En Washington, el nueve de septiembre, el presidente electo Felipe Calderón dijo que, en cuanto a la relación mexicana con Estados Unidos, no será Salinas, ni Zedillo ni Fox. Podría sí serlo en el resto de las funciones a su cargo, a juzgar por la integración de su gabinete, por lo que quizá habría que motejarlo Saldillox, acrónimo resultante de la fusión de los apellidos de sus predecesores.
A Salinas se asemeja ya Calderón en cuanto a que tendrá su propio José Córdoba, un consejero áulico venido de más allá de la frontera y que, por añadidura, violentó la Constitución al haber sido diputado contra el artículo 55 que exige ser mexicano por nacimiento para ser miembro de la Cámara. Es de suponerse que el Presidente no incurrirá en la temeridad de hacer secretario de despacho a Juan Camilo Mouriño (pues el mismo requisito de oriundez opera para ese rango de colaboradores del Ejecutivo), por lo que podría designarlo jefe de la oficina de Innovación Presidencial, como lo fue el ahora senador Ramón Muñoz, o nombrarlo titular de la Oficina de la Presidencia si se opta por volver al pasado.
Ese retorno ha elegido Calderón al nombrar a los miembros de su gabinete, del que fueron dados a conocer ayer los primeros seis. Las fuentes nutricias de esas designaciones son Zedillo y de Fox, comprensiblemente, dados los vínculos del próximo Presidente con esos antecesores suyos.
El nexo que alió e identifica aún a Zedillo y Calderón es el Fobaproa. A partir del error de diciembre (de 1994), como perversamente calificó Salinas las primeras medidas con que su legatario enfrentó la crisis creada por el testador, a partir de la crisis bancaria Zedillo violó la Constitución al contraer deuda sin autorización del Congreso para remediar los males del sistema de intermediación financiera, la mayor parte de los cuales habían sido causados por los propios banqueros en un ejercicio irresponsable y corrupto de sus funciones. Acción Nacional, presidido entonces por Calderón, legalizó a través de sus bancadas la inconstitucional acción del Presidente, en lo que era causa y efecto de la creciente proximidad del PAN y el PRI. Esa relación no es cosa del pasado: mientras sigan cubriéndose a las instituciones bancarias los pagarés a que se obligó Zedillo está abierta la posibilidad de que a él y a los coautores panistas de semejante exacción al erario público se les finquen responsabilidades. Mantienen, pues, un interés común.
Por eso no ha sorprendido que Diódoro Carrasco, ahora diputado en la fracción panista, Jesús Reyes Heroles, Genaro Borrego y Luis Téllez, todos ellos miembros del gabinete zedillista, se hubieran aproximado a Calderón. Tal cercanía se evidenció de nuevo ayer, al ser nombrados Luis Téllez Kuensler y Javier Lozano Alarcón secretarios de Comunicaciones y del Trabajo, respectivamente. El primero fue subsecretario de Agricultura al lado del profesor Carlos Hank González, bajo el gobierno de Salinas (época en que, entre broma y veras se dijo que habría que explicar al novel funcionario que el estado natural y original de la leche no era el que conocía en envases de tetrapak), pero adquirió relevancia en el siguiente sexenio, cuando sucedió a Córdoba en la oficina presidencial y después cuando se desempeñó como secretario de Energía.
Lozano Alarcón realizó la mayor parte de su breve carrera administrativa durante Zedillo. Al graduarse en la Escuela Libre de Derecho fue gerente jurídico del grupo Alfa y luego ingresó en el servicio público. Entre los años 1994 y 2000 desempeñó tres cargos clave: subsecretario de Telecomunicaciones, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones y subsecretario de Comunicación Social en la Secretaría de Gobernación. Como es fácil inferir, esas funciones lo calificaron convenientemente para el desempeño de la Secretaría... del Trabajo y Previsión Social, que es la encomienda que ha recibido de Calderón.
Los cuatro restantes nombramientos corresponden a la herencia de Fox a Calderón, derivada de los buenos oficios del Presidente saliente para convertir en tal a su sucesor. (Que digo buenos oficios: para usar sus propias palabras, Fox ganó las elecciones de julio pasado, igual que hizo seis años atrás). Dos de esas designaciones, además, tienen la marca de Francisco Gil, que se irá de la Secretaría de Hacienda sin irse del todo. Fueron sus colaboradores Agustín Carstens, que lo reemplazará en la Secretaría de Hacienda (a pesar de no ser alto y delgado que, en opinión suya eran parte del talante del responsable de las finanzas nacionales) y Georgina Kessel, directora de la Casa de Moneda, dependiente de la misma secretaría (si bien ella sí ha tenido familiaridad con la materia bajo su responsabilidad, como secretaria de Energía, pues presidió la entonces recién creada Comisión Reguladora correspondiente).
Eduardo Sojo y Rodolfo Elizondo cuentan, desde diversos orígenes, en el círculo más cercano a Fox. Serán, entre otros, sus delegados en el gabinete de Calderón. Sojo lo acompañó en el gobierno de Guanajuato y fue el último miembro del gabinete personal de Fox en permanecer en su cargo, hasta que en abril fue enviado a asistir al candidato panista. La amistad política y personal de Elizondo y Fox no facilitó que aquel se incorporara prontamente al gabinete, pues apenas fue secretario a mitad del sexenio, después de desempeños de menor rango. Pero aquella tardanza se compensará con su nuevo nombramiento (que no ratificación como por error dijo Calderón).
A Salinas se asemeja ya Calderón en cuanto a que tendrá su propio José Córdoba, un consejero áulico venido de más allá de la frontera y que, por añadidura, violentó la Constitución al haber sido diputado contra el artículo 55 que exige ser mexicano por nacimiento para ser miembro de la Cámara. Es de suponerse que el Presidente no incurrirá en la temeridad de hacer secretario de despacho a Juan Camilo Mouriño (pues el mismo requisito de oriundez opera para ese rango de colaboradores del Ejecutivo), por lo que podría designarlo jefe de la oficina de Innovación Presidencial, como lo fue el ahora senador Ramón Muñoz, o nombrarlo titular de la Oficina de la Presidencia si se opta por volver al pasado.
Ese retorno ha elegido Calderón al nombrar a los miembros de su gabinete, del que fueron dados a conocer ayer los primeros seis. Las fuentes nutricias de esas designaciones son Zedillo y de Fox, comprensiblemente, dados los vínculos del próximo Presidente con esos antecesores suyos.
El nexo que alió e identifica aún a Zedillo y Calderón es el Fobaproa. A partir del error de diciembre (de 1994), como perversamente calificó Salinas las primeras medidas con que su legatario enfrentó la crisis creada por el testador, a partir de la crisis bancaria Zedillo violó la Constitución al contraer deuda sin autorización del Congreso para remediar los males del sistema de intermediación financiera, la mayor parte de los cuales habían sido causados por los propios banqueros en un ejercicio irresponsable y corrupto de sus funciones. Acción Nacional, presidido entonces por Calderón, legalizó a través de sus bancadas la inconstitucional acción del Presidente, en lo que era causa y efecto de la creciente proximidad del PAN y el PRI. Esa relación no es cosa del pasado: mientras sigan cubriéndose a las instituciones bancarias los pagarés a que se obligó Zedillo está abierta la posibilidad de que a él y a los coautores panistas de semejante exacción al erario público se les finquen responsabilidades. Mantienen, pues, un interés común.
Por eso no ha sorprendido que Diódoro Carrasco, ahora diputado en la fracción panista, Jesús Reyes Heroles, Genaro Borrego y Luis Téllez, todos ellos miembros del gabinete zedillista, se hubieran aproximado a Calderón. Tal cercanía se evidenció de nuevo ayer, al ser nombrados Luis Téllez Kuensler y Javier Lozano Alarcón secretarios de Comunicaciones y del Trabajo, respectivamente. El primero fue subsecretario de Agricultura al lado del profesor Carlos Hank González, bajo el gobierno de Salinas (época en que, entre broma y veras se dijo que habría que explicar al novel funcionario que el estado natural y original de la leche no era el que conocía en envases de tetrapak), pero adquirió relevancia en el siguiente sexenio, cuando sucedió a Córdoba en la oficina presidencial y después cuando se desempeñó como secretario de Energía.
Lozano Alarcón realizó la mayor parte de su breve carrera administrativa durante Zedillo. Al graduarse en la Escuela Libre de Derecho fue gerente jurídico del grupo Alfa y luego ingresó en el servicio público. Entre los años 1994 y 2000 desempeñó tres cargos clave: subsecretario de Telecomunicaciones, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones y subsecretario de Comunicación Social en la Secretaría de Gobernación. Como es fácil inferir, esas funciones lo calificaron convenientemente para el desempeño de la Secretaría... del Trabajo y Previsión Social, que es la encomienda que ha recibido de Calderón.
Los cuatro restantes nombramientos corresponden a la herencia de Fox a Calderón, derivada de los buenos oficios del Presidente saliente para convertir en tal a su sucesor. (Que digo buenos oficios: para usar sus propias palabras, Fox ganó las elecciones de julio pasado, igual que hizo seis años atrás). Dos de esas designaciones, además, tienen la marca de Francisco Gil, que se irá de la Secretaría de Hacienda sin irse del todo. Fueron sus colaboradores Agustín Carstens, que lo reemplazará en la Secretaría de Hacienda (a pesar de no ser alto y delgado que, en opinión suya eran parte del talante del responsable de las finanzas nacionales) y Georgina Kessel, directora de la Casa de Moneda, dependiente de la misma secretaría (si bien ella sí ha tenido familiaridad con la materia bajo su responsabilidad, como secretaria de Energía, pues presidió la entonces recién creada Comisión Reguladora correspondiente).
Eduardo Sojo y Rodolfo Elizondo cuentan, desde diversos orígenes, en el círculo más cercano a Fox. Serán, entre otros, sus delegados en el gabinete de Calderón. Sojo lo acompañó en el gobierno de Guanajuato y fue el último miembro del gabinete personal de Fox en permanecer en su cargo, hasta que en abril fue enviado a asistir al candidato panista. La amistad política y personal de Elizondo y Fox no facilitó que aquel se incorporara prontamente al gabinete, pues apenas fue secretario a mitad del sexenio, después de desempeños de menor rango. Pero aquella tardanza se compensará con su nuevo nombramiento (que no ratificación como por error dijo Calderón).
!!AMLO Presidente Legítimo de los Mexicanos!!
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