Desde Machetearte:
Por Eduardo Ibarra Aguirre
En nuestro país pocos se asumen como políticos, acaso por el tan inducido como bien ganado desprestigio del concepto, pero está de moda presentarse como analista político. La práctica es muy extendida, al punto que no es exagerado estimar que disponemos más de los segundos que de los primeros. Amén de que no pocos analistas son políticos fracasados o sin trabajo.
En ese mundillo, desde los espacios más silvestres hasta donde se teje fino, rato ha que decretaron la derrota de Andrés Manuel López Obrador como dirigente del movimiento multipartidario, ciudadano y social, las tres afluentes en convergencia, que impugna los resultados oficiales de 2 de julio.
Como fuente de información, López Obrador y el movimiento poselectoral desapareció de la agenda del duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico. Es la misma historia de siempre. La novedad es que los que no se someten al discurso y la práctica oficiales son amenazados, como José Gutiérrez Vivó , y cancelados espacios radiofónicos y televisivos, como Ricardo Rocha y Carmen Aristegui Flores .
Pero la verdad única que ensordece a televidentes, radioescuchas y lectores, con campañas publicitarias risibles porque parecieran destinadas para un auditorio suizo, como la que emprende Televisa y el Grupo Radio Centro, no rigen las prácticas presidenciales.
Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa se afana en apropiarse con exagerada timidez de algunas de las propuestas y símbolos que durante la campaña juzgó como un peligro para México , es el caso de la austeridad republicana. Y su primera visita como presidente la realizó a Tlacoachistlahuaca, Metlatónoc, Guerrero, poblado en el que AMLO arrancó su campaña presidencial, para anunciar el programa de combate a la pobreza extrema.
Pero los hechos son tercos e ineludibles. Calderón no dijo una sola palabra sobre el incremento del precio de la leche Liconsa en 28 por ciento. Mucho menos sobre sus prioridades presupuestales para seguridad pública y las fuerzas armadas, mientras la educación y la cultura las presenta como prescindibles.
Como fuere, el michoacano da señales de que mientras la mediocracia difunde una imagen idílica para congraciarse con el príncipe y después cobrar las facturas al erario, éste no se la cree y asume como prioridad disminuir la base social y política del presunto Hugo Chávez Frías mexicano, como se empeñaron en presentarlo los membretes patronales de Acción Nacional.
El papel dirigente del Peligro para México sobre el vasto y diverso reclamo ciudadano permitió liberar muchas energías contenidas y no poca presión a la gigantesca olla exprés en que Vicente Fox Quesada convirtió el país, sin que hubiera un solo ciudadano rasguñado o un vidrio roto durante los mítines, marchas y plantones más concurridos que registra la historia política de la República.
Resulta impensable la fugaz y accidentada toma de posesión de Calderón Hinojosa , pero toma de protesta al fin, sin el liderazgo intransigente y democrático que desempeñó el tabasqueño de Macuspana. Reducir el hecho a un golpe de audacia y firmeza del panista es ignorar la lógica del obradorismo. Menos aún si contemplamos que 13 millones de paisanos consideran que las vías parlamentaria e institucional están cerradas para la consecución de cambios en el rumbo por el que transita el país desde hace un cuarto de siglo.
Son demasiados millones de partidarios de las soluciones no pacíficas. Francisco Javier Ramírez Acuña y su jefe institucional no parecen estar en condiciones de ignorar ese dato duro, producto de las consentidas encuestas, a riesgo de incendiar Oaxaca y otras entidades de la República.
Por Eduardo Ibarra Aguirre
En nuestro país pocos se asumen como políticos, acaso por el tan inducido como bien ganado desprestigio del concepto, pero está de moda presentarse como analista político. La práctica es muy extendida, al punto que no es exagerado estimar que disponemos más de los segundos que de los primeros. Amén de que no pocos analistas son políticos fracasados o sin trabajo.
En ese mundillo, desde los espacios más silvestres hasta donde se teje fino, rato ha que decretaron la derrota de Andrés Manuel López Obrador como dirigente del movimiento multipartidario, ciudadano y social, las tres afluentes en convergencia, que impugna los resultados oficiales de 2 de julio.
Como fuente de información, López Obrador y el movimiento poselectoral desapareció de la agenda del duopolio televisivo y el oligopolio radiofónico. Es la misma historia de siempre. La novedad es que los que no se someten al discurso y la práctica oficiales son amenazados, como José Gutiérrez Vivó , y cancelados espacios radiofónicos y televisivos, como Ricardo Rocha y Carmen Aristegui Flores .
Pero la verdad única que ensordece a televidentes, radioescuchas y lectores, con campañas publicitarias risibles porque parecieran destinadas para un auditorio suizo, como la que emprende Televisa y el Grupo Radio Centro, no rigen las prácticas presidenciales.
Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa se afana en apropiarse con exagerada timidez de algunas de las propuestas y símbolos que durante la campaña juzgó como un peligro para México , es el caso de la austeridad republicana. Y su primera visita como presidente la realizó a Tlacoachistlahuaca, Metlatónoc, Guerrero, poblado en el que AMLO arrancó su campaña presidencial, para anunciar el programa de combate a la pobreza extrema.
Pero los hechos son tercos e ineludibles. Calderón no dijo una sola palabra sobre el incremento del precio de la leche Liconsa en 28 por ciento. Mucho menos sobre sus prioridades presupuestales para seguridad pública y las fuerzas armadas, mientras la educación y la cultura las presenta como prescindibles.
Como fuere, el michoacano da señales de que mientras la mediocracia difunde una imagen idílica para congraciarse con el príncipe y después cobrar las facturas al erario, éste no se la cree y asume como prioridad disminuir la base social y política del presunto Hugo Chávez Frías mexicano, como se empeñaron en presentarlo los membretes patronales de Acción Nacional.
El papel dirigente del Peligro para México sobre el vasto y diverso reclamo ciudadano permitió liberar muchas energías contenidas y no poca presión a la gigantesca olla exprés en que Vicente Fox Quesada convirtió el país, sin que hubiera un solo ciudadano rasguñado o un vidrio roto durante los mítines, marchas y plantones más concurridos que registra la historia política de la República.
Resulta impensable la fugaz y accidentada toma de posesión de Calderón Hinojosa , pero toma de protesta al fin, sin el liderazgo intransigente y democrático que desempeñó el tabasqueño de Macuspana. Reducir el hecho a un golpe de audacia y firmeza del panista es ignorar la lógica del obradorismo. Menos aún si contemplamos que 13 millones de paisanos consideran que las vías parlamentaria e institucional están cerradas para la consecución de cambios en el rumbo por el que transita el país desde hace un cuarto de siglo.
Son demasiados millones de partidarios de las soluciones no pacíficas. Francisco Javier Ramírez Acuña y su jefe institucional no parecen estar en condiciones de ignorar ese dato duro, producto de las consentidas encuestas, a riesgo de incendiar Oaxaca y otras entidades de la República.
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