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Manuel Aguilar Mora
Manuel Aguilar Mora
El próximo 1° de diciembre el gobierno federal mexicano realizará su tradicional ceremonia sexenal en la cual el presidente saliente se despoja de la banda tricolor y se la entrega a su sucesor. En ella el presidente Vicente Fox se la entregará a Felipe Calderón, el presidente electo de su propio partido, el PAN (Partido de Acción Nacional). Se trata de la ceremonia del cambio presidencial, la cual durante ochenta años nunca se ha interrumpido, jamás ha estado en peligro de ser suspendida. Por primera vez en esa larga trayectoria de estabilidad política, siempre resaltada como un orgullo por la burguesía mexicana, repetimos, por primera vez después de la revolución mexicana de 1910-1919, un panorama nebuloso se cierne amenazante sobre este rito fundamental de la continuidad y legitimidad del estado burgués en México.
Esta situación se explica no sólo por el hecho de que en la cumbre del poder burgués mexicano, por primera vez en décadas sus quiebres parecen ser rupturas irremediables y las pugnas entre los tres partidos gobernantes se han exacerbado, como muy evidentemente se pudieron apreciar con motivo del gran fraude cometido en las elecciones presidenciales contra López Obrador (AMLO) el 2 de julio pasado. La confrontación política recrudecida explica que el PRD (Partido de la Revolución Democrática) esté preparando una ceremonia alternativa el próximo 20 de noviembre (fecha de celebración del inicio de la revolución mexicana y que también por primera vez el presidente Fox haya cancelado su celebración oficial en el Zócalo de la ciudad de México) para que AMLO sea investido por la Convención Nacional Democrática como "presidente legítimo" en esa misma plaza, corazón político de la república. Esta ceremonia será la contrapartida once días antes de la que se realizará con motivo de la investidura de Calderón en el Palacio Legislativo.
¿"Un poder dual burgués"? Por supuesto que no, más prosaicamente una muestra contundente de una crisis política mayúscula de la recién estrenada "democracia mexicana" en el 2000 con la victoria de Fox. El mundo oficial y sus voceros de los medios declararon que la alternancia en la presidencia de la república del decadente PRI (Partido Revolucionario Institucional) por el PAN era la prueba de la madurez política lograda por un supuesto renovado sistema político y echaron las campanas al vuelo. México entraba, decían, en una nueva etapa, el viejo régimen había sido superado y se incorporaba en el selecto club de las auténticas "democracias". Cada vez es más evidente que todo eso fue un fraude, una simulación, un pacto de los de arriba para que las cosas sustanciales siguieran igual...o peor.
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