lunes, diciembre 04, 2006

A PUERTA CERRADA - Marcela Goméz Zalce

Historias tras banderas...

• Dêja vú revolucionario
• Emblemáticas ausencias


Bajo la máscara de la temeridad, mi estimado, se esconden inmensos temores. La lamentable fotografía del ¿divertido? 1 de diciembre donde se ve a un Felipe Calderón en la tribuna legislativa rodeado por más de 40 elementos del Estado Mayor Presidencial (en un acto que marca inexorablemente a la institución) a la cual llegó —como ladronzuelo– por la puerta de atrás, arropado por aguerridos legisladores del PAN, un Vicente Fox mostrando permanentemente una extraña sonrisa ante el desfiguro de una trascendental ceremonia que daba la vuelta al mundo, demostró en segundos lo peligroso de la realidad.

Un Calderón escoltado por ¡10 vehículos!, más de cuatro mil elementos –entre los que destacaron la tristemente célebre Armada, EMP, PFP, AFI y SSP capitalina– rodeando estratégicos perímetros y un delicado ambiente adverso en el Congreso, se estrenó primero a medianoche violando la legalidad con la que tanto se llena la boca ante las cámaras de televisión, para luego en un monólogo atropellado de hacer cumplir la Constitución, permanecer 4 minutos en San Lázaro desprendiéndose de absolutamente todo lo trascendente, legal, republicano y solemne de la ceremonia de traspaso de poderes.

La escena era digna de estampa revolucionaria: El presidente de la Mesa Directiva, Jorge Zermeño, nervioso, se hacía bolas con su encargo; Manlio Fabio Beltrones observaba impertérrito el megazafarrancho con la mirada en el más allá, la banda presidencial era manoseada por Fox y el mismísimo general Jesús Castillo Cabrera, mientras atrás, con distintiva corbata roja, la tribuna se llenaba de conocidos (y traviesos) elementos del EMP que entre codazos, empujones, silbidos, chiflidos y un ambiente de crispación daban uno de los espectáculos más penosos (y de risa loca) en las últimas décadas.

Todo ante millones de mexicanos, pasmados corresponsales extranjeros, estupefactos invitados especiales y absortas lacritas tricolores, quienes observaban visiblemente molestos el acelerado espectáculo. Vaya comienzo divertido de este régimen.

Ni el cursi, totalmente fuera de lugar y pedante acto en el Auditorio Nacional donde abundó ese tono de triunfalismo que olvidaba ese cuestionado 0.56 por ciento de las cifras electorales y la gravísima situación de crisis política borraron de los medios internacionales el delicado panorama mexicano que, con todo y frívolos discursos, amaga con explotar en corto tiempo.

Y tras banderas, perdón, bambalinas, my friend, un día antes de la ruidosa protesta en la toma de San Lázaro, el PAN encabezado por Manuel Espino operaba las instrucciones que ya ejecutaba Felipe vía un simpático personaje donde conminaba a no dejarlo solo en estos peligrosos momentos y exigiendo esa “sana cercanía”.

En la madrugada del 1 de diciembre, varios de los azules encabezados por Espino partieron a San Lázaro.

Muchos actuando como rupestres guaruras presidenciales arriesgando esa imagen de dizque pacíficos y tolerantes tensaron las relaciones internas y comprometieron esos ideales que defienden.

El vulgar triunfo del ¡sí se pudo!... finalmente se lo debe el ejecutivo (con minúsculas) a su partido y al PRI que ya suma el total de la ocurrente factura (¿Montiel... Marín... La megalacra oaxaqueña?)

Y mientras tanto la dirigencia del PAN no recibió agradecimiento alguno ni un gesto de gratitud en la risible pasarela del Auditorio Nacional, por el contrario, ahí entre pasillos azules algunos felipistas no sólo se vanagloriaban con la guerra de Calderón contra Espino, sino que ofrecían amenos beneficios presidenciales si ayudaban a derrotarlo en la próxima batalla por el control del blanquiazul. Cuidado.

Chistosas tenebras en medio del histérico júbilo mientras afuera Andrés Manuel López Obrador congregaba a más de 100 mil asistentes en el Zócalo mostrando ese carisma en su manejo de la encendida multitud.

En el Congreso los legisladores del partido del sol azteca, encabezados por El güero González Garza, decían sentirse satisfechos. Y cómo no.

Cumplieron con puntualidad demostrándole al mundo, my friend, la volatilidad en la realidad política nacional entre dos proyectos distantes. Dos contextos. Dos Méxicos.

Por la Mirilla

Incómoda preguntita para comenzar el sexenio: ¿por qué en todos los distintivos actos del 1 de diciembre de Calderón Hinojosa no estuvo presente el poderoso vicepresidente Bernardo Gómez de Televisa?... Piense mal, mi estimado, y acertará. Next!

!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!

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