¿Será que en un claro ejercicio de autocrítica cuando Ulises Ruiz afirma que se debe aplicar todo el peso de la ley a quienes han cometido delitos se refiere a los delitos de fraude, de abuso de poder, de secuestro, terrorismo y homicidio de los que él está acusado?
¿Qué esperar del espurio gobierno de Fecal cuando ordena detener a los líderes sociales y se les envía a cárceles de alta seguridad mientras políticos y empresarios pederastas forman parte de ese gobierno "constitucional" e ilegítimo?
Cuando Calderón afirma que combatirá el crimen no habrá que entender que se refiera a la disidencia política, porque de lo contrario las primeras detenciones habrían sido la de los Bribiesca Sahagún o la de Roberto Hernández, por no hablar de los enfermos y perversos amigos y políticos servidores del empresario Kamel Nacif. Pero no. Queda claro que en el México de Calderón que, es a fín de cuentas el México de la ilegalidad y la ilegitimidad, las cosas son al revés y los luchadores sociales, "los renegados", los invisibles a los ojos de la telecracia, los carenciados de siempre que hartos de explotación y hambre levantan su voz de protesta son los delincuentes más peligrosos, mientras las redes del narcotráfico y la explotación sexual crecen al amparo y la impunidad garantizada por el espurio y su antecesor.
Las señales son claras como el agua. La detención de Flavio Sosa, líder visible de la APPO, en la Ciudad de México a la que acudió con el propósito de entablar un diálogo con el gobierno fraudulento del cuñado proveedor estelar del IFE, es una declaratoria de guerra contra todo el movimiento social y cívico de México.
El espurio individuo que tomó protesta ante las cámaras de televisión por la puerta de atrás y rodeado de su particular junta militar y no ante el Congreso de la Unión que entre ridículas banderitas y fuertes rechiflas evidenció el poco respeto a la ley y a las formas, pero sobretodo el poco valor que la Constitución Política le merece al PRIAN, genéricos y similares, ha elegido el difícil camino de la represión en lugar de elegir el inteligente camino de la reconciliación.
La política de Calderón en nada se diferencia de la que ejerció Díaz Ordaz en 1968 y la que llevo al movimiento estudiantil, ante la represión, a optar por los nada recomendables caminos de la revolución armada, el movimiento de resistencia civil ha ejercido su derecho de protesta de forma pacífica, pero los intentos entupidos de reventar las diferentes manifestaciones de lucha popular arraigarán entre los más jóvenes, motor indiscutible del movimiento social, las opciones más radicales de resistencia, ante la violencia institucional vendrá la violencia social, el odio genera rencor y el rencor se alimenta de violencia. Mientras más fuerte pretenda ser la respuesta irracional institucional contra la legítima protesta civil, mayor será la radicalización irracional de la insurrección popular.
En tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, la ignorancia y el olvido son malos consejeros, el camino que pretende cruzar Calderón es viejo y nunca ha dado buen resultado.
Los problemas sociales y políticos no se borran con decretos, persecuciones, ni represiones, sino atendiéndolos y resolviéndolos, pero para eso sería necesario que quien ocupa el Poder Ejecutivo lo sea por la legitimidad de la certeza electoral, a lo que Fecal y el PRIAN renunciaron al negarse al ejercicio democrático del recuento de votos, lo que habría garantizado un gobierno por la puerta delantera y sostenido por la convicción ciudadana, no como el que quiso el espurio amigo de las moscas: por la puerta de atrás y sostenido únicamente por la fuerza paramilitar del seudo ejército que es el Estado Mayor presidencial.
¿Qué esperar del espurio gobierno de Fecal cuando ordena detener a los líderes sociales y se les envía a cárceles de alta seguridad mientras políticos y empresarios pederastas forman parte de ese gobierno "constitucional" e ilegítimo?
Cuando Calderón afirma que combatirá el crimen no habrá que entender que se refiera a la disidencia política, porque de lo contrario las primeras detenciones habrían sido la de los Bribiesca Sahagún o la de Roberto Hernández, por no hablar de los enfermos y perversos amigos y políticos servidores del empresario Kamel Nacif. Pero no. Queda claro que en el México de Calderón que, es a fín de cuentas el México de la ilegalidad y la ilegitimidad, las cosas son al revés y los luchadores sociales, "los renegados", los invisibles a los ojos de la telecracia, los carenciados de siempre que hartos de explotación y hambre levantan su voz de protesta son los delincuentes más peligrosos, mientras las redes del narcotráfico y la explotación sexual crecen al amparo y la impunidad garantizada por el espurio y su antecesor.
Las señales son claras como el agua. La detención de Flavio Sosa, líder visible de la APPO, en la Ciudad de México a la que acudió con el propósito de entablar un diálogo con el gobierno fraudulento del cuñado proveedor estelar del IFE, es una declaratoria de guerra contra todo el movimiento social y cívico de México.
El espurio individuo que tomó protesta ante las cámaras de televisión por la puerta de atrás y rodeado de su particular junta militar y no ante el Congreso de la Unión que entre ridículas banderitas y fuertes rechiflas evidenció el poco respeto a la ley y a las formas, pero sobretodo el poco valor que la Constitución Política le merece al PRIAN, genéricos y similares, ha elegido el difícil camino de la represión en lugar de elegir el inteligente camino de la reconciliación.
La política de Calderón en nada se diferencia de la que ejerció Díaz Ordaz en 1968 y la que llevo al movimiento estudiantil, ante la represión, a optar por los nada recomendables caminos de la revolución armada, el movimiento de resistencia civil ha ejercido su derecho de protesta de forma pacífica, pero los intentos entupidos de reventar las diferentes manifestaciones de lucha popular arraigarán entre los más jóvenes, motor indiscutible del movimiento social, las opciones más radicales de resistencia, ante la violencia institucional vendrá la violencia social, el odio genera rencor y el rencor se alimenta de violencia. Mientras más fuerte pretenda ser la respuesta irracional institucional contra la legítima protesta civil, mayor será la radicalización irracional de la insurrección popular.
En tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, la ignorancia y el olvido son malos consejeros, el camino que pretende cruzar Calderón es viejo y nunca ha dado buen resultado.
Los problemas sociales y políticos no se borran con decretos, persecuciones, ni represiones, sino atendiéndolos y resolviéndolos, pero para eso sería necesario que quien ocupa el Poder Ejecutivo lo sea por la legitimidad de la certeza electoral, a lo que Fecal y el PRIAN renunciaron al negarse al ejercicio democrático del recuento de votos, lo que habría garantizado un gobierno por la puerta delantera y sostenido por la convicción ciudadana, no como el que quiso el espurio amigo de las moscas: por la puerta de atrás y sostenido únicamente por la fuerza paramilitar del seudo ejército que es el Estado Mayor presidencial.
¡Presos políticos libertad!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario