jueves, noviembre 30, 2006

DESAFÍO - Rafael Loret de Mola

*Ranchero a tu Rancho
*El Legado Deplorable
*De Barbas Estilizadas


Zapatero a tus zapatos, reza el refrán que ahora, bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en España, cobra castiza actualidad. En México podríamos suscribir, sin que ello signifique acento desdeñoso alguno respecto a los tantos millones de mexicanos que viven del campo, “ranchero a tu rancho”. Porque, al fin, al término de la jornada de hoy, San Francisco del Rincón esperará jubiloso el regreso del hijo pródigo que intentó ser redentor y acabó desempeñando el deplorable papel de Judas: con las treinta monedas en la mano y la patria desangrándose. Suena terrible la sentencia, pero es válida.

Ni siquiera, en esta hora de honda preocupación por el destino patrio, podemos asegurar que el nuevo régimen, bajo barruntos de tormenta que presagian una devastación política sin antecedentes, tenga un destino feliz en ausencia de controles básicos y de convocatorias suficientes para enfrentar la grave polarización de la sociedad mexicana. Bajo sospecha, limitado incluso hasta por sus propios partidarios –los panistas también quieren pasar facturas-, Felipe Calderón dice querer pero no puede asegurar que rendirá su protesta de ley, mañana mismo, en los términos constitucionales acostumbrados. Y esta perspectiva, veleidosa y confusa, es el legado más evidente del foxismo con endoso a una “democracia” pretendidamente construida a golpes de desprestigio. Trataré de explicarme.

Para Vicente Fox, el mandatario que lo fue sólo de su cogobernante esposa, la prueba más evidente del cambio por él propugnado es, desde luego, la crisis política heredada porque con ella se demuestra, dice, la fogosidad y dinamismo de la lucha democrática y el acotamiento del poder presidencial, reducido, incluso paralizado por obra y gracia de ese Congreso que nunca le dejó “trabajar”. Tales las principales falacias del presidente que se va.

Por principio de cuentas debe insistirse en que el sectarismo y la demagogia no conforman fórmula alguna para el cóctel de la democracia como lo propone el ranchero en fuga. Lo primero desciende al campo de los pleitos de verduleros que nunca confluyen hacia la toma de acuerdos, sustentos estos sí de una plataforma democrática, y anulan, por tanto, la esencia misma del modelo: la capacidad de debatir sin intransigencias facciosas de por medio. Lo segundo, la crecida demagógica, debe entenderse como la antítesis clásica de la democracia: contra el gobierno del y para el pueblo, una pequeña elite tramposa que se erige en aristocracia tras numerosas cortinas de humo.

Aristocracia, sí, la que lograron fundar las “primeras familias”, las dos, las de los Fox y los Sahagún, entremezcladas con los herederos más versátiles de la hegemonía priísta con los vástagos de los ex mandatarios en los planos principales. Negocios, fiestas, glamour. ¿Qué acaso todo ello no es el signo relevante de la gran farsa montada desde Los Pinos, convertida en escenario de encuentros familiares variopintos?

La ausencia de carácter del presidente, aunada a la hiperdinámica “primera dama”, sacudió la estructura del poder y desvió los propósitos de cambio para hacerlos anclar en la defensa del continuismo más deplorable. Sólo faltó la cereza del papel: que la señora Marta optara por suceder al marido atrapado. Poco faltó para ello.
Mañana, Felipe Calderón podrá medir los efectos. No sólo para juzgar a toro pasado sino también por el imperativo de sopesar las condiciones de un presente convulso, ofuscado por la crispación, legado de una administración falaz y mentirosa.


Debate

¿Cuántos sexenios llevamos sin poder aprobar la gestión del mandatario saliente? En el caso actual se llega, además, a un nivel ominoso de cinismo: se insiste en que el señor Fox tiene niveles aprobatorios, cercanos a puntos entre diez posibles, lo que le sitúa entre los más agraciados, popularmente hablando, de los gobernantes latinoamericanos... detrás, entre otros, de Hugo Chávez, el mesías venezolano, con quien tantos diferendos sostuvo.

Lo anterior obliga a dos lecturas. Una con origen en el temperamento voluble de los mexicanos que se dejan guiar, acaso por su indiferente complacencia, por los mensajes mediáticos hábilmente presentados. No se olvide que Fox fue otrora gerente de Coca-Cola y en el cargo, formativo sin duda, aprendió los secretos de la manipulación colectiva y de la adicción popular hacia un producto deficiente. Hay quien califica al refresco de marras como “las aguas negras del imperialismo”. Por algo será.

La otra reflexión toca uno de los fenómenos más agudos dentro del proceso de maduración de la sociedad mexicana: la preeminencia de las encuestas y sondeos como extensión de la cultura de la sumisión porque, gracias a las grandes empresas encargadas de elaborar las pautas de opinión, los mexicanos percibimos que todo está definido de antemano. Una rentable dictadura sin duda. Además, la rectoría de las inducciones se contrapone a la percepción directa de la realidad. ¿En dónde están los defensores y aprobadores del señor Fox? No los he encontrado siquiera entre quienes, por esencia ideológica cargada a la derecha, debieron ser sus aliados. Ni entre los empresarios ni entre no pocos representantes del clero católico quienes se sublevan por el extenso abanico de simulaciones: desde la irregular condición de los matrimonios de Vicente hasta por los usos políticos recurrentes de las imágenes sacras; todo ello sumado, por supuesto, a una muy pobre carga filosófica.

Ello nos obliga a plantear si el gran andamiaje para garantizar la continuidad política, contra las amenazas de virajes extremos –tan temidos por cuantos ya tienen resuelto su futuro y el de los demás-, no se dio a partir del conveniente manejo de las tantas encuestas capaces de exhibir, en la hora final del foxismo, una calificación popular altísima sobre las ausencia de resultados y las evidencias de una descomposición moral, social y política tan honda como la demagogia persistente de Vicente. Esto es como si la sociedad mexicana fuera masoquista y aceptara, de buen agrado, exaltar a traidores, predadores, farsantes, demagogos y ladrones. Porque ello quizá ningún ex presidente está en la cárcel... sin que alguno pudiera salvarse de la condena histórica.


El Reto

En fin, el foxismo, que tanta euforia provocó hace seis años, llega a su fin con ayuno de resultados y un veredicto histórico terrible pendiendo sobre la enredada cabeza de Vicente. Y no se trata de iniciar el tradicional linchamiento sexenal sino de algo más relevante: la exigencia de justicia es lo único que puede atemperar los ánimos si de verdad es cierta la intención de llevar la nave de la república hacia el puerto de la conciliación. Si no es así entonces será muy sencillo descubrirlo: basta con pretender desligarse del pasado, semánticamente, sin revisión histórica alguna, tal y como lo hizo Vicente hasta constituirse en cómplice del pasado y sus representantes a quienes tanto fustigó cuando engañaba a la ciudadanía para obtener votos. Todavía resuena su tono incendiario en nuestros oídos.

Punto final. Un sexenio que se extingue con el amargo sabor de que los mexicanos perdimos, de nueva cuenta, seis años. El cambio, al fin, podrá observarse en las heredades guanajuatenses de los Fox, allá en San Cristóbal, con las comodidades y ventajas, impunidad incluida, que cobija a los ex presidentes. Lo demás es cosa de la amnesia colectiva.


La Anécdota

A finales de la década de los ochenta, cuando inició su andar político Vicente Fox, la característica de éste y otro de los grandes ponentes de la derecha, Diego Fernández de Cevallos, era la luenga barba, muy estilizada y del tipo usado por el emperador Maximiliano cuando los conservadores ofrecieron la “corona” de México a un extranjero con tal de combatir a la república juarista –con antecedente así, la derecha tendría que ser más prudente-.

Al final del periodo foxista aquel símbolo, el de la barba, comienza a tener sentido: con Vicente se consolidó una nueva aristocracia en México gracias a la fusión, integral diríamos, del poder presidencial con el glamour de la high life.
Ahora serán los mismos, sobre todo quien será ex presidente en unas horas, quienes pongan, a partir de mañana, sus barbas a remojar. Sólo falta un nuevo Cerro de las Campanas. Todo es cuestión de tiempo.
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Web: www.rafaelloretdemola.com

!!Todos desde hoy por la noche al Zócalo de Cd. de México!!
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!

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