I
A casi un mes de gestión, el Presidente de la República Felipe Calderón --a quien millones de sus conciudadanos consideran espurio-- nos ha anticipado cómo será su sexenio.
Y ese anticipo es barrunto de un presidencialado excluyente, opuesto, pensaríase, al discurso calderonista de búsqueda de la unidad entre todos los mexicanos.
Para empezar, las designaciones de don Felipe y de sus secretarios de despacho han sido lentas y rigurosas ya que se aplican, precisamente, criterios que excluyen a muchos.
El criterio central que aplícase en las designaciones es la de que los recipiendarios deben reunir ciertas cualidades que no son, cierto es, los de aptitud profesional y política.
Así parece. El primero de los criterios aplicados es el de que los designados (o aspirantes a serlo) tengan contactos personales con personas de la cultura del conservadurismo.
Empero, por encima de los buenos contactos y relaciones personales de los designados actuales o potenciales el segundo filtro es estrictamente ideológico.
Ese tamiz es estrecho. Alguien bien recomendado o con amistad con algún personaje en la cultura del conservadurismo es rechazado si se sospecha de infidelidad ideológica.
La sospecha tiene efecto decisivo, aun en casos de que aquella sea leve e infundada. Pero el prejuicio ideológico es incuestionable pues se le registra como valor infalible.
II
Por supuesto, sábese de casos documentados de personas con sensibilidad de izquierda o, incluso, del centro en el espectro ideológico, que han sido designados funcionarios.
Pero, hasta ahora, son las menos. Muchos puestos de importancia orgánica y trascendencia operativa en el Poder Ejecutivo han sido ocupados por priístas o de otros partidos.
Mas ello no es la generalidad ni la regla, sino la excepción. Muchos priístas e incluso perredistas y de otros partidos han exhibido un notable talento para el oportunismo.
Y mostrado, también, virtuosismo para la conveniencia y el reacomodo, la incongruencia y la adaptación ideológica y político. Alguien identificaría el fenómeno socarronamente.
Y esa socarronería se traduciría en una definición zumbona, la de que el fenómeno es una modalidad de darwinismo, aunque en rigor teleológico no lo sea.
Sin duda. Pero ese darwinismo --la teoría de que sólo sobrevie el más apto-- tiene, en realidad, otros móviles, uno de los cuales es el terrible desempleo en México.
Ese desempleo --ya lo sabría usted, caro leyente-- es la secuela de un dramático proceso de desgaste de las instituciones de la estructura y la superestructura sociales.
Otro móvil es, desde luego, el de la cercanía al poder formal o lo que ello representa y emblematiza en el contexto de los valores del pretencioso clasismo social en México.
III
Los desenlaces electorales --limpios o sucios, amañados o no-- han engrosado las filas de muchos políticos mayores, medianos y mayores añorantes del antaño priísta.
Y no son pocos esos políticos de la nostalgia tricolor que han descubierto su vocación vera: la de poseer un espinazo aceitadísimo, indispensable para ser acomodaticios.
Acomodaticios aunque, como sábese bien, viven en la constante inconformidad que les representa someterse a las humillaciones de un servilismo ideológico y político.
Muchos de esos políticos no necesitan el salario, pues la corrupción en el priísmo los hizo ricos. Lo que necesitan es, como autoestima, ser parte del aparato del poder.
En muchos casos trátase de césares --o cesaritos-- de escritorio, como los calificaba con finísima ironía y precisión el llorado Ricardo Garibay.
Esos cesaritos --priístas, perredistas, elbistas, niñoverdistas, etcétera-- hallan un nicho favorable en el entorno gubernamental calderonista.
Ese nicho es, por un lado, de soberbia extrema, rayana ésta en la prepotencia y la insensibilidad política y social y el privilegio del empleo del garrote y la censura.
El garrote, reiteraríase, ha sido en estos 21 días de gobierno, el enser estratégico de la tarea de Estado. Como en los mejores días del priísmo genocida hoy tan desacreditado.
Glosario:
Enser: Herramienta.
Garibay, Ricardo: Escritor mexicano (1923-1999), autor de Diálogos Mexicanos.
Tamiz: Examinarlo o seleccionarlo concienciudamente.
Teleológico: De teleología, doctrina de las causas finales.
ffernandezp@diariolibertad.org.mx
faustofeles1@yahoo.com.mx
http://www.diariolibertad.org.mx
http//elgritodelpueblo.blogspot.com
A casi un mes de gestión, el Presidente de la República Felipe Calderón --a quien millones de sus conciudadanos consideran espurio-- nos ha anticipado cómo será su sexenio.
Y ese anticipo es barrunto de un presidencialado excluyente, opuesto, pensaríase, al discurso calderonista de búsqueda de la unidad entre todos los mexicanos.
Para empezar, las designaciones de don Felipe y de sus secretarios de despacho han sido lentas y rigurosas ya que se aplican, precisamente, criterios que excluyen a muchos.
El criterio central que aplícase en las designaciones es la de que los recipiendarios deben reunir ciertas cualidades que no son, cierto es, los de aptitud profesional y política.
Así parece. El primero de los criterios aplicados es el de que los designados (o aspirantes a serlo) tengan contactos personales con personas de la cultura del conservadurismo.
Empero, por encima de los buenos contactos y relaciones personales de los designados actuales o potenciales el segundo filtro es estrictamente ideológico.
Ese tamiz es estrecho. Alguien bien recomendado o con amistad con algún personaje en la cultura del conservadurismo es rechazado si se sospecha de infidelidad ideológica.
La sospecha tiene efecto decisivo, aun en casos de que aquella sea leve e infundada. Pero el prejuicio ideológico es incuestionable pues se le registra como valor infalible.
II
Por supuesto, sábese de casos documentados de personas con sensibilidad de izquierda o, incluso, del centro en el espectro ideológico, que han sido designados funcionarios.
Pero, hasta ahora, son las menos. Muchos puestos de importancia orgánica y trascendencia operativa en el Poder Ejecutivo han sido ocupados por priístas o de otros partidos.
Mas ello no es la generalidad ni la regla, sino la excepción. Muchos priístas e incluso perredistas y de otros partidos han exhibido un notable talento para el oportunismo.
Y mostrado, también, virtuosismo para la conveniencia y el reacomodo, la incongruencia y la adaptación ideológica y político. Alguien identificaría el fenómeno socarronamente.
Y esa socarronería se traduciría en una definición zumbona, la de que el fenómeno es una modalidad de darwinismo, aunque en rigor teleológico no lo sea.
Sin duda. Pero ese darwinismo --la teoría de que sólo sobrevie el más apto-- tiene, en realidad, otros móviles, uno de los cuales es el terrible desempleo en México.
Ese desempleo --ya lo sabría usted, caro leyente-- es la secuela de un dramático proceso de desgaste de las instituciones de la estructura y la superestructura sociales.
Otro móvil es, desde luego, el de la cercanía al poder formal o lo que ello representa y emblematiza en el contexto de los valores del pretencioso clasismo social en México.
III
Los desenlaces electorales --limpios o sucios, amañados o no-- han engrosado las filas de muchos políticos mayores, medianos y mayores añorantes del antaño priísta.
Y no son pocos esos políticos de la nostalgia tricolor que han descubierto su vocación vera: la de poseer un espinazo aceitadísimo, indispensable para ser acomodaticios.
Acomodaticios aunque, como sábese bien, viven en la constante inconformidad que les representa someterse a las humillaciones de un servilismo ideológico y político.
Muchos de esos políticos no necesitan el salario, pues la corrupción en el priísmo los hizo ricos. Lo que necesitan es, como autoestima, ser parte del aparato del poder.
En muchos casos trátase de césares --o cesaritos-- de escritorio, como los calificaba con finísima ironía y precisión el llorado Ricardo Garibay.
Esos cesaritos --priístas, perredistas, elbistas, niñoverdistas, etcétera-- hallan un nicho favorable en el entorno gubernamental calderonista.
Ese nicho es, por un lado, de soberbia extrema, rayana ésta en la prepotencia y la insensibilidad política y social y el privilegio del empleo del garrote y la censura.
El garrote, reiteraríase, ha sido en estos 21 días de gobierno, el enser estratégico de la tarea de Estado. Como en los mejores días del priísmo genocida hoy tan desacreditado.
Glosario:
Enser: Herramienta.
Garibay, Ricardo: Escritor mexicano (1923-1999), autor de Diálogos Mexicanos.
Tamiz: Examinarlo o seleccionarlo concienciudamente.
Teleológico: De teleología, doctrina de las causas finales.
ffernandezp@diariolibertad.org.mx
faustofeles1@yahoo.com.mx
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http//elgritodelpueblo.blogspot.com
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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