Dicen los extranjeros que vienen a México que cuando miran a la cara a los mexicanos que caminan por la calle ven un pueblo fantasma.
Y, sí, somos hoy el pueblo triste en que nos han convertido a base de corrupción y mentiras los partidos políticos.
Y podríamos, si fuéramos un pueblo cínico como lo son los políticos mexicanos, divertirnos también con el Circo Mexicano de la Política, con el que sin duda se divierten los extranjeros aunque al mismo tiempo sientan pena por el pueblo mexicano.
Pero además de la ausencia del cinismo suficiente para burlarnos de nosotros mismos, como se burla la telebasura de nosotros, nos lo impide el drama que significa haber llegado al nivel de incultura que exhibe el presidente de la coordinación, nada menos que de presupuesto, de la Cámara de Diputados del golpista gobierno encabezado por Calderón, panista como el dictador, ex integrante del Consejo Consultivo de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ligada a los Tecos, grupo de ultraderecha vinculado a la organización secreta de El Yunque, quien se felicita por el recorte del presupuesto asignado a la UNAM y recomienda que el pueblo lleve a sus hijos a las carísimas escuelas, no por eso mejores que la UNAM, donde los suyos estudian en tanto esperan la llegada del turno para convertirse en parte de la mafia que gobierna en nuestro país desde hace ya varias generaciones.
Sí podríamos disfrutar del Circo Mexicano de la Política, como lo disfrutan las mafias que lo controlan, incluidos los dueños de la telebasura que no se cansan de sacarle dinero, eso sí, para "buenas causas", dicen, a los que menos tienen.
Ojalá y pudiéramos convertirnos en el pueblo eufórico que la telebasura pretende que somos con las putitas que exhibe, incluso en días de descanso y en horario para niños, o con las actrices que fingiéndose amas de casa cuelgan en su sala el retrato del dictador al que pomposamente el dúopolio le sigue llamando presidente de la (bananera) República Mexicana.
Claro que las mafias están bien recompensadas y con dinero siempre es más fácil pitorrearse del otro. Y más fácil aún si se han cancelado, a base de corrupción incluso del alma, los complejos de culpa que se tienen cuando los valores y principios dictan las reglas de nuestra vida.
Pero veamos qué tan divertido debe resultar el Circo Mexicano de la Política para los extranjeros.
Mientras en una pista el panista legislador de El Yunque se vanagloria del recorte de presupuesto a nuestra Magna Casa de Estudios, otro legislador, el que preside la Cámara de Diputados del Congreso, militante también del golpista partido que con un fraude, probado hasta la saciedad, con militares armados y por la puerta de atrás le impuso a México un dictador en la Presidencia, pide perdón a sus pares priístas por el espectáculo que inició otorgando el permiso al Estado Mayor presidencial de convertir en un búnker el recinto del Congreso, como paso previo para permitir la entrada de las fuerzas armadas para imponer al dictador.
Y sus pares priístas lo perdonan.
Qué bonito es el perdón, qué tiernos, qué comprensivos, qué buenos, qué cariñosos, dan ganas de llorar de la emoción, nos hace saber la telecracia y la prensa vendida mientras convierten el perdón en la nota del día y mientras guarda en el tintero de la ignominia la represión brutal que se comete contra el pueblo oaxaqueño.
Y ¿quieren saber ustedes por qué perdonan los legisladores priístas al imperdonable legislador panista? Léanme mañana porque se alargó demasiado mi colaboración de hoy y decidí convertirla en dos.
Y, sí, somos hoy el pueblo triste en que nos han convertido a base de corrupción y mentiras los partidos políticos.
Y podríamos, si fuéramos un pueblo cínico como lo son los políticos mexicanos, divertirnos también con el Circo Mexicano de la Política, con el que sin duda se divierten los extranjeros aunque al mismo tiempo sientan pena por el pueblo mexicano.
Pero además de la ausencia del cinismo suficiente para burlarnos de nosotros mismos, como se burla la telebasura de nosotros, nos lo impide el drama que significa haber llegado al nivel de incultura que exhibe el presidente de la coordinación, nada menos que de presupuesto, de la Cámara de Diputados del golpista gobierno encabezado por Calderón, panista como el dictador, ex integrante del Consejo Consultivo de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ligada a los Tecos, grupo de ultraderecha vinculado a la organización secreta de El Yunque, quien se felicita por el recorte del presupuesto asignado a la UNAM y recomienda que el pueblo lleve a sus hijos a las carísimas escuelas, no por eso mejores que la UNAM, donde los suyos estudian en tanto esperan la llegada del turno para convertirse en parte de la mafia que gobierna en nuestro país desde hace ya varias generaciones.
Sí podríamos disfrutar del Circo Mexicano de la Política, como lo disfrutan las mafias que lo controlan, incluidos los dueños de la telebasura que no se cansan de sacarle dinero, eso sí, para "buenas causas", dicen, a los que menos tienen.
Ojalá y pudiéramos convertirnos en el pueblo eufórico que la telebasura pretende que somos con las putitas que exhibe, incluso en días de descanso y en horario para niños, o con las actrices que fingiéndose amas de casa cuelgan en su sala el retrato del dictador al que pomposamente el dúopolio le sigue llamando presidente de la (bananera) República Mexicana.
Claro que las mafias están bien recompensadas y con dinero siempre es más fácil pitorrearse del otro. Y más fácil aún si se han cancelado, a base de corrupción incluso del alma, los complejos de culpa que se tienen cuando los valores y principios dictan las reglas de nuestra vida.
Pero veamos qué tan divertido debe resultar el Circo Mexicano de la Política para los extranjeros.
Mientras en una pista el panista legislador de El Yunque se vanagloria del recorte de presupuesto a nuestra Magna Casa de Estudios, otro legislador, el que preside la Cámara de Diputados del Congreso, militante también del golpista partido que con un fraude, probado hasta la saciedad, con militares armados y por la puerta de atrás le impuso a México un dictador en la Presidencia, pide perdón a sus pares priístas por el espectáculo que inició otorgando el permiso al Estado Mayor presidencial de convertir en un búnker el recinto del Congreso, como paso previo para permitir la entrada de las fuerzas armadas para imponer al dictador.
Y sus pares priístas lo perdonan.
Qué bonito es el perdón, qué tiernos, qué comprensivos, qué buenos, qué cariñosos, dan ganas de llorar de la emoción, nos hace saber la telecracia y la prensa vendida mientras convierten el perdón en la nota del día y mientras guarda en el tintero de la ignominia la represión brutal que se comete contra el pueblo oaxaqueño.
Y ¿quieren saber ustedes por qué perdonan los legisladores priístas al imperdonable legislador panista? Léanme mañana porque se alargó demasiado mi colaboración de hoy y decidí convertirla en dos.
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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