de justicia. Por eso amenazan a Castro Madera, desde el sistema, corrupto hasta la médula, en otro claro ejemplo de que en México no tenemos policía, porque la policía está al servicio del narcotráfico y para reprimir y asesinar, pero no para combatir la delincuencia que propicia el sistema para mantenerse a pesar de que millones ya empiezan a rebelarse contra su brutal injusticia.
Aquí ya se sabe que, por ahora, ni la más grave de las denuncias documentadas va a tener una respuesta.
Es el mensaje que deja la continuidad de Mario Marín como gobernador de Puebla, es el mismo mensaje que ya antes mandaron los panistas con el nombramiento de Yunes al frente de un cuerpo policiaco y es el mismo mensaje que envían todos los partidos al no oponerse a compartir la bancada legislativa con el impresentable Gamboa Patrón.
Pero esto no surge por generación espontánea. No hemos llegado a la cuerda floja en la que hoy transita el país de la nada. Hay antecedentes imperdonables que van conjuntando las cosas como un engranaje que se diría perfecto, si no fuera tan dramático para el actor llamado pueblo e incluso para la sociedad integrada, también, por la cada vez más degradada clase media también por los burócratas de medio pelo.
He recibido mil y un críticas por atreverme a decir que Woldenberg se equivocó al no apostarle al Estado de Derecho, cuando tuvo las pruebas en la mano de que el PAN sabía del dinero que Fox, como candidato, recibió del extranjero.
La ley era clara, a lo mejor ya la reformaron, y Woldenberg debió aplicar la ley aún en contra de la tolerante opinión de todos los partidos.
Con lo que le habría evitado al país mil congojas y el futuro incierto que sobre nuestra República se cierne como una inacabable pesadilla.
Al PAN se le debió cancelar el registro y a Fox se le debió bajar de la silla que compró, no que ganó.
Cuánto no habría ganado el país con ese acto que no implicaba más que aplicar lo que la ley señala.
Quizá se habría abierto la puerta a la construcción de un Estado de Derecho. Probablemente se habría propiciado el tránsito a la democracia que hoy se aleja de México, a lo mejor para siempre.
El país no habría tenido al frente del Ejecutivo a un drogadicto, que a base de Prozac, se creó una inexistente Foxilandia.
Posiblemente la corrupción habría dejado de ser el timón de la política.
Le habría evitado al país, quizá, el regreso de una guerrilla, que más bien tiene visos de que puede convertirse en guerra civil, miles de impunes ejecutados, decenas de periodistas amenazados, cuando no asesinados, pederastas como compañeros de ruta de los partidos políticos, etc. etc.
La responsabilidad de Woldenberg es inmensa. Con esa acción de Woldenberg el fin del IFE, que remató Ugalde, un traidor sin la apelación siquiera que tiene Woldenberg, quien, seguramente, por las siempre malentendidas razones de Estado, no aplicó la ley como debía y hoy debe verse retratado con la publicidad de la denuncia de los abogados, tan bien pagados, presentada contra Fox y sus amigos por no cubrir sus honorarios.
Hasta creen algunos o al menos así lo informan que si Calderón no toma posesión en el reciento legislativo se convierte en dictador. Aunque rinda la protesta del cargo, que no ganó, en ese recinto, Calderón a partir de ese momento, de espurio, va a pasar a ser usurpador.
Bastaría con que su cuñado hubiera sido contratado por el IFE para dar a conocer el resultado de la elección, entre otras cosas igual de graves, de las que no se habla, como el poner en sus manos, para ser usado quién sabe con qué intenciones a futuro, el padrón electoral, para que Calderón no pueda alcanzar la calidad de gobernante legítimo.
No lo habría sido, por ese motivo, ni aunque hubiera ganado con un inmenso margen la elección. El caso de Calderón es como el de Fox. Cuando se trasgrede la ley desde el origen se torna ilegítimo todo acto posterior.
A Renán Castro Madera, nuevamente amenazado por el sistema
Creo que se puede decir que el paso del tiempo, casi siempre, es generoso. Si de nuestros muertos personales se trata es el que nos ayuda a elaborar el duelo. Hace caer a los dictadores y hasta los pueblos más dejados se hartan de que sean siempre los pobres, por los ricos que mandan, los explotados.
El tiempo ha acabado de poner a Bush en el lugar que merece como sanguinario asesino, mentiroso y ya pende sobre la cabeza de Rumsfeld, como penderá, más temprano que tarde, sobre la de Bush, una amenaza de castigo, que de todas maneras siempre será poco para los crímenes imperdonables cometidos por ambos y por otros, como Rice y como Blair, que también acabarán por ser juzgados. Basta que se empiece con uno para que en cadena sigan el resto. Y así lo ha ido demostrado la brutal represión de los gobiernos militares apoyados por la CIA en el Sur de nuestro continente desde hace dos décadas.
A veces tardan más los horrores en documentarse o aún estando documentados tarda años en conocerse, masivamente, lo que muy pocos no callan mientras sucede.
Es el caso de Pinochet y de la post guerra civil española que se va recuperando en novelas cuya trama principal suele ser un amor contundente.
Pero a veces de manera más o menos temprana se van escribiendo, para todo el público, las verdaderas historias.
Y esto es un aporte, sin duda, de la prensa de investigación, que es lo que ha substituido al convenientemente inexistente aparato procurador de justicia. Por eso amenazan a Castro Madera, desde el sistema, corrupto hasta la médula, en otro claro ejemplo de que en México no tenemos policía, porque la policía está al servicio del narcotráfico y para reprimir y asesinar, pero no para combatir la delincuencia que propicia el sistema para mantenerse a pesar de que millones ya empiezan a rebelarse contra su brutal injusticia.
Aquí ya se sabe que, por ahora, ni la más grave de las denuncias documentadas va a tener una respuesta.
Es el mensaje que deja la continuidad de Mario Marín como gobernador de Puebla, es el mismo mensaje que ya antes mandaron los panistas con el nombramiento de Yunes al frente de un cuerpo policiaco y es el mismo mensaje que envían todos los partidos al no oponerse a compartir la bancada legislativa con el impresentable Gamboa Patrón.
Pero esto no surge por generación espontánea. No hemos llegado a la cuerda floja en la que hoy transita el país de la nada. Hay antecedentes imperdonables que van conjuntando las cosas como un engranaje que se diría perfecto, si no fuera tan dramático para el actor llamado pueblo e incluso para la sociedad integrada, también, por la cada vez más degradada clase media también por los burócratas de medio pelo.
He recibido mil y un críticas por atreverme a decir que Woldenberg se equivocó al no apostarle al Estado de Derecho, cuando tuvo las pruebas en la mano de que el PAN sabía del dinero que Fox, como candidato, recibió del extranjero.
La ley era clara, a lo mejor ya la reformaron, y Woldenberg debió aplicar la ley aún en contra de la tolerante opinión de todos los partidos.
Con lo que le habría evitado al país mil congojas y el futuro incierto que sobre nuestra República se cierne como una inacabable pesadilla.
Al PAN se le debió cancelar el registro y a Fox se le debió bajar de la silla que compró, no que ganó.
Cuánto no habría ganado el país con ese acto que no implicaba más que aplicar lo que la ley señala.
Quizá se habría abierto la puerta a la construcción de un Estado de Derecho. Probablemente se habría propiciado el tránsito a la democracia que hoy se aleja de México, a lo mejor para siempre.
El país no habría tenido al frente del Ejecutivo a un drogadicto, que a base de Prozac, se creó una inexistente Foxilandia.
Posiblemente la corrupción habría dejado de ser el timón de la política.
Le habría evitado al país, quizá, el regreso de una guerrilla, que más bien tiene visos de que puede convertirse en guerra civil, miles de impunes ejecutados, decenas de periodistas amenazados, cuando no asesinados, pederastas como compañeros de ruta de los partidos políticos, etc. etc.
La responsabilidad de Woldenberg es inmensa. Con esa acción de Woldenberg el fin del IFE, que remató Ugalde, un traidor sin la apelación siquiera que tiene Woldenberg, quien, seguramente, por las siempre malentendidas razones de Estado, no aplicó la ley como debía y hoy debe verse retratado con la publicidad de la denuncia de los abogados, tan bien pagados, presentada contra Fox y sus amigos por no cubrir sus honorarios.
Hasta creen algunos o al menos así lo informan que si Calderón no toma posesión en el reciento legislativo se convierte en dictador. Aunque rinda la protesta del cargo, que no ganó, en ese recinto, Calderón a partir de ese momento, de espurio, va a pasar a ser usurpador.
Bastaría con que su cuñado hubiera sido contratado por el IFE para dar a conocer el resultado de la elección, entre otras cosas igual de graves, de las que no se habla, como el poner en sus manos, para ser usado quién sabe con qué intenciones a futuro, el padrón electoral, para que Calderón no pueda alcanzar la calidad de gobernante legítimo.
No lo habría sido, por ese motivo, ni aunque hubiera ganado con un inmenso margen la elección. El caso de Calderón es como el de Fox. Cuando se trasgrede la ley desde el origen se torna ilegítimo todo acto posterior.
!!Sufragio Efectivo No Imposición!!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario