*El PAN y sus Retos
*La Paradoja de LEA
Cada vez es menos frecuente que surjan líderes naturales como en el caso del ecuatoriano Rafael Correa, reciente ganador de los comicios presidenciales en su país a pesar de los enormes contenedores del capital al servicio de sus adversarios. La tendencia en Latinoamérica, a través de este complejo 2006 y los anteriores, ha sido a favor de los retornos –como los de Alan García en Perú y Óscar Arias en Costa Rica- y las reelecciones –la de Hugo Chávez en Venezuela, la de Álvaro Uribe en Colombia y la de Lula en Brasil sobre todo-, como un reflejo del agobio popular ante los destinos inciertos. Quizá ello lleva a la recreación material de la vieja monserga: “más vale malo por conocido”.
En México, de alguna manera, se revalidó la permanencia del mismo grupo ante la revelación de los “peligros” inherentes a cualquier viraje, sobre todo hacia la izquierda, porque ello podría hacer anclar en el “populismo” a la nave triunfal de la continuidad. Desde luego, Felipe Calderón es un hombre tenaz pero sin el carisma para aglutinar en torno suyo a millares o millones de incondicionales; otra cosa es, desde luego, los efectos causados por el fundamentalismo de derecha enfrentado al de izquierda bajo el estruendo de la polarización social.
Los antecedentes plantean, ante la geopolítica continental, que México podría seguir un cauce similar por el imperativo de asegurar las líneas preestablecidas y los riesgos emanados del permanente acecho de las opciones desbordadas hacia las calles con signos de ruptura. No son pocos los inversionistas, cernidos a una cuadrada mentalidad sobre provisiones y rendimientos, que se sintieron sacudidos cuando Andrés Manuel López Obrador, exultante en su rebeldía cívica, recordó cómo se había incordiado en sus tiempos a los próceres Juárez y Madero, entre otros, con descalificaciones soeces y diagnósticos extremos sobre sus supuestas enajenaciones mentales:
--Cuando alguien iba al excusado –reseñó López Obrador- decía “voy a Juárez”. ¡Y Don Benito fue el más grande de los presidentes que hemos tenido!
Aseveró que guardaba las proporciones pero el símil, por supuesto, sirvió para exhibir la recurrente torpeza de quienes, de manera superficial, señalan el desgaste del movimiento de resistencia sin considerar que lo trascendente no es la cabeza sino los millones que la respaldan. De allí los riesgos previsibles para los mercados a futuro, políticos y financieros.
Queda claro que la apuesta multinacional está dada en pro del mantenimiento del estado de cosas, sin sacudidas, aun con corrientes ideológicas equidistantes. En Brasil, por ejemplo, la izquierda de Lula no ha puesto en riesgo alguno a las inversiones de los grandes consorcios del exterior, incluyendo los banqueros de la Unión Europea en fase de expansión, ni ha alterado el ciclo de producción en una de las naciones más extensas de América. Y ello permite a quienes ejercen la rectoría financiera del continente asegurar la continuidad como elemento sustantivo para la estabilidad global.
De esta manera la tendencia hacia la democracia cierra el círculo: incluso los señalados como predadores, tal el caso de Alan García, obtienen una segunda oportunidad para vindicarse al amparo de una inmensa parafernalia publicitaria. Lo que no se quiere son más experimentos con la economía. Y de allí el contundente rechazo a cualquier proyecto alternativo.
Debate
En el Congreso de la Unión duerme todavía la iniciativa, avalada por las representaciones del PAN, ara posibilitar la reelección directa de diputados y senadores. En la actualidad, como sabemos, los legisladores deben dejar pasar un periodo –sea de tres o seis años según el caso- para volver a optar por el mismo cargo dando forma y proyección al espíritu del Constituyente cuya sabiduría, fundamentada en un amplio conocimiento de la idiosincrasia nacional, señaló hacia los graves riesgos de la permanencia en el poder por la tendencia inevitable hacia el autoritarismo en distintos niveles y grados.
No se olvide que los mexicanos llevamos inmersos dolorosos atavismos que acaso se engendraron tras la conquista del nuevo mundo y el mestizaje que abrió pauta para las dependencias históricas. Por ello se explica la proverbial sumisión hacia las hegemonías que nos han gobernado y el fehaciente temor a extraviar la ruta por una mutación política. De lo anterior, por supuesto, se benefician quienes mantienen el verdadero poder y aplican, entre otras cosas, la medicina del tiempo para asegurar la amnesia colectiva y obviar las reincidencias de las conductas públicas lesivas.
El conformismo es el mejor proveedor de los cacicazgos. Bien decía Adolfo López Mateos:
--Los cacicazgos subsisten en los pueblos que los toleran.
Así, en México, en donde el cambio prometido se volvió, casi de manera automática, en cruzada por la continuidad sin apenas variar el discurso político al amparo de los maridajes entre el poder público y los medios masivos de comunicación.
Tales circunstancias pueden servir de guía para analizar la viabilidad reeleccionista a sabiendas de que se trata de un plan de varias etapas. Luego, claro, comenzará el debate sobre si resultaría eficaz revalidar el mandato presidencial, reformando el texto constitucional con los consensos mínimos, hasta asegurar que los barruntos opositores no pondrán en riesgo la perspectiva de estabilidad y los consiguientes proyectos de desarrollo que implican reformas estructurales, comenzando con la energética, y la cancelación de algunos “prejuicios históricos” tales como el concepto sorbe la soberanía nacional basada en la riqueza de nuestro subsuelo considerado como parte sustantiva del patrimonio general.
Por ello, los panegiristas de la continuidad quieren ahorrarse los traspiés electorales que, ya lo hemos visto, resultan de lo más costosos.
El Reto
No dudamos que así como se rescató el Plan Puebla Panamá, dejado al margen por el foxismo en cuanto sobrevinieron dificultades, igualmente se proceda a vindicar la reelección bajo la premisa de que será el pueblo, en todo caso, el que señale su destino. Por desgracia, en ocasiones las vías democráticas también proveen de dictadores. Allí está el caso de Alberto Fujimori en el Perú; y el de Chávez, en Venezuela, quien además exalta sus ambiciones comparándose con otros mandatarios, específicamente el español Felipe González, quienes también permanecieron más de una década en el poder con el aval popular.
La distorsión es muy grave si consideramos que el ejercicio del poder significa, per se, una enorme desventaja para quienes se oponen a la permanencia de quien lo desempeña. Más todavía en naciones, como las latinoamericanas, en donde la estructura oficial impone estereotipos y cancela iniciativas reñidas don ellos. Los cacicazgos cuando son nacionales pueden volverse inexpugnables.
Sea ésta la primera llamada de advertencia.
La Anécdota
En 1973 cuando ocurrió el golpe de Estado en Chile contra el presidente socialista Salvador Allende, de grata y emocionante memoria para los mexicanos, el entonces mandatario de nuestro país, Luis Echeverría, siempre dispuesto a refugiarse a la sombra de los próceres del continente, abrió las puertas del país a miles de emigrantes de aquel país que cubrieron distintas plazas magisteriales y como asesores de empresas. Ello complicó, tras la llegada del usurpador Augusto Pinochet al poder, las relaciones bilaterales entre los dos países.
Treinta y tres años después de aquel drama, en la hora final de Pinochet, también Echeverría confronta el juicio severo de la historia y se le acusa igualmente por genocidio. Pinochet es equivalente en Chile del “chacal” Victoriano Huerta quien en 1913 traicionó a Madero para usurpar el poder a partir de su nombramiento como ministro de guerra. Y Echeverría dista mucho de asemejarse con Allende, su referente emblemático.
El tiempo pone a cada quien en su lugar.
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Web: www.rafaelloretdemola.com
En México, de alguna manera, se revalidó la permanencia del mismo grupo ante la revelación de los “peligros” inherentes a cualquier viraje, sobre todo hacia la izquierda, porque ello podría hacer anclar en el “populismo” a la nave triunfal de la continuidad. Desde luego, Felipe Calderón es un hombre tenaz pero sin el carisma para aglutinar en torno suyo a millares o millones de incondicionales; otra cosa es, desde luego, los efectos causados por el fundamentalismo de derecha enfrentado al de izquierda bajo el estruendo de la polarización social.
Los antecedentes plantean, ante la geopolítica continental, que México podría seguir un cauce similar por el imperativo de asegurar las líneas preestablecidas y los riesgos emanados del permanente acecho de las opciones desbordadas hacia las calles con signos de ruptura. No son pocos los inversionistas, cernidos a una cuadrada mentalidad sobre provisiones y rendimientos, que se sintieron sacudidos cuando Andrés Manuel López Obrador, exultante en su rebeldía cívica, recordó cómo se había incordiado en sus tiempos a los próceres Juárez y Madero, entre otros, con descalificaciones soeces y diagnósticos extremos sobre sus supuestas enajenaciones mentales:
--Cuando alguien iba al excusado –reseñó López Obrador- decía “voy a Juárez”. ¡Y Don Benito fue el más grande de los presidentes que hemos tenido!
Aseveró que guardaba las proporciones pero el símil, por supuesto, sirvió para exhibir la recurrente torpeza de quienes, de manera superficial, señalan el desgaste del movimiento de resistencia sin considerar que lo trascendente no es la cabeza sino los millones que la respaldan. De allí los riesgos previsibles para los mercados a futuro, políticos y financieros.
Queda claro que la apuesta multinacional está dada en pro del mantenimiento del estado de cosas, sin sacudidas, aun con corrientes ideológicas equidistantes. En Brasil, por ejemplo, la izquierda de Lula no ha puesto en riesgo alguno a las inversiones de los grandes consorcios del exterior, incluyendo los banqueros de la Unión Europea en fase de expansión, ni ha alterado el ciclo de producción en una de las naciones más extensas de América. Y ello permite a quienes ejercen la rectoría financiera del continente asegurar la continuidad como elemento sustantivo para la estabilidad global.
De esta manera la tendencia hacia la democracia cierra el círculo: incluso los señalados como predadores, tal el caso de Alan García, obtienen una segunda oportunidad para vindicarse al amparo de una inmensa parafernalia publicitaria. Lo que no se quiere son más experimentos con la economía. Y de allí el contundente rechazo a cualquier proyecto alternativo.
Debate
En el Congreso de la Unión duerme todavía la iniciativa, avalada por las representaciones del PAN, ara posibilitar la reelección directa de diputados y senadores. En la actualidad, como sabemos, los legisladores deben dejar pasar un periodo –sea de tres o seis años según el caso- para volver a optar por el mismo cargo dando forma y proyección al espíritu del Constituyente cuya sabiduría, fundamentada en un amplio conocimiento de la idiosincrasia nacional, señaló hacia los graves riesgos de la permanencia en el poder por la tendencia inevitable hacia el autoritarismo en distintos niveles y grados.
No se olvide que los mexicanos llevamos inmersos dolorosos atavismos que acaso se engendraron tras la conquista del nuevo mundo y el mestizaje que abrió pauta para las dependencias históricas. Por ello se explica la proverbial sumisión hacia las hegemonías que nos han gobernado y el fehaciente temor a extraviar la ruta por una mutación política. De lo anterior, por supuesto, se benefician quienes mantienen el verdadero poder y aplican, entre otras cosas, la medicina del tiempo para asegurar la amnesia colectiva y obviar las reincidencias de las conductas públicas lesivas.
El conformismo es el mejor proveedor de los cacicazgos. Bien decía Adolfo López Mateos:
--Los cacicazgos subsisten en los pueblos que los toleran.
Así, en México, en donde el cambio prometido se volvió, casi de manera automática, en cruzada por la continuidad sin apenas variar el discurso político al amparo de los maridajes entre el poder público y los medios masivos de comunicación.
Tales circunstancias pueden servir de guía para analizar la viabilidad reeleccionista a sabiendas de que se trata de un plan de varias etapas. Luego, claro, comenzará el debate sobre si resultaría eficaz revalidar el mandato presidencial, reformando el texto constitucional con los consensos mínimos, hasta asegurar que los barruntos opositores no pondrán en riesgo la perspectiva de estabilidad y los consiguientes proyectos de desarrollo que implican reformas estructurales, comenzando con la energética, y la cancelación de algunos “prejuicios históricos” tales como el concepto sorbe la soberanía nacional basada en la riqueza de nuestro subsuelo considerado como parte sustantiva del patrimonio general.
Por ello, los panegiristas de la continuidad quieren ahorrarse los traspiés electorales que, ya lo hemos visto, resultan de lo más costosos.
El Reto
No dudamos que así como se rescató el Plan Puebla Panamá, dejado al margen por el foxismo en cuanto sobrevinieron dificultades, igualmente se proceda a vindicar la reelección bajo la premisa de que será el pueblo, en todo caso, el que señale su destino. Por desgracia, en ocasiones las vías democráticas también proveen de dictadores. Allí está el caso de Alberto Fujimori en el Perú; y el de Chávez, en Venezuela, quien además exalta sus ambiciones comparándose con otros mandatarios, específicamente el español Felipe González, quienes también permanecieron más de una década en el poder con el aval popular.
La distorsión es muy grave si consideramos que el ejercicio del poder significa, per se, una enorme desventaja para quienes se oponen a la permanencia de quien lo desempeña. Más todavía en naciones, como las latinoamericanas, en donde la estructura oficial impone estereotipos y cancela iniciativas reñidas don ellos. Los cacicazgos cuando son nacionales pueden volverse inexpugnables.
Sea ésta la primera llamada de advertencia.
La Anécdota
En 1973 cuando ocurrió el golpe de Estado en Chile contra el presidente socialista Salvador Allende, de grata y emocionante memoria para los mexicanos, el entonces mandatario de nuestro país, Luis Echeverría, siempre dispuesto a refugiarse a la sombra de los próceres del continente, abrió las puertas del país a miles de emigrantes de aquel país que cubrieron distintas plazas magisteriales y como asesores de empresas. Ello complicó, tras la llegada del usurpador Augusto Pinochet al poder, las relaciones bilaterales entre los dos países.
Treinta y tres años después de aquel drama, en la hora final de Pinochet, también Echeverría confronta el juicio severo de la historia y se le acusa igualmente por genocidio. Pinochet es equivalente en Chile del “chacal” Victoriano Huerta quien en 1913 traicionó a Madero para usurpar el poder a partir de su nombramiento como ministro de guerra. Y Echeverría dista mucho de asemejarse con Allende, su referente emblemático.
El tiempo pone a cada quien en su lugar.
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Web: www.rafaelloretdemola.com
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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