I
La Navidad --la natividad de Jesús, según la tradición judeocristiana-- ha devenido hoy en una distorsión asaz aberrante de su vero sentido: La búsqueda de justicia social.
Esa búsqueda es eterna. Y, a la luz de la realidad social en el planeta, tan lacerante, esa búsqueda adquiere una trascendencia insoslayable que le otorga vigencia acusada.
La realidad social en el mundo tiene contrastes espectaculares y, por lo mismo, dramáticos: Los extremos de pobreza --miseria-- de los más y la opulencia de los menos.
La injusticia social preside la vida de países altamente desarrollados --bajo economías de capital, mercado y consumo-- y los de acusado atraso y subdesarrollo general.
La población del mundo vive en esa dicotomía brutalmente cruel. Más de un tercio del total de habitantes subsiste con un dólar al día; otro tanto, con sólo dos dólares.
A la población del planeta la estrujan la desigualdad social, la iniquidad en el ejercico del poder en todas sus modalidades y la ausencia de una solidaridad social.
Y la distorsión de la Navidad consiste en el empleo artificioso, ritualístico, de sofismas y falacias que disfrazan, si no es que ocultan, una realidad truculenta:
A quien se venera verdaderamnente no es a Jesús ni a sus emblemas y símbolos icónicos, sino al dinero y lo que éste representa. Se venera no la humildad, sino la soberbia.
II
El dinero es, pues, el dios. Es la entelequia suprema. Es el creador de bienestar material. Es el dador de felicidad artificial. La deidad máxima. Nuevo becerro de oro.
Pero un becerro de oro bajo guisa divina. Hoy, a la Navidad se le asocia con expresiones de paganismo con una pátina de falsa religiosidad y espurio recogimiento.
Se le asocia, en igual medida, con el consumismo y, por ende, con el mercado. Jesús se ha convertido en un producto vendible, apreciado con arreglo a las fuerzas del mercado.
Cierto. Jesús, quien como ser histórico tiene atributos que el cristianismo organizado desecha, rechaza o combate con saña porque defendió a los pobres, tiene un precio.
Como ser mitológico --el del cristianismo organizado como poder político y gran negocio--, Jesús está del lado del conservadurismo, el capital y la ganancia inmoral.
Son dos entes --dos Jesuses-- situados en las antípodas: Uno, el Jesús que habla con el Papa Ratzinger, el ex nazi. Y otro, un Jesús que no necesita intermediarios humanos.
Ambos fueron ejecutados. El Jesús de Ratzinger fue muerto por un determinismo religioso, supranatural. El Jesús de los pobres fue ejecutado por imperativos políticos.
Este último es el Jesús símbolo de la búsqueda de la justicia social, entendida éste como la organización de la sociedad según criterios equitativos.
Esos criterios se aplicarían en la distribución de bienes y de lo que éstos producen, de modo que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a ellos.
III
Señálese que la justicia social no surgió espontáneamente del entramado de las relaciones de producción y no pertenece a ningún tipo de filantropía ni paternalismo caritativo.
Estos últimos valores --la filantropía y el paternalismo-- son la subyacencia teleológica de la celebración de la Navidad. Los Reyes Magos y Santaclós tienen esa connotación.
En esta aberración actual de la efeméride convergen intereses ajenos a los del sentido de búsqueda de la justicia social. Esos intereses son los que siguen:
1) Los del propio cristianismo organizado corporativamente, representado por la miríada de iglesias cristianas (católica, protestantes, ortodoxas, etcétera)
2) Los grandes consorcios trasnacionales del comercio y la intermediación mercantil, financiera y bancaria que conforman lo que entiéndese como el poder real, el del dinero.
3) Ese poder real --el del dinero-- utiliza la religión organizada (ésta suele ser también parte de aquél) como medio de control social e induce conductas colectivas.
En México, la celebración exhibe esos componentes ideológicos. La aculturación estadunidense --los valores del protestatismo-- coexiste comercialmente con el catolicismo.
Y en esa coexistencia del pesebre con el árbol cubierto de nieve --Reyes Magos y Santaclós-- las formas ocultas de la propaganda del capital asoman sus babeantes fauces.
Glosario:
Aculturación: Adopción opr parte de un grupo humano de los elementos culturales de otro, de forma que desaparecen las costumbres originales esenciales.
Espurio: Falso, adulterado o no auténtico.
Filantropía: Amor al género humano.
faustofeles1@yahoo.com.mx
http://www.diariolibertad.org.mx
http://elgritodelpueblo.blogspot.com
La Navidad --la natividad de Jesús, según la tradición judeocristiana-- ha devenido hoy en una distorsión asaz aberrante de su vero sentido: La búsqueda de justicia social.
Esa búsqueda es eterna. Y, a la luz de la realidad social en el planeta, tan lacerante, esa búsqueda adquiere una trascendencia insoslayable que le otorga vigencia acusada.
La realidad social en el mundo tiene contrastes espectaculares y, por lo mismo, dramáticos: Los extremos de pobreza --miseria-- de los más y la opulencia de los menos.
La injusticia social preside la vida de países altamente desarrollados --bajo economías de capital, mercado y consumo-- y los de acusado atraso y subdesarrollo general.
La población del mundo vive en esa dicotomía brutalmente cruel. Más de un tercio del total de habitantes subsiste con un dólar al día; otro tanto, con sólo dos dólares.
A la población del planeta la estrujan la desigualdad social, la iniquidad en el ejercico del poder en todas sus modalidades y la ausencia de una solidaridad social.
Y la distorsión de la Navidad consiste en el empleo artificioso, ritualístico, de sofismas y falacias que disfrazan, si no es que ocultan, una realidad truculenta:
A quien se venera verdaderamnente no es a Jesús ni a sus emblemas y símbolos icónicos, sino al dinero y lo que éste representa. Se venera no la humildad, sino la soberbia.
II
El dinero es, pues, el dios. Es la entelequia suprema. Es el creador de bienestar material. Es el dador de felicidad artificial. La deidad máxima. Nuevo becerro de oro.
Pero un becerro de oro bajo guisa divina. Hoy, a la Navidad se le asocia con expresiones de paganismo con una pátina de falsa religiosidad y espurio recogimiento.
Se le asocia, en igual medida, con el consumismo y, por ende, con el mercado. Jesús se ha convertido en un producto vendible, apreciado con arreglo a las fuerzas del mercado.
Cierto. Jesús, quien como ser histórico tiene atributos que el cristianismo organizado desecha, rechaza o combate con saña porque defendió a los pobres, tiene un precio.
Como ser mitológico --el del cristianismo organizado como poder político y gran negocio--, Jesús está del lado del conservadurismo, el capital y la ganancia inmoral.
Son dos entes --dos Jesuses-- situados en las antípodas: Uno, el Jesús que habla con el Papa Ratzinger, el ex nazi. Y otro, un Jesús que no necesita intermediarios humanos.
Ambos fueron ejecutados. El Jesús de Ratzinger fue muerto por un determinismo religioso, supranatural. El Jesús de los pobres fue ejecutado por imperativos políticos.
Este último es el Jesús símbolo de la búsqueda de la justicia social, entendida éste como la organización de la sociedad según criterios equitativos.
Esos criterios se aplicarían en la distribución de bienes y de lo que éstos producen, de modo que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a ellos.
III
Señálese que la justicia social no surgió espontáneamente del entramado de las relaciones de producción y no pertenece a ningún tipo de filantropía ni paternalismo caritativo.
Estos últimos valores --la filantropía y el paternalismo-- son la subyacencia teleológica de la celebración de la Navidad. Los Reyes Magos y Santaclós tienen esa connotación.
En esta aberración actual de la efeméride convergen intereses ajenos a los del sentido de búsqueda de la justicia social. Esos intereses son los que siguen:
1) Los del propio cristianismo organizado corporativamente, representado por la miríada de iglesias cristianas (católica, protestantes, ortodoxas, etcétera)
2) Los grandes consorcios trasnacionales del comercio y la intermediación mercantil, financiera y bancaria que conforman lo que entiéndese como el poder real, el del dinero.
3) Ese poder real --el del dinero-- utiliza la religión organizada (ésta suele ser también parte de aquél) como medio de control social e induce conductas colectivas.
En México, la celebración exhibe esos componentes ideológicos. La aculturación estadunidense --los valores del protestatismo-- coexiste comercialmente con el catolicismo.
Y en esa coexistencia del pesebre con el árbol cubierto de nieve --Reyes Magos y Santaclós-- las formas ocultas de la propaganda del capital asoman sus babeantes fauces.
Glosario:
Aculturación: Adopción opr parte de un grupo humano de los elementos culturales de otro, de forma que desaparecen las costumbres originales esenciales.
Espurio: Falso, adulterado o no auténtico.
Filantropía: Amor al género humano.
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!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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