martes, diciembre 05, 2006

Satiricosas - Por Manú Dornbierer

En el momento de iniciar estas líneas, madrugada del 1 de diciembre del 2006, recién terminó la ceremonia inédita de “El Traspaso de Poder” de Fox a Calderón en la residencia presidencial de Los Pinos.
Es obvio que Fox está satisfecho de haber ganado dos elecciones. Calderón está tenso. También es obvio que Fox y su estatura le molestan. Todavía depende de él. Está ahí reunida la plutocracia mexicana. Representan sus intereses los miembros de los gabinetes ahí presentes, el entrante y el saliente.
No sé si reír o llorar. La ceremonia, “por si las moscas”, olió a naftalina. Farsa, falsa, fría, fugaz, fea. Reinó en Los Pinos la letra F de Fox, de Felipe, pero sobre todo la F de fraude del IFE y del Trife. La F de fracaso de la democracia.
¿Estarán en México ensuciadas para siempre las palabras Federación, federal, federalismo y por siempre condenadas a ser sinónimo de “fatalidad”, como lo planeó el PRI en el siglo pasado? Sólo ha podido escapar a la maldición el Distrito Federal, esa paradójica y heroica Tenochtitlan, ciudad capital de México.
No hay que olvidar que se salvó en 1997 del fatídico destino de sometimiento que constituía la regencia. El regente era un empleado del Presidente en turno, no un Gobernador de los millones de habitantes capitalinos que no tenían el derecho de los demás ciudadanos mexicanos a elegir (o tratar de elegir) a su gobernante. El cambio se dio cuando Andrés Manuel López Obrador, presidente entonces del PRD, impulsó hasta el triunfo la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas para que fuera el primer gobernador electo y (relativamente) libre de la ciudad sometida.
Fue la única victoria que Cuauhtémoc Cárdenas pudo hacer efectiva. La otra, la presidencial de 1988, no la quiso, no supo, no le interesó defenderla, pactó en lo oscurito con Salinas y por ello en estos días es Cuauhtémoc en este País de rajones, diría Vasconcelos, con la excepción de los millones que hoy vomitamos de asco, objeto de muchas porras.
El itamista y diplomático Volpi, muy de moda, le dedica en Proceso haciéndose eco de la dicha “rajonería” un artículo llamado “Elogio a Cárdenas” que debió llamar “Elogio a la cobardía”.
Cuauhtémoc siguió la táctica que hoy le recomiendan a López Obrador: Sométete al fraude y luego dentro de seis años, ganas. A eso hemos llegado.
¿Acaso ganó Cárdenas algo más que el desprecio de muchos y el puesto que ‘Foxilandia’ le ofreció para el 2010 y que tuvo la desfachatez de aceptar, aunque lo desechó después? Ay, Cuauhtémoc, qué daño te hiciste y nos hiciste. No, pero por más que los “fecalistas” de diversos signos políticos, colores y sabores, han tratado de hacer olvidar el fraude, ni entre ellos mismos lo han logrado.
No sólo los fans de Fox y de Felipe, sino los “pragmáticos” que ocultan su “fe en el fraude”, tras argumentos vergonzosos. Está impreso en la historia.
La “ceremonia” inédita fue programada al vapor y mal. Los cadetes mientras más tiesos, emanaban sin embargo desconcierto. Fox se quitó la banda y la entregó a un cadete. Se desdobló y la volvió a doblar. Nunca se la puso a Calderón. Luego otro cadete le trajo la bandera que ondeó en su oficina durante los seis años pasados. Y uno más le trajo su propia bandera al espurio. Se habló poco.
Fox tenía órdenes de callar. Los comediantes de Los Pinos oscilaron entre lo cómico y lo patético. Porque ellos saben, ellos sí saben lo que hicieron.
Fox lo dijo: Se va orgulloso de haber ganado dos elecciones. Terrible.
Me percato desde el fondo de mi conciencia de mexicana que jamás en lo que llevo de vida, una larga vida, he tenido la posibilidad de ver un Presidente de mi País en verdad elegido por el pueblo de México. ¿Y Fox? Pues sí. Parecía que él sí. Y la mayoría sintió la gran felicidad que da la dignidad a un pueblo, pero tuvo muy pronto que entender que todo había sido mentira (ver mi libro ‘Sexenio Terminal’, capítulo 3º), que todo estuvo preparado como siempre.
Y hoy otra vez, cuando amaneció y volví a prender el canal 52 MX, pensé que la consumación del fraude no iba a ser tan fácil, ya que los diputados del PRD estaban decididos a detenerla. Pero súbitamente la fatigante mascarada legislativa que duró varios días, por más que hasta la pijama se hayan puesto, fue obvia la claudicación de los jefes perredistas. Gente de Cuauhtémoc, se dijo cuando fueron elegidos para los puestos de mando en el Congreso el diputado González y el senador Navarrete.
Tienen que leer el artículo de Volpi. Y todos los rajones juntos serán tan felices... Sólo ellos pudieron permitir el acto de David Copperfield a la plutocracia prianista, encabezada por el pequeño, muy pequeño presidente Calderón -y no sólo de estatura física- que hubiera podido, con sólo exigir el conteo voto por voto, no sólo evitar toda esta crisis, sino legitimarse.
Qué lástima que no tuvo ni la inteligencia ni la nobleza o simplemente... la buena conciencia para hacerlo. La F la traerá para siempre tatuada en el alma y el pueblo lo sabe y lo ve. No olvidará.
Qué lástima para México que la plutocracia haya consumado el fraude. Somos hoy el País más bananero del continente, muy lejos de los suramericanos que tienen elecciones limpias y se construyen un futuro.
El acto de ilusionismo gracias a la traición de propios y ajenos en el Congreso es brevísimo y vergonzoso: Santiago Creel mastica chicle, Felipe da la espalda a Fox, al que le debe “su elección” y le arrebata la banda para ponérsela solito, como Napoleón la corona de Francia. El ‘viejerío’ panista grita. Los priistas se pavonean. Gracias a ellos una vez más se hunde la decencia. Y el espurio ha dado a los soldados su primera instrucción autoritaria: Impedir el paso a la manifestación ciudadana pacífica que viene del Zócalo al Auditorio Nacional, encabezada por López Obrador.
Un operativo militar como nunca se ha visto, dijo CNN. ¡Que no se moleste a los escasos extranjeros que vinieron a avalar el fraude electoral del 2 de julio del 2006, que se tape el sol con un dedo!
La inconsistencia del pequeño Calderón hace que fuera de lugar anuncie que bajará los sueldos a los burócratas... Felipillo, su gabinete y sus Fuerzas Armadas son un peligro para el México libre y pacífico al que seguiremos perteneciendo, sea como sea, muchos millones que no aceptamos su mentira.

Manú Dornbierer es analista y crítica política.

!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!

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