Para el martes 19 de diciembre se está convocando a una mega movilización nacional en defensa de la Educación y la Cultura, ante la amenaza de recortar el presupuesto público para estos rubros.
Toda forma de protesta con la intención de evitar que la mediocridad y la ignorancia del gobierno espurio impongan la globalidad de su política de idiotización es bienvenida.
Pero no basta ya con las marchas en un país donde millones de personas somos invisibles ante la "realidad" de la farsa democrática.
Hay que romper el cerco (des)informativo y accionar nuevas formas de protesta, que inventar nuevos imaginarios de lucha que respondan a la dignidad humana frente a la bajeza deshumanizada de un sistema que todo lo mide cuantitativamente y no cualitativamente.
Es necesario que ante la agresión social que significa el recorte presupuestal a la Educación y la Cultura, tanto quienes la ejercemos, como quienes la consumimos, nos obliguemos a desconocer toda autoridad institucional que no se sume a la urgente y ética defensa de estos dos rubros, que son el termómetro de vida de toda sociedad. Sí, desconocer y denunciar, a instituciones, que nada significan si los educadores y los creadores las abandonan.
El recorte del presupuesto a la Cultura es una consecuencia lógica, después de seis años de un CONACULTA con Sari Bermúdez a la cabeza, la que hasta escribió un libro (sobre la segunda esposa del ex gerente de la Coca-cola) y la que no hizo nada realmente relevante en materia de cultura, excepto aumentar los costos de ciertos programas, que en su mayoría fueron realmente irrelevantes en relación con su objetivo fundamental de formación de públicos, para sobornar a los creadores sobornables y mantener una cierta calma en cuanto a sus ostentosas presentaciones "culturales", sin ninguna relación verdadera con las diversas manifestaciones del Arte en el país.
El "entendimiento" deshumanizado de la derecha prianista responde a sus lógicas mediocres e ignorantes y arremete justamente contra los sectores profesionales que más margen de acción tienen para inspirar subjetividades de resistencia y lucha entre la ciudadanía.
El regateo presupuestal para la Educación y Cultura es la consecuencia natural, cuando menos en lo que a cultura se refiere, de un sector que en lo general se ha mantenido dentro de un pasivo confort en los márgenes de lo "políticamente correcto", que les garantiza los "apoyos" que permiten sobrellevar un "nivel de vida cómodo".
Por eso es importante, si la protesta a la que convocan los creadores de arte en el país es legítima, que no se quede sólo en la marcha del 19 de diciembre.
Es hora de que nos sumemos en lo individual y en lo colectivo a las diferentes luchas que se desarrollan por todo el territorio nacional, porque, una, sin las otras, no tendrá resonancia significativa.
Es la hora de que los creadores (intelectuales) tomen su importante lugar histórico y se sumen a las luchas populares, que son, a fin de cuentas, las luchas por la dignidad ciudadana de toda sociedad.
Son los maestros y los creadores de arte, quienes, desde las aulas, las plumas y los escenarios, pueden y deben estimular las micropolíticas de resistencia que funjan como resortes de nuevos imaginarios sociales de lucha pacífica, en oposición a las subjetividades de opresión y represión, que el sistema ya en decadencia, intenta imponernos a través de la inculta telecracia.
Contra las armas, la imaginación, contra el terror neoliberal, la ternura popular.
Toda forma de protesta con la intención de evitar que la mediocridad y la ignorancia del gobierno espurio impongan la globalidad de su política de idiotización es bienvenida.
Pero no basta ya con las marchas en un país donde millones de personas somos invisibles ante la "realidad" de la farsa democrática.
Hay que romper el cerco (des)informativo y accionar nuevas formas de protesta, que inventar nuevos imaginarios de lucha que respondan a la dignidad humana frente a la bajeza deshumanizada de un sistema que todo lo mide cuantitativamente y no cualitativamente.
Es necesario que ante la agresión social que significa el recorte presupuestal a la Educación y la Cultura, tanto quienes la ejercemos, como quienes la consumimos, nos obliguemos a desconocer toda autoridad institucional que no se sume a la urgente y ética defensa de estos dos rubros, que son el termómetro de vida de toda sociedad. Sí, desconocer y denunciar, a instituciones, que nada significan si los educadores y los creadores las abandonan.
El recorte del presupuesto a la Cultura es una consecuencia lógica, después de seis años de un CONACULTA con Sari Bermúdez a la cabeza, la que hasta escribió un libro (sobre la segunda esposa del ex gerente de la Coca-cola) y la que no hizo nada realmente relevante en materia de cultura, excepto aumentar los costos de ciertos programas, que en su mayoría fueron realmente irrelevantes en relación con su objetivo fundamental de formación de públicos, para sobornar a los creadores sobornables y mantener una cierta calma en cuanto a sus ostentosas presentaciones "culturales", sin ninguna relación verdadera con las diversas manifestaciones del Arte en el país.
El "entendimiento" deshumanizado de la derecha prianista responde a sus lógicas mediocres e ignorantes y arremete justamente contra los sectores profesionales que más margen de acción tienen para inspirar subjetividades de resistencia y lucha entre la ciudadanía.
El regateo presupuestal para la Educación y Cultura es la consecuencia natural, cuando menos en lo que a cultura se refiere, de un sector que en lo general se ha mantenido dentro de un pasivo confort en los márgenes de lo "políticamente correcto", que les garantiza los "apoyos" que permiten sobrellevar un "nivel de vida cómodo".
Por eso es importante, si la protesta a la que convocan los creadores de arte en el país es legítima, que no se quede sólo en la marcha del 19 de diciembre.
Es hora de que nos sumemos en lo individual y en lo colectivo a las diferentes luchas que se desarrollan por todo el territorio nacional, porque, una, sin las otras, no tendrá resonancia significativa.
Es la hora de que los creadores (intelectuales) tomen su importante lugar histórico y se sumen a las luchas populares, que son, a fin de cuentas, las luchas por la dignidad ciudadana de toda sociedad.
Son los maestros y los creadores de arte, quienes, desde las aulas, las plumas y los escenarios, pueden y deben estimular las micropolíticas de resistencia que funjan como resortes de nuevos imaginarios sociales de lucha pacífica, en oposición a las subjetividades de opresión y represión, que el sistema ya en decadencia, intenta imponernos a través de la inculta telecracia.
Contra las armas, la imaginación, contra el terror neoliberal, la ternura popular.
¡Los presos de Oaxaca son los presos de México, alto a la represión, fuera Ulises Ruiz!
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