Más policías y menos maestros. Más patrullas y menos hospitales. Más sueldo a los miembros de las fuerzas armadas y menos ingreso al resto de la burocracia y a los trabajadores en general, es la tónica del proyecto de presupuesto del gobierno federal enviado a la Cámara de Diputados.
No sólo es un presupuesto restrictivo para el próximo año, al prever una tasa de crecimiento menor a la actual (de 4.1 a 3.6%), sino que es regresivo en términos de gasto social, educativo, de infraestructura y de apoyo a los estados. La tendencia es muy clara: se recortan la inversión vinculada a formación de capital humano y físico para orientarla a un mayor gasto en la policialización de la seguridad pública; se cree que con más policías y equipo antimotines se resolverán los problemas de inseguridad.
La Secretaría de Seguridad Pública se beneficiará con un incremento presupuestal de 54.8% respecto a 2006. La Secretaría de la Defensa Nacional, con un incremento de 24.4%, mientras que la Secretaría de Marina lo hará con 16.1%. Si consideramos que las tres dependencias corresponden al área de seguridad, tendremos entonces que este rubro gubernamental verá incrementado su presupuesto en 95.3% respecto al actual.
Si el monto global del presupuesto es similar al de este año, ¿de dónde saldrán los aumentos proyectados a estas dependencias? Del recorte a otras áreas. La Secretaría de Energía perderá 62.4% de su presupuesto el próximo año, mientras que la SCT lo hará en 41.8%, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales en 21%, la Secretaría de Turismo en 9%, la Reforma Agraria en 8.3%, Desarrollo Social en 6%, la Sagarpa en 4.1% y la SEP en 4%.
Sin embargo, no debe extrañarnos la orientación de este presupuesto, ya que en cualquier parte del mundo los gobiernos de derecha así actúan: militarizan la seguridad pública, en lugar de priorizar la seguridad ciudadana. Gastan más en infraestructura represiva que en infraestructura educativa.
Es un presupuesto antipopular, porque se recortan recursos a educación, ciencia, cultura, desarrollo indígena y apoyo a los estados, a tal grado que generó de inmediato protestas al interior del gobierno, como la renuncia de la responsable de atención a las comunidades indígenas, Xóchitl Gálvez.
En contraposición a lo ofrecido en campaña, es un presupuesto que no generará empleos, sino mayor desempleo, porque se recorta la inversión pública en infraestructura y carreteras, que son dos rubros generadores de mano de obra, en tanto que en la administración pública federal se prepara el despido de 22 mil empleados.
El campo mexicano, el área más golpeada y abandonada de nuestra economía y que para 2008 espera la entrada libre de maíz, frijol, trigo y lácteos importados, los últimos productos protegidos en el TLCAN, reciben un nuevo revés. Por ejemplo, además de la reducción al presupuesto en conjunto del sector agropecuario, la miscelánea fiscal 2007 contempla reducir la exención del ISR para ganaderos y productores de 40 a 20 salarios mínimos anuales e incrementa el impuesto sobre la renta de 16 a 22%. “Llevo tres pañuelos, sigo llorando y no sé qué hacer”, expresó el presidente de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario en el país. Y así como él, lloran también aquéllos que creyeron que ésta sería la “presidencia del empleo”, la “administración del turismo”, el “gobierno de los más necesitados” y otras promesas de campaña.
El gobierno que ofreció rebasar a la izquierda por la izquierda, lo está haciendo por la extrema derecha, en sentido contrario y mediante una vuelta prohibida en “u”. Aquéllos que pensaron que este gobierno sería de continuidad en política económica, se equivocaron. Es de continuismo puro y llano. Destinar más a la seguridad que al desarrollo social o a la educación superior no es propiamente un inicio de gobierno con el pie derecho, sino con el puño derecho.
Vamos directo hacia otro sexenio de crecimiento económico mediocre y de expansión de la pobreza, con un agravante ideológico: un discurso político trasnochado que reduce el Estado de Derecho al ejercicio represivo de la legalidad, en lugar de la inclusión y ampliación de los derechos sociales y las garantías individuales.
Si el diputado panista Jorge Zermeño, desde la más alta tribuna laica del país le expresó a su compañero de partido —después de entregarle la banda presidencial—, un republicano deseo, “que Dios lo bendiga, Presidente”, no nos queda más desearnos al resto de los mexicanos, después de ver este presupuesto económico, un venturoso y decembrino deseo: “que Dios nos agarre confesados”.
No sólo es un presupuesto restrictivo para el próximo año, al prever una tasa de crecimiento menor a la actual (de 4.1 a 3.6%), sino que es regresivo en términos de gasto social, educativo, de infraestructura y de apoyo a los estados. La tendencia es muy clara: se recortan la inversión vinculada a formación de capital humano y físico para orientarla a un mayor gasto en la policialización de la seguridad pública; se cree que con más policías y equipo antimotines se resolverán los problemas de inseguridad.
La Secretaría de Seguridad Pública se beneficiará con un incremento presupuestal de 54.8% respecto a 2006. La Secretaría de la Defensa Nacional, con un incremento de 24.4%, mientras que la Secretaría de Marina lo hará con 16.1%. Si consideramos que las tres dependencias corresponden al área de seguridad, tendremos entonces que este rubro gubernamental verá incrementado su presupuesto en 95.3% respecto al actual.
Si el monto global del presupuesto es similar al de este año, ¿de dónde saldrán los aumentos proyectados a estas dependencias? Del recorte a otras áreas. La Secretaría de Energía perderá 62.4% de su presupuesto el próximo año, mientras que la SCT lo hará en 41.8%, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales en 21%, la Secretaría de Turismo en 9%, la Reforma Agraria en 8.3%, Desarrollo Social en 6%, la Sagarpa en 4.1% y la SEP en 4%.
Sin embargo, no debe extrañarnos la orientación de este presupuesto, ya que en cualquier parte del mundo los gobiernos de derecha así actúan: militarizan la seguridad pública, en lugar de priorizar la seguridad ciudadana. Gastan más en infraestructura represiva que en infraestructura educativa.
Es un presupuesto antipopular, porque se recortan recursos a educación, ciencia, cultura, desarrollo indígena y apoyo a los estados, a tal grado que generó de inmediato protestas al interior del gobierno, como la renuncia de la responsable de atención a las comunidades indígenas, Xóchitl Gálvez.
En contraposición a lo ofrecido en campaña, es un presupuesto que no generará empleos, sino mayor desempleo, porque se recorta la inversión pública en infraestructura y carreteras, que son dos rubros generadores de mano de obra, en tanto que en la administración pública federal se prepara el despido de 22 mil empleados.
El campo mexicano, el área más golpeada y abandonada de nuestra economía y que para 2008 espera la entrada libre de maíz, frijol, trigo y lácteos importados, los últimos productos protegidos en el TLCAN, reciben un nuevo revés. Por ejemplo, además de la reducción al presupuesto en conjunto del sector agropecuario, la miscelánea fiscal 2007 contempla reducir la exención del ISR para ganaderos y productores de 40 a 20 salarios mínimos anuales e incrementa el impuesto sobre la renta de 16 a 22%. “Llevo tres pañuelos, sigo llorando y no sé qué hacer”, expresó el presidente de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario en el país. Y así como él, lloran también aquéllos que creyeron que ésta sería la “presidencia del empleo”, la “administración del turismo”, el “gobierno de los más necesitados” y otras promesas de campaña.
El gobierno que ofreció rebasar a la izquierda por la izquierda, lo está haciendo por la extrema derecha, en sentido contrario y mediante una vuelta prohibida en “u”. Aquéllos que pensaron que este gobierno sería de continuidad en política económica, se equivocaron. Es de continuismo puro y llano. Destinar más a la seguridad que al desarrollo social o a la educación superior no es propiamente un inicio de gobierno con el pie derecho, sino con el puño derecho.
Vamos directo hacia otro sexenio de crecimiento económico mediocre y de expansión de la pobreza, con un agravante ideológico: un discurso político trasnochado que reduce el Estado de Derecho al ejercicio represivo de la legalidad, en lugar de la inclusión y ampliación de los derechos sociales y las garantías individuales.
Si el diputado panista Jorge Zermeño, desde la más alta tribuna laica del país le expresó a su compañero de partido —después de entregarle la banda presidencial—, un republicano deseo, “que Dios lo bendiga, Presidente”, no nos queda más desearnos al resto de los mexicanos, después de ver este presupuesto económico, un venturoso y decembrino deseo: “que Dios nos agarre confesados”.
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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