Tenía la más clara intención de abordar el affaire panista-calderonista contra la UNAM, al acosarla con los rigores del recorte presupuestal. Lamentablemente la muerte de Pinochet me distrae de tal empeño por el cariño que siempre fue capaz de generar a su alrededor. Por el momento, sólo quiero decir que el asunto es completamente lógico: si los blanquiazules hubieran hecho lo contrario, referirse a la UNAM con generosidad, reconociendo sus logros, comprometiéndose a apoyar el combate de sus defectos en un afán por contribuir al desarrollo de la educación pública, entonces habría sido no sólo milagroso sino hasta sospechoso.
A Jelipillo & happy friends no les irrita tanto que la UNAM sea gratuita, lo que no toleran es que sea laica.
Dicen que murió Augusto Pinochet. Pero conociendo al dictador, legendario por su capacidad para las razias ideológicas, lo más seguro es que todo forme parte de un complot para evadir los juicios sumarios que la historia le tenía reservados desde el día en que decidió ejercer su pasión por los golpes de estado, el 11 de septiembre 1973, bombardeando el Palacio de la Moneda donde se defendía Salvador Allende con la metralleta que le regalara el comandante Fidel Castro. Digo, todo el mundo sabe que el viejo era o es un costal de mañas capaz, sin duda, de fingir su propia muerte, más ahora en que estaba a punto de terminar en el tambo de la ignominia como don Luigi Echeverría con ficha sinaléptica incluida.
Recordemos que al ser apañado en Londres, donde había ido a cotorrear sobre métodos bárbaros de aplicación del capitalismo salvaje con Margareth Tatcher, su amiguita, se dio a la tarea de interpretar una telenovela médica y evadir la persecución de Baltasar Garzón que es la versión ibérica del juez de La tremenda corte. Ahí, como aquellos jefes mafiosos que se fingían comatosos para escapar de la cárcel, interpretó el mejor papel de comatoso que se recuerde desde el general Francisco Franco.
Claro que tamaño show hospitalario no evitó que el generalote, otrora prócer intocable, pasara una de las vergüenzas más notorias de las que pudo haber recibido su atorrante e hiperviolenta personalidad.
Todavía recuerdo el póster que adornaba mi habitación juvenil, con la imagen de un Pinochet siendo amamantado por Nixon. Para mí, la muerte de Pinochet nunca me llevaría a preguntarme por qué se fue, por qué murió, por qué el señor se lo llevó.
Más bien la duda sería: ¿por qué no lo hizo al estilo Somoza?
A Jelipillo & happy friends no les irrita tanto que la UNAM sea gratuita, lo que no toleran es que sea laica.
Dicen que murió Augusto Pinochet. Pero conociendo al dictador, legendario por su capacidad para las razias ideológicas, lo más seguro es que todo forme parte de un complot para evadir los juicios sumarios que la historia le tenía reservados desde el día en que decidió ejercer su pasión por los golpes de estado, el 11 de septiembre 1973, bombardeando el Palacio de la Moneda donde se defendía Salvador Allende con la metralleta que le regalara el comandante Fidel Castro. Digo, todo el mundo sabe que el viejo era o es un costal de mañas capaz, sin duda, de fingir su propia muerte, más ahora en que estaba a punto de terminar en el tambo de la ignominia como don Luigi Echeverría con ficha sinaléptica incluida.
Recordemos que al ser apañado en Londres, donde había ido a cotorrear sobre métodos bárbaros de aplicación del capitalismo salvaje con Margareth Tatcher, su amiguita, se dio a la tarea de interpretar una telenovela médica y evadir la persecución de Baltasar Garzón que es la versión ibérica del juez de La tremenda corte. Ahí, como aquellos jefes mafiosos que se fingían comatosos para escapar de la cárcel, interpretó el mejor papel de comatoso que se recuerde desde el general Francisco Franco.
Claro que tamaño show hospitalario no evitó que el generalote, otrora prócer intocable, pasara una de las vergüenzas más notorias de las que pudo haber recibido su atorrante e hiperviolenta personalidad.
Todavía recuerdo el póster que adornaba mi habitación juvenil, con la imagen de un Pinochet siendo amamantado por Nixon. Para mí, la muerte de Pinochet nunca me llevaría a preguntarme por qué se fue, por qué murió, por qué el señor se lo llevó.
Más bien la duda sería: ¿por qué no lo hizo al estilo Somoza?
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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