miércoles, diciembre 06, 2006

SERPIENTES Y ESCALERAS - Por Salvador García Soto

Aprendices de brujos

El golpe asestado a la APPO, con la detención sorpresiva de su principal dirigente Flavio Sosa , horas antes del diálogo programado para ayer en la Secretaría de Gobernación, confirma que el gobierno calderonista pretende ganar legitimidad dando golpes de fuerza que lo distingan de su timorato antecesor, y envíen el mensaje de que está decidido a aplicar la ley por encima de consideraciones políticas.

Sin embargo, la forma en que se envió ese mensaje, con una "traición" de por medio, representa también el uso de una estrategia propia de los regímenes del PRI y de secretarios de Gobernación de aquella época, a los que el panista Francisco Ramírez Acuña intenta emular para tratar de despejar las dudas y cuestionamientos que generó su nombramiento.

Hay algunos casos que documentan que el actual inquilino de Bucareli recurrió a una práctica netamente priísta, lo cual confirma además que la formación y el perfil de Ramírez Acuña son mucho más cercanos al viejo PRI que al panismo histórico.

En las semanas que siguieron a la detención y encarcelamiento de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, en enero de 1989, el gobierno de Carlos Salinas inició una cacería contra todos los dirigentes de la Sección 1 del sindicato petrolero, con sede en Ciudad Madero. Era el principal bastión de La Quina y la instrucción fue acabar con todos los cuadros del líder petrolero caído en desgracia. Los dirigentes se escondieron para evitar ser detenidos e iniciaron un movimiento de resistencia contra Sebastián Guzmán Cabrera, el sucesor de Hernández Galicia, impuesto por Salinas.

Narciso Villaseñor , líder de la Sección 1, encabezaba a los disidentes. Un día, Narciso recibió un mensaje: "Don Fernando (Gutiérrez Barrios) quiere llegar a un acuerdo con ustedes. Los invita a dialogar a Bucareli". La oferta de diálogo llegó con una cita formal para acudir a Gobernación donde el secretario en persona los recibiría. Narciso mandó mensajes a Poza Rica y a Minatitlán donde estaban ocultos la mayoría de los dirigentes.

El día y la hora acordados, llegaron muy puntuales a Bucareli los líderes quinistas. Eran las seis de la tarde y siete de ellos se presentaron en el despacho del secretario. "Don Fernando tuvo un problema de última hora -les dijo amable la secretaria. Lo mandó llamar el Presidente a Los Pinos. Pero los va a recibir el subsecretario". Manlio Fabio Beltrones, el brazo operador de Gutiérrez Barrios, los recibió con una enorme sonrisa en su oficina.

A las 8 de la noche, Narciso y los demás líderes petroleros salieron de lo más contentos del despacho de Manlio. Les hablaron de un acuerdo, de cancelar órdenes de aprehensión y de gestionar el pago de varios millones de pesos que reclamaba la Sección 1 a Guzmán Cabrera. Tan contentos salieron que de Bucareli se fueron al hotel Madrid, por el Monumento a la Revolución y ahí se hospedaron. Cada uno subió a su cuarto y quedaron de verse en el lobby a las 9:30 para salir a cenar y celebrar el buen acuerdo que habían logrado con el gobierno.

Poco antes de las 9, cuando varios de ellos se bañaban o acicalaban en sus cuartos, las puertas se abrieron con violencia. Judiciales y policías llegaron a detenerlos a todos con órdenes de aprehensión en las manos.

Fueron enviados a un penal federal, y de su acuerdo y su diálogo sólo les quedaron varios meses en la sombra.

Esa parece ser la escuela que intenta imitar Francisco Ramírez Acuña, asesorado tal vez por algún "cerebro" mucho más político que el suyo. Sólo hay dos pequeños detalles: para imitar a Gutiérrez Barrios le falta, y la sociedad mexicana no es la misma en 2006 que en 1989.

Si el gobierno calderonista y su flamante secretario de Gobernación no demuestran pronto todo el sustento legal de la detención de los dirigentes de la APPO, y si la aplicación de la ley no llega también hasta el cínico gobernador Ulises Ruiz, más que fuerza o legalidad se verá como venganza y represión contra un movimiento social. Y Calderón quedará como el que le hace el trabajo sucio a Ulises, y como un gobernante que puede aplastar a los disidentes, pero solapa a los poderosos. ¿Eso quiere el Presidente?


Comento:


Una vez más queda confirmada la debilidad del espurio y su copia burda de gobiernos pristas.

No hay comentarios.: