martes, noviembre 14, 2006

PLAZA PÚBLICA - Miguel Ángel Granados Chapa

PAN democristiano

Las vueltas que da la vida: un partido reticente y aun hostil ante la democracia cristiana encabeza hoy la organización americana de esa corriente política. Con la elección de Manuel Espino a la Presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) termina, o se interrumpe, el predominio de los partidos sudamericanos de esa tendencia y aun se mudará a la ciudad de México esa agrupación.

Aun antes de la fundación de la ODCA dirigentes democristianos buscaron que Acción Nacional se sumara al esfuerzo organizativo que desembocó el 23 de abril de 1947 con apenas con un puñado de partidos de Argentina, Brasil, Chile, Perú, Venezuela y Uruguay. El año anterior había estado en México el dirigente venezolano Rafael Caldera, que al correr de los años sería presidente de su país hasta en dos ocasiones (y también al paso del tiempo sería expulsado del partido de esa filiación que lo condujo al gobierno la primera de esas veces), en un intento infructuoso de conseguir que el PAN figurara entre los fundadores. A pesar de que la democracia cristiana estaba en auge en Europa (gobernaba en Alemania y en Italia, encarnada en figuras de gran prestigio como Konrad Adenuaer y Alcide de Gasperi, y el Movimiento Republicano Popular encabezado por George Bidault figuraba en todas las combinaciones de la inestable cuarta república francesa), el PAN dirigido por Manuel Gómez Morín prefirió no establecer relaciones formales con agrupaciones con las que no sentía plena identificación.

Después de breves estancias en Venezuela, donde anudó amistad fecunda con Caldera, el profesor Alejandro Avilés, director de La Nación, se convirtió en promotor de la adscripción panista al credo democristiano. Ganó para su causa a los dirigentes juveniles Hugo Gutiérrez Vega y Manuel Rodríguez Lapuente y a militantes como Horacio Guajardo inclinados al servicio sindical, pero no persuadió a los dirigentes panistas que si bien tuvieron en su convención de 1962 como invitado al propio Caldera, rehusaron formalmente dar ese paso. Los panistas mencionados y otros entraron así en conflicto con la dirección del partido y tuvieron que salir, en lo que fue la primera escisión importante en el PAN. Algunos de ellos intentaron fundar un partido democristiano y luego desistieron de su empeño.

En América del Sur la democracia cristiana se convirtió en gobierno en 1964, con el triunfo de Eduardo Frei en Chile y cinco años más tarde con el del propio Caldera en Venezuela. Pero también padecieron vicisitudes: no obstante que Radomiro Tomic, el candidato del PDC derrotado en 1970 por Salvador Allende pugnó por respetar la legitimidad del triunfo de la Unidad popular, un sector de su partido contribuyó decisivamente a la desestabilización de ese gobierno y luego se sumó al golpe de Pinochet en la ingenua creencia de que los militares limpiarían la casa y la devolverían espontánea y prontamente a los civiles. A su turno, Caldera fue expulsado de su partido COPEI (Comité de Organización Político Electoral Independiente) por su pretensión de ser de nuevo Presidente en 1993, meta que consiguió aunque con una exigua mayoría de menos de un tercio de los votos.

Perdida su aura, la democracia cristiana insistió en atraer el PAN, que no las tenía todas consigo en los ochenta, después de su abtención en la elección presidencial de 1976 .En 1983 los perseverantes venezolanos (esta vez en la persona de Arístides Calvani, el ex canciller que moriría poco después)) reiteraron su invitación al PAN, que la declinó una vez más, si bien al año siguiente su convención nacional se abrió declarativamente a la posibilidad de mantener relación con partidos que promovieran la defensa de los derechos humanos.

Hace apenas ocho años, en el último de la Presidencia de Felipe Calderón el PAN resolvió afiliarse a la Internacional Demócrata Cristiana y, en consecuencia, a su agrupación regional, la ODCA. De inmediato se atribuyó al nuevo miembro una de las tres vicepresidencias, que por breve tiempo recayó en el propio Calderón, y luego ejercieron sus sucesores Luis Felipe Bravo Mena y Espino. Cuando Gutenberg Martínez, el dirigente chileno resolvió no buscar una vez más la reelección y concentrar su energía en la política interna, Espino vio abierta, como se dice ahora, una "ventana de oportunidad". La esposa de Martínez, Soledad Alvear, era la precandidata democratistiana a la candidatura de la Concertación para la Democracia, la alianza que ha gobernado a Chile desde la caída de la dictadura y su declinación en el proceso interno se reflejó en la elección legislativa, donde el PDC sufrió quebrantos graves. Contrita por su contribución al cuartelazo (pecado en que llevó la penitencia de persecusión y muerte a muchos de sus dirigentes y militantes), la democracia cristiana ha visto disminuir su presencia ante el electorado chileno. Contribuyó con los dos primeros presidentes de la recuperación democrática, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle, pero dejó su lugar al Partido Socialista que llevó a la Presidencia a Ricardo Lagos y Michele Bachelet.

Espino ganó con el apoyo de partidos minúsculos, la mayor parte de los cuales no han tenido experiencia de gobierno y carecen de representación legislativa o la tienen marginalmente. Se le opusieron los partidos fundadores, que han gobernado o participan decisivamente en los parlamentos de sus países. Ya nos ocuparemos del significado local de la elección del líder panista al frente de la ODCA.

!!Sufragio Efectivo no Imposición!!

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