I
A Luis Echeverría Alvarez, quien fue Presidente de la República de 1970 a 1976, le depara una suerte no muy distinta a la de Augusto Pinochet.
Pinochet gobernó dictatorialmente a Chile durante 17 años, tras derrocar mediante golpe militar, en septiembre de 1973, al Presidente Salvador Allende, elegido constitucionalmente.
Allende murió en el cuartelazo, existiendo dudas acerca de su final. Pinochet se encargó de divulgar que Allende se suicidó, aunque no pocos piensan que fue asesinado.
Pinochet murió en el mayor descrédito, acosado por la ley y las víctimas vivas de su brutalidad y los fantasmas de los miles de los asesinados y desaparecidos por sus esbirros.
Este monstruo persiguió a sospechosos de oponerse a su régimen y, así movido, secuestró, torturó, desapareció y asesinó. Fue un represor feroz de anhelos libertarios.
Bajo cualesquier definiciones, sean éstas legales, semánticas, morales o filosóficas, ideológicas o políticas, este individuo incurrió en genocidio.
Fue, pues, un genocida sin tapujos ni eufemismos ni sinónimos; sin filigranas barrocas y churriguerescas ni simulaciones. Crueldad al extremo. Con orgullo, inclusive
Pinochet ha aducido no saber del genocidio. Empero, contradictoriamente, insiste en no arrepentirse y que, si fuere necesario, volvería a asesinar en masa.
II
Esa arrogancia agraviaba aún más a los chilenos. De hecho, por inferencia válida, esa arrogancia ofende a la humanidad misma. El genocida rechaza su condición criminal.
Cuando algunos chilenos le aconsejaron públicamente arrepentirse de sus crímenes y pedir perdón a sus víctimas vivas y muertas, a los chilenos y al mundo.
Pero Pinochet, en el colmo de la soberbia, respondió: "¿Por qué pedir perdón por un delito que no cometí? Yo sólo cumplí con mi deber. Salvé a Chile y al pueblo chileno".
Esa es una peculiaridad común al sociópata y al psicópata. Justifica sus crímenes como necesarísimos. Y suele reiterar su vocación criminógena: Volvería a matar en masa.
Así traspone Pinochet el umbral de la Historia. Como genocida. Y como tal la justicia le acosó no sólo en Chile, sino también en otros países, como criminal internacional.
¿Por qué derrocó Pinochet, a la sazón jefe de las fuerzas armadas chilenas, al Presidente Allende y se convirtió en implacable genocida?
Por las mismas razones por las que el señor Echeverría en México acentuó la guerra sucia contra disidencias ideológicas o políticas, iniciada por su predecesor, Gustavo Díaz Ordaz.
Pero fue el señor Echeverría el que, al acentuar esa guerra sucia contra su propio pueblo --representado por jóvenes estudiantes-- representada por jóvenes estudiantes.
III
Como Pinochet, el entonces Presidente Echeverría reprimió, persiguiendo a todo sospechoso no sólo de disidente y opositor, sino de discrepante y crítico del gobierno.
En esa lógica de la represión, este personaje --hoy, anciano de 84 años de edad-- secuestró, torturó, asesinó, desapareció a cientos, si no es que miles, de connacionales.
Esos connacionales estaban desarmados, sin más herramienta que su muy deficiente organización, su presencia en las calles y su capacidad pulmonar para gritar lemas.
La guerra sucia durante el echeverriato tuvo, como la del presidencialado díazordacista, su ápice culminante: La matanza del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971.
Díaz Ordaz --responsable, aunque no autor intelectual, de la Matanza de Tlatelolco (unos 400 estudiantes muertos) asumió la responsabilidad, lo cual don Luis se niega a hacer.
La Matanza, sábese hoy documentadamente, tuvo por autoría intelectual a ciertos mandos altos del Estado Mayor Presidencial y el conturbenio de don Luis.
Este era, por ese entonces, secretario del despacho de Gobernación y como tal coordinó con el Estado Mayor Presidencial la operación militar en Tlatelolco.
La ley finalmente alcanzó al ex Presidente genocida, quien niega todo cargo y evade asumir su responsabilidad histórica. El descrédito le espera. Pero lo puede paliar.
¿Y cómo paliarlo? Quien en un gesto de humildad y sincero arrepentimiento, le pida perdón a los mexicanos victimados por él y sus secuaces y al pueblo de México.
Glosario:
Esbirro: Persona encargada de ejecutar las órdenes de una autoridad, especialmente si para ello tiene que emplear la violencia.
Eufemismo: Palabra o expresión suave con la que se sustituye otra que se considera violenta, grosera o malsonante.
Psicópata: Persona que padece una psicopatía. Enfermedad mental, caracterizada por una alteración patológica de las relaciones interpersonales y la conducta social del individuo, sin ser manifiestas las alteraciones emocionales ni intelectuales.
ffernandezp@diariolibertad.org.mx
ffaustofeles1@yahoo.com.mx
http://www.diariolibertad.org.mx
http://elgritodelpueblo.blogspot.com
A Luis Echeverría Alvarez, quien fue Presidente de la República de 1970 a 1976, le depara una suerte no muy distinta a la de Augusto Pinochet.
Pinochet gobernó dictatorialmente a Chile durante 17 años, tras derrocar mediante golpe militar, en septiembre de 1973, al Presidente Salvador Allende, elegido constitucionalmente.
Allende murió en el cuartelazo, existiendo dudas acerca de su final. Pinochet se encargó de divulgar que Allende se suicidó, aunque no pocos piensan que fue asesinado.
Pinochet murió en el mayor descrédito, acosado por la ley y las víctimas vivas de su brutalidad y los fantasmas de los miles de los asesinados y desaparecidos por sus esbirros.
Este monstruo persiguió a sospechosos de oponerse a su régimen y, así movido, secuestró, torturó, desapareció y asesinó. Fue un represor feroz de anhelos libertarios.
Bajo cualesquier definiciones, sean éstas legales, semánticas, morales o filosóficas, ideológicas o políticas, este individuo incurrió en genocidio.
Fue, pues, un genocida sin tapujos ni eufemismos ni sinónimos; sin filigranas barrocas y churriguerescas ni simulaciones. Crueldad al extremo. Con orgullo, inclusive
Pinochet ha aducido no saber del genocidio. Empero, contradictoriamente, insiste en no arrepentirse y que, si fuere necesario, volvería a asesinar en masa.
II
Esa arrogancia agraviaba aún más a los chilenos. De hecho, por inferencia válida, esa arrogancia ofende a la humanidad misma. El genocida rechaza su condición criminal.
Cuando algunos chilenos le aconsejaron públicamente arrepentirse de sus crímenes y pedir perdón a sus víctimas vivas y muertas, a los chilenos y al mundo.
Pero Pinochet, en el colmo de la soberbia, respondió: "¿Por qué pedir perdón por un delito que no cometí? Yo sólo cumplí con mi deber. Salvé a Chile y al pueblo chileno".
Esa es una peculiaridad común al sociópata y al psicópata. Justifica sus crímenes como necesarísimos. Y suele reiterar su vocación criminógena: Volvería a matar en masa.
Así traspone Pinochet el umbral de la Historia. Como genocida. Y como tal la justicia le acosó no sólo en Chile, sino también en otros países, como criminal internacional.
¿Por qué derrocó Pinochet, a la sazón jefe de las fuerzas armadas chilenas, al Presidente Allende y se convirtió en implacable genocida?
Por las mismas razones por las que el señor Echeverría en México acentuó la guerra sucia contra disidencias ideológicas o políticas, iniciada por su predecesor, Gustavo Díaz Ordaz.
Pero fue el señor Echeverría el que, al acentuar esa guerra sucia contra su propio pueblo --representado por jóvenes estudiantes-- representada por jóvenes estudiantes.
III
Como Pinochet, el entonces Presidente Echeverría reprimió, persiguiendo a todo sospechoso no sólo de disidente y opositor, sino de discrepante y crítico del gobierno.
En esa lógica de la represión, este personaje --hoy, anciano de 84 años de edad-- secuestró, torturó, asesinó, desapareció a cientos, si no es que miles, de connacionales.
Esos connacionales estaban desarmados, sin más herramienta que su muy deficiente organización, su presencia en las calles y su capacidad pulmonar para gritar lemas.
La guerra sucia durante el echeverriato tuvo, como la del presidencialado díazordacista, su ápice culminante: La matanza del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971.
Díaz Ordaz --responsable, aunque no autor intelectual, de la Matanza de Tlatelolco (unos 400 estudiantes muertos) asumió la responsabilidad, lo cual don Luis se niega a hacer.
La Matanza, sábese hoy documentadamente, tuvo por autoría intelectual a ciertos mandos altos del Estado Mayor Presidencial y el conturbenio de don Luis.
Este era, por ese entonces, secretario del despacho de Gobernación y como tal coordinó con el Estado Mayor Presidencial la operación militar en Tlatelolco.
La ley finalmente alcanzó al ex Presidente genocida, quien niega todo cargo y evade asumir su responsabilidad histórica. El descrédito le espera. Pero lo puede paliar.
¿Y cómo paliarlo? Quien en un gesto de humildad y sincero arrepentimiento, le pida perdón a los mexicanos victimados por él y sus secuaces y al pueblo de México.
Glosario:
Esbirro: Persona encargada de ejecutar las órdenes de una autoridad, especialmente si para ello tiene que emplear la violencia.
Eufemismo: Palabra o expresión suave con la que se sustituye otra que se considera violenta, grosera o malsonante.
Psicópata: Persona que padece una psicopatía. Enfermedad mental, caracterizada por una alteración patológica de las relaciones interpersonales y la conducta social del individuo, sin ser manifiestas las alteraciones emocionales ni intelectuales.
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!!2 de Octubre no se olvida!!
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