*Sociedades Enfermas
*Saturación Educativa
No van bien los gobiernos cuando los gobernados no son capaces de cubrir sus principales satisfactores. ¿O acaso vale la paulatina exaltación de los derechos a la vivienda y la alimentación al rango constitucional sin que ello mejore sustantivamente las condiciones colectivas vitales? Una cosa es la demagogia y otra la eficacia. En México y América Latina, por desgracia, hemos tenido mucho más de lo primero. Y aún así los perentorios mandantes, que no mandatarios, suelen presumir por cada bombilla colocada en el alumbrado público.
Algo no marcha bien cuando el Rector de la Universidad Nacional, de innegable plataforma social, debe acudir al Congreso a explicarles a los legisladores cuanto dañan los recortes presupuestarios ordenados por ellos con el supuesto fin de destinar fondos hacia renglones diversos y sin que, por ejemplo, ninguno de los intocables “parlamentarios” haya sugerido alguna iniciativa para reducir los gastos políticos, y entre estos el sostenimiento de la gigantesca infraestructura electoral incapaz de paliar las sospechas sobre las irregularidades de los procesos: demasiados edificios, demasiadas manos y pingues resultados.
Ello nos lleva hacia una paradoja tremenda: el fomento de la ignorancia para sostener el andamiaje que provee a la explotación política. Suena exagerado pero la tendencia es inocultable, está al alcance de cualquier análisis. ¿O acaso no es revelador que se hayan invertido 12 mil millones de pesos en los comicios más caros, acaso también los más controvertidos, de la historia? Y ello sin que se sacudan las conciencias de tantos representantes populares imbuidos en la prolongada discusión sobre las parcelas del poder y la conveniencia de mantener la dualidad entre la protesta callejera y la representatividad gubernamental. ¿Puede alguien extrañarse entonces que los términos “revolucionario” e “institucional” cohabiten en las siglas del partido que mantuvo su hegemonía durante más de siete décadas?
Eso sí, quizá en recuerdo de cuanto sucedió en 1968 –esto es mientras se mantiene la hipocresía de una extemporánea persecución judicial contra Echeverría-, obliga a los legisladores oficialistas, los panistas naturalmente como antes lo fueron los priístas, a intentar la asfixia económica de la que ha sido llamada “máxima casa de estudios”. ¿Será para sancionar al Rector, Juan Ramón de la Fuente, por su cercanía con el odiado Andrés Manuel López Obrador o al estudiantado tradicionalmente cargado hacia la izquierda en una perspectiva en que ésta se observa sólo como “un peligro” muy a pesar de sus nuevos avances en Latinoamérica?
Por un lado se difunden las “campañas negras”; por el otro se reducen los escenarios educativos y culturales al tiempo de que, igualmente, los salarios de los funcionarios públicos bajan en un diez por ciento para establecer “parejuras” oficiosas. ¿No observamos en esta actitud un comportamiento faccioso, por decir lo menos, encaminado a una descocada “depuración” destinada a castigar las diferencias ideológicas para preservar las garantías de estabilidad hacia los mercados políticos futuros?
Igual que en las tiendas de raya de la dictadura porfiriana: a cambio de asegurar el sustento, los trabajadores optaban por la esclavitud y aceptaban marginase de la educación para no incomodar a patrones y hacendados temerosos de que la luz del conocimiento revelara las deplorables condiciones de la postración social. Así ahora los representantes de la continuidad hacia la derecha, estupendos, por cierto, para fabricar barricadas con curules siguiendo las instrucciones del Estado Mayor Presidencial,
Debate
La demagogia avanza y la pobreza se sostiene. De acuerdo a la estadística oficial, el 44 por ciento de los latinoamericanos vive en condiciones de miseria preocupantes, la mitad de ellos dentro de los márgenes extremos. No extraña, en estas condiciones, el arraigo de las fórmulas paternalistas que prohíjan, lamentablemente en el mayor número de casos, el retorno de ex presidentes populistas al poder o el refrendo del mandato de los grandes demagogos del continente con un amplísimo abanico de matices.
La pobreza propicia, insisto, la exaltación de los controles políticos. Todavía hoy, en infinidad de comunidades rurales del país, los tiempos de campaña son esperados con la misma ilusión con la que los niños aguardan el arribo de los Santos Reyes cada 6 de enero. Los candidatos son distribuidores de obsequios que, por supuesto, no son equiparables al trueque infamante de voluntad y dignidad políticas a la hora de emitirse los sufragios. ¿No sentirán siquiera un poco de vergüenza quienes crecieron como opositores y solo son capaces, en el ejercicio del poder, de repetir las costumbres viciadas como la compraventa de votos entre las familias, por cierto sin varones porque éstos deben emigrar hacia el espejismo consumista del norte?
La miseria, por supuesto, facilita las simulaciones políticas y genera conformismo con el permanente antídoto de la ignorancia. Y ello no significa que pretendamos ofender a los humildes presentándolos como inmaduros; más bien el alegato es porque permanecen en la indefensión ante de acoso de una clase política amoral e incapaz de modificar el estado de cosas. Ahora, para colmo, los pobres, convocados desde distintos bandos políticos, deben esforzarse para mantener a dos gobiernos... uno de ellos, imaginario, por suscripción pública.
De estos desembolsos, por supuesto, nadie responde. Ni se habla de los porqué de la desconfianza de la ciudadanía acerca de destino de los impuestos. Una y otra vez, las reformas fiscales en cierne tienden a la elevar la recaudación aunque no pedan, per se, mejorar los índices de confianza general porque, sencillamente, la eficacia administrativa de los funcionarios públicos es el mayor de los déficit del sector.
El Reto
Más pobres y más políticos. ¿De verdad nos sirven los quinientos diputados empeñados en disputar sus propios fueros antes de defender las causas de sus representados?¿Y los ciento veintiocho senadores listos a cobrar dietas espléndidas aun cuando las tareas legislativas se mantengan en punto muerto por la exacerbación de los sectarismos? Si seguimos por esta ruta es evidente cuál será la desembocadura.
Si hay tribunos capaces de defender los recortes a la Universidad Nacional, ¿en dónde están los que propongan la reducción de los bandos camarales, por ejemplo despareciendo las posiciones plurinomnales y las de representación proporcional inútiles si se respeta la voluntad mayoritaria en serio, para adecentar la vida institucional de una nación cansada de sus saqueadores políticos y de los tantos demagogos cobijados en la impunidad?
Ya va siendo hora de que se planteen cuáles son las prioridades para establecer espacios para el ahorro no a costa de la preparación académica de una sociedad cada vez menos competitiva en un mundo globalizado. ¿O no nos estaremos dando cuenta de que los mexicanos que salen en busca de doctorados... ya no regresan a volcar sobre su paria los conocimientos obtenidos? Y no sé si el fenómeno les importe a los aguerridos demagogos de San Lázaro.
La Anécdota
Hace ya varias décadas, en Rumanía, cuando todavía el látigo de la dictadura de Ceausescu imponía normas y criterios discrecionales, en la Universidad de Brasov se llegó a una conclusión:
--No se pueden seguir preparando profesionales dirigidos hacia áreas saturadas –como la medicina y el derecho-.
Fue entonces que se ideó el concepto de universidad rural para preparar a los jóvenes en tareas imperativas para el desarrollo general sustentable. El programa fue un éxito. A pesar de los horrores de la tiranía, obviamente injustificables, no cesaron el impulso y la orientación académicas. Hoy, por desgracia, el éxodo de los rumanos hacia las naciones de la Unión Europea encienden las alertas: la mafia de aquel país es observada como una de las de mayor peligro y la mejor proveedora de vendedores de drogas y prostitutas callejeras.
No siempre los peligros latentes son como los cuentan los fundamentalistas.
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Web: www.rafaelloretdemola.com
Algo no marcha bien cuando el Rector de la Universidad Nacional, de innegable plataforma social, debe acudir al Congreso a explicarles a los legisladores cuanto dañan los recortes presupuestarios ordenados por ellos con el supuesto fin de destinar fondos hacia renglones diversos y sin que, por ejemplo, ninguno de los intocables “parlamentarios” haya sugerido alguna iniciativa para reducir los gastos políticos, y entre estos el sostenimiento de la gigantesca infraestructura electoral incapaz de paliar las sospechas sobre las irregularidades de los procesos: demasiados edificios, demasiadas manos y pingues resultados.
Ello nos lleva hacia una paradoja tremenda: el fomento de la ignorancia para sostener el andamiaje que provee a la explotación política. Suena exagerado pero la tendencia es inocultable, está al alcance de cualquier análisis. ¿O acaso no es revelador que se hayan invertido 12 mil millones de pesos en los comicios más caros, acaso también los más controvertidos, de la historia? Y ello sin que se sacudan las conciencias de tantos representantes populares imbuidos en la prolongada discusión sobre las parcelas del poder y la conveniencia de mantener la dualidad entre la protesta callejera y la representatividad gubernamental. ¿Puede alguien extrañarse entonces que los términos “revolucionario” e “institucional” cohabiten en las siglas del partido que mantuvo su hegemonía durante más de siete décadas?
Eso sí, quizá en recuerdo de cuanto sucedió en 1968 –esto es mientras se mantiene la hipocresía de una extemporánea persecución judicial contra Echeverría-, obliga a los legisladores oficialistas, los panistas naturalmente como antes lo fueron los priístas, a intentar la asfixia económica de la que ha sido llamada “máxima casa de estudios”. ¿Será para sancionar al Rector, Juan Ramón de la Fuente, por su cercanía con el odiado Andrés Manuel López Obrador o al estudiantado tradicionalmente cargado hacia la izquierda en una perspectiva en que ésta se observa sólo como “un peligro” muy a pesar de sus nuevos avances en Latinoamérica?
Por un lado se difunden las “campañas negras”; por el otro se reducen los escenarios educativos y culturales al tiempo de que, igualmente, los salarios de los funcionarios públicos bajan en un diez por ciento para establecer “parejuras” oficiosas. ¿No observamos en esta actitud un comportamiento faccioso, por decir lo menos, encaminado a una descocada “depuración” destinada a castigar las diferencias ideológicas para preservar las garantías de estabilidad hacia los mercados políticos futuros?
Igual que en las tiendas de raya de la dictadura porfiriana: a cambio de asegurar el sustento, los trabajadores optaban por la esclavitud y aceptaban marginase de la educación para no incomodar a patrones y hacendados temerosos de que la luz del conocimiento revelara las deplorables condiciones de la postración social. Así ahora los representantes de la continuidad hacia la derecha, estupendos, por cierto, para fabricar barricadas con curules siguiendo las instrucciones del Estado Mayor Presidencial,
Debate
La demagogia avanza y la pobreza se sostiene. De acuerdo a la estadística oficial, el 44 por ciento de los latinoamericanos vive en condiciones de miseria preocupantes, la mitad de ellos dentro de los márgenes extremos. No extraña, en estas condiciones, el arraigo de las fórmulas paternalistas que prohíjan, lamentablemente en el mayor número de casos, el retorno de ex presidentes populistas al poder o el refrendo del mandato de los grandes demagogos del continente con un amplísimo abanico de matices.
La pobreza propicia, insisto, la exaltación de los controles políticos. Todavía hoy, en infinidad de comunidades rurales del país, los tiempos de campaña son esperados con la misma ilusión con la que los niños aguardan el arribo de los Santos Reyes cada 6 de enero. Los candidatos son distribuidores de obsequios que, por supuesto, no son equiparables al trueque infamante de voluntad y dignidad políticas a la hora de emitirse los sufragios. ¿No sentirán siquiera un poco de vergüenza quienes crecieron como opositores y solo son capaces, en el ejercicio del poder, de repetir las costumbres viciadas como la compraventa de votos entre las familias, por cierto sin varones porque éstos deben emigrar hacia el espejismo consumista del norte?
La miseria, por supuesto, facilita las simulaciones políticas y genera conformismo con el permanente antídoto de la ignorancia. Y ello no significa que pretendamos ofender a los humildes presentándolos como inmaduros; más bien el alegato es porque permanecen en la indefensión ante de acoso de una clase política amoral e incapaz de modificar el estado de cosas. Ahora, para colmo, los pobres, convocados desde distintos bandos políticos, deben esforzarse para mantener a dos gobiernos... uno de ellos, imaginario, por suscripción pública.
De estos desembolsos, por supuesto, nadie responde. Ni se habla de los porqué de la desconfianza de la ciudadanía acerca de destino de los impuestos. Una y otra vez, las reformas fiscales en cierne tienden a la elevar la recaudación aunque no pedan, per se, mejorar los índices de confianza general porque, sencillamente, la eficacia administrativa de los funcionarios públicos es el mayor de los déficit del sector.
El Reto
Más pobres y más políticos. ¿De verdad nos sirven los quinientos diputados empeñados en disputar sus propios fueros antes de defender las causas de sus representados?¿Y los ciento veintiocho senadores listos a cobrar dietas espléndidas aun cuando las tareas legislativas se mantengan en punto muerto por la exacerbación de los sectarismos? Si seguimos por esta ruta es evidente cuál será la desembocadura.
Si hay tribunos capaces de defender los recortes a la Universidad Nacional, ¿en dónde están los que propongan la reducción de los bandos camarales, por ejemplo despareciendo las posiciones plurinomnales y las de representación proporcional inútiles si se respeta la voluntad mayoritaria en serio, para adecentar la vida institucional de una nación cansada de sus saqueadores políticos y de los tantos demagogos cobijados en la impunidad?
Ya va siendo hora de que se planteen cuáles son las prioridades para establecer espacios para el ahorro no a costa de la preparación académica de una sociedad cada vez menos competitiva en un mundo globalizado. ¿O no nos estaremos dando cuenta de que los mexicanos que salen en busca de doctorados... ya no regresan a volcar sobre su paria los conocimientos obtenidos? Y no sé si el fenómeno les importe a los aguerridos demagogos de San Lázaro.
La Anécdota
Hace ya varias décadas, en Rumanía, cuando todavía el látigo de la dictadura de Ceausescu imponía normas y criterios discrecionales, en la Universidad de Brasov se llegó a una conclusión:
--No se pueden seguir preparando profesionales dirigidos hacia áreas saturadas –como la medicina y el derecho-.
Fue entonces que se ideó el concepto de universidad rural para preparar a los jóvenes en tareas imperativas para el desarrollo general sustentable. El programa fue un éxito. A pesar de los horrores de la tiranía, obviamente injustificables, no cesaron el impulso y la orientación académicas. Hoy, por desgracia, el éxodo de los rumanos hacia las naciones de la Unión Europea encienden las alertas: la mafia de aquel país es observada como una de las de mayor peligro y la mejor proveedora de vendedores de drogas y prostitutas callejeras.
No siempre los peligros latentes son como los cuentan los fundamentalistas.
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Web: www.rafaelloretdemola.com
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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